7.

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Lo contemplaba aún sin poder creérselo. Es que era eso, no podía creerse que la misma persona con la que había compartido tanto, con la que había compartido gran parte de su vida, en aquel momento se encontraba apuntándole a la cabeza sin miramiento alguno. La herida en su hombro izquierdo dolía, pero por lo menos sabía que la bala lo había traspasado y por ende, no habría que sacarla, pero tampoco era un alivio para él, porque después de todo, terminaría muriendo allí, a manos de la única persona que creía no terminaría con su vida.

Muchas veces se había planteado la forma en que moriría. ¿Sería por un disparo? ¿Sería por un cuchillo? ¿Sería por los objetivos? ¿Sería por alguien a quien conocía pero que se encontraba del otro lado? Pero nunca él. Nunca.

–A ti tambien te lo dijeron ¿no es así? –le preguntó el rubio que se encontraba a unos metros separado de él, pero sin dejar de apuntarle.

Una risa seca y sin sentimiento alguno se escapó de los labios de Desmond, quien levantó la mirada, ya que la había agachado para mirar como la sangre seguía saliendo de su herida y la dirigió hacia el rubio; Derian.

–Nunca creí que serías capaz de esto –le contestó con rencor en los ojos.

–No te lo tomes tan a pecho Des –le dijo y sonrió –A fin de cuentas somos asesinos y a eso nos dedicamos.

–Nunca creí que me traicionarías.

–Tú hubieras hecho lo mismo.

–Te equivocas –le contestó con convicción, la cual a Derian no le gustó, por lo que afianzó el arma en su mano y lo vio con las intenciones de disparar, y lo hizo, pero la bala falló rozándole el hombro ya herido.

Escuchó disparos. Escuchó gritos. Todo lo comenzó a escuchar como si se encontraran a mil kilómetros de distancia. Lo sentía lejano y ajeno.

Poco a poco sintió cómo sus ojos comenzaban a pesar. La oscuridad comenzaba a invadir su visión. No tenía ya fuerzas de ver lo que sucedería con aquella persona que había sido su todo y en aquel momento terminó siendo lo que más odiaba. Preguntándose tambien mientras caía en la inconsciencia, qué era lo que había hecho mal. ¿En qué había fallado?

Habían parado algunas pocas veces a estirar las piernas y a comer algo, pero la verdadera parada la hicieron ya al anochecer, a un pequeño pueblo destruido y olvidado por todos. Derian iba delante de las tres camionetas con las que habían ido y paró frente a una casa que parecía mantenerse estable a diferencia de todas las otras que los rodeaban. Des se enderezó en su asiento y miró atentamente la casa, viendo que de ella dos personas salían.

–¿Tienes visitas? –le preguntó Des y giró su rostro para encontrarse con los ojos de Derian, quien parecía que llevaba mirándolo un largo rato.

Una de las cejas de Des se elevó, interrogante.

–Son compañeros.

–¡Vaya! –exclamó Des y miró hacia las dos personas que parecían esperarlos en la entrada.

Se cruzó de brazos.

–Nunca creí que volverías a tener un compañeros –volvió su mirada a Derian –Menos aún compañeros –abrió la puerta –Pero déjame algo claro –continuó y lo miró desde su altura bajado del coche –¿Cuánto tiempo tendrán hasta que los traiciones? –preguntó cerrando la puerta de un gran portazo, sabiendo que no recibiría respuesta de su parte.

Todos caminaron hasta llegar a la altura de las otras dos personas que los esperaban, dejando en claro que se unirían al grupo.

–Señor –dijo el hombre, ya que el otro era una mujer, e hizo su saludo formal –Hemos revisado todo y todo es seguro, señor.

Animals [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora