Se pasaron cinco días desde aquella llamada, y desde la última vez que hablamos, no lo volví a ver y tampoco pude contactarme con él, su línea telefónica estaba apagada y no se había conectado en sus redes sociales desde hace cinco días, ¿le habrá ocurrido algo? No podía quedar en la intriga, entonces tomé mis cosas y me dirigí a su casa.
Una vez allí le pregunté a su madre si él se encontraba allí, y por qué no respondía a mis llamadas, ella, con expresión preocupada me invitó a subir a su automóvil, para ir en donde él estaba, no pude evitar sonreír mientras subía al coche, aunque la expresión de su madre no me daba una buena corazonada.
Paramos frente al hospital, quise creer simplemente, que su madre iba a buscar unos papeles (pues ella era médica) y volvería. No fue así. Antes de que bajemos me miró a los ojos, estaba casi llorando cuando al escuchar las palabras "en coma" salí del auto con lágrimas escurriendo sobre mis mejillas, y corrí hasta la habitación que había mencionado ella.
En mis adentros no quería creer ni por un instante que era él quien se encontraba en la camilla. Me aproximé para observarlo más de cerca, su rostro aún no había perdido ese tono rosa, ¿cuánto tiempo llevaba allí?, ¿un día?, ¿tres?, tal vez... ¿cinco?, eso no me importaba en el momento, lo único que quería era tenerlo despierto para poder decirle todo lo que sentía.
Sin darme cuenta, luego de tanto llanto, me quedé dormida en la camilla con sus manos entrelazadas a las mías.
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Irreversible.
Romansa-Pero, en definitiva, ¿qué es lo nuestro? -Por ahora, al menos, es una especie de complicidad frente a otros, un secreto compartido, un pacto unilateral. Naturalmente, esto no es una aventura, ni un programa, ni -menos que menos- un noviazgo. Sin e...
