⋆Capítulo Uno⋆

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Harry.

Muy bien, intentaré ser sincero y breve.

Trabajo como periodista de Picture News en Vancouver, Canada. Todos mis compañeros son muy groseros y me siento excluido en algunas ocasiones. Tengo 19 años. Fin.

Acabé mis estudios en la Universidad Simon Fraser en 2012, ahora estamos en 2014. No está nada lejos de mi residencia, bueno, departamento. Tuve suerte respecto a eso.

¿Simple, no? En este momento estoy sentado en el escritorio de mi casa, tratando de obtener información acerca de los Tsunamis para un reportaje, no es, tan difícil. Miento, si lo es.

Se imaginarán lo estresado y cansado que estoy, mi trasero duele, y eso que no tengo tanto, tal vez es por eso...um.

Dejé mi bolígrafo en la mesa y cerré los navegadores de mi computadora. Había pasado mucho tiempo buscando, enserio. Miré por una ventana y observé la tenue lluvia, genial. Demonios, ya era tarde. Tenía que recoger a mi amiga del aeropuerto hace 10 minutos.

Bajé las escaleras esquivando el tiradero de zapatos que tenía y salí de mi departamento. Rápidamente me monté en mi automóvil y conduje hasta el aeropuerto. Cielos, había mucha gente.

Ya en él aeropuerto aparqué el auto y bajé en busca de Anabela, si, Anabela. Hacía un par de años que no la veía no recuerdo muy bien como era su rostro, así que tendría que preguntar, con lo tímido que soy.

—¿Tú eres Anabela Kurtis?—pregunté a una chica alta y rubia, ella volteó y sonrío ampliamente.

Si, lo era.

—Solo Anabela.—respondió sonriente—¡Harry! Solo bromeo, ¡estás guapísimo!. Un poco menos geek que antes.—rió tímidamente.

—Gracias, supongo.—dije sonrojado.

—¡No lo comprendo! ¿Qué te hiciste? Oh, espera.—me evaluó lentamente—¡Tú corte de pelo, antes no te solías peinar ni un pelo!—sonrío nuevamente.

Lo adivinó.

—Acertaste.—mencioné tímidamente, mientras tomaba sus maletas y caminabamos hasta la salida tan grande de la sala.

Ella no dijo nada más y se subió al auto cómodamente.

—Entonces, ¿vivirás aquí por siempre?—pausó—Digo, aquí en Vancouver.

—Aún eso no lo he decidido, pero lo más probable sería....

—Piensa en ello, es importante para tu trabajo.—me interrumpió—No te quiero presionar pero, tengo hambre.—río fuertemente.

—De acuerdo.—dije tiernamente—Ya estamos por llegar.

Y no dijo nada más, ella es un poco seria, reservada y no siempre está de buen humor.

—Llegamos.—dije al tiempo de salir del auto para abrir la puerta principal de los edificios y tomar sus maletas.

—Lindos edificios.—Sonrío entrando y subiendo las escaleras rápidamente.

—Pues, gracias.—abrí la puerta de mi departamento. Me gusta el color, es café casi negro, muy moderna, la puerta y los muebles rojos, y blancos.

—De nada.—ella entró y se quedo perpleja—Tienes muebles muy bonitos, y modernos.—abrió los ojos dejando ver casi todo su iris, ella tenía los ojos pequeños.

—Prepararé pasta—ella dice caminando hacia la cocina a lado del comedor—¿Tienes especias, ya sabes...?—pregunta ansiosa.

—Sí, el cajón de la izquierda.—digo dejando sus maletas en el pequeño cuarto de invitados, a un lado del mío.

Estaba caminando por el pasillo cuando la escucho hablar por el télefono, seguramente es su novio. Sigo caminando y me siento en mi sofá encendiendo la T.V en mi película favorita, "Timothy Green" amo todo eso de ciencia, y acontecimientos inexplicables.

—¡Listo!—ella dice vertiendo la pasta en los platos blancos de mi comedor.

—Gracias, Ana.—digo sentandome en la silla en frente de ella.

Toda la comida fue entre risas y anécdotas graciosas, por parte de ella. Por supuesto yo solo me quejaba de estrés y trabajo. Ups. Hasta que terminamos y ella decidió ayudarme a lavar los platos.

—Harry, tenemos que salir.—ella salé disparada de la cocina y tomá su abrigo beige poniendoselo.

¿Cuando? ¿A donde?

—¿Qué? ¿A donde?—pregunté nervioso aún sentado en el sofá.

—Es sorpresa, aunque tal vez no te agrade tanto.

—Limitate a no hacer eso cada vez que vengas a quedarte algunos días.—digo tomando mi chamarra y cerrando el departamento.

—Como quieras.—Se encogé de hombros y me lanza mi mochila—Pero, para tú información, lo hago por tú bien.

Cuando la vuelvo a ver, ella está tomando un taxi mientras yo cierro la puerta principal.

—¿Por qué tomas un servicio público? Podríamos irnos en mi auto.

—Creo que, no. Estará mejor así, ya verás por que.—ella dice subiendo al taxi y después subí yo.

Para cuando llegamos al edificio tan alto y grande, Anabela y yo cruzamos las puertas de cristal de esa...¿institución? y va directo con la recepcionista.

Ese lugar es muy sofisticado y caro, me da miedo tocar algo y romperlo. Aparte tendría que pagarlo, quedaría en bancarrota y haría el rídiculo. Me da hasta pavor, pensarlo.

Entonces es cuando, Anabela viene hacia mi y me toma de la mano jalandome rapidámente hacia las muchas escaleras que había. Eran demasiadas. Agotado ya que subí todas esas escaleras, nos paramos en una puerta transparente polarizada, era como, un consultorio.

No tenía idea de que era esto. Así que Anabela tocó y al segundo se pudo apreciar una suave voz pronunciando la palabra: adelante.

Y fué cuando ví la perfección.




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¡Hola! Pues este es el primer capítulo, diganme que les pareció en los comentarios, por favor. Para las que no me conocen, me llamo Ximena y pues estoy comenzando de nuevo otra historia, y es de un género que casi nunca he tratado, acción-romance.

En multimedia está Anabela, para que la conozcan.

¡Espero que les haya encantado! Estoy a sus ordenes, gracias por todo.

Ximena.xx







»Criminal Lips« [h.s au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora