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Roció sus muñecas y cuello con un poco de ese penetrante y agradable perfume que su marido le había regalado meses atrás, y sintió un par de manos acariciarle las caderas. Un beso entre sus rubios cabellos y el rostro de Zayn apareció junto al suyo en el reflejo del espejo. Ella sonrió con él besando su cuello y apretando su cuerpo contra el suyo.

-¿Lista?-

-Lista y ansiosa.- asintió, aún sonriente. Estaba emocionada.

-Entonces vamos.- murmuró contra su mandíbula y la liberó de su agarre. -Llegó tu noche, cariño.-

Caminó fuera de la habitación pero antes ella lo detuvo.

-Zayn..- él la miró -Nuestra, noche.- remarcó y él le sonrió, aunque no podía negar que llevaba tiempo tratando de preparase psíquicamente para ver a otro hombre tocando y besando a su mujer de las forma en las que a él le gustaba. Pero era lo que ella quería, e iba a dárselo, no podía ser tan malo después de todo..

••••

Entraron al bar de la mano, inevitablemente llamando la atención de más de alguna que otra persona que sabían ellos no era habitués de un lugar como ese. Pero los nuevos chicos no eran para nada de desagrado y bien recibidos serían.
Zayn conocía el lugar, Richard, siendo uno de sus mejores amigos, le había comentado de ese bar donde quien quería conseguía un apartado y podía invitar a quien quisiera y estuviera bien dispuesto.

El moreno pidió dos tragos a la barra y le dio a su esposa su favorito de burbujas rosadas. Él amaba el sabor a fresa que dejaba en su boca y lo sabroso que era probarlo en ella.

Perrie lucía nerviosa pero ansiosa, así que le sonrió y apretó su mano con la suya.

-Zayn, que gusto verte acá.- un hombre se presentó, sonriente y sin poder disimular lo llamativa que le resultaba la mujer de aquel empresario.

-Dustin.-

Afeitado, cabello rubio y ojos verdes. Su mandíbula era filosa y su pecho ancho. Era tan alto como Zayn y parecía de esos empresarios que todo lo saben y todo lo pueden. Perrie supuso que por eso conocía a su marido. Pero era interesante su atractivo, incluso deseable.

-Debería presentarlos. Mi mujer, Perrie; Dustin, un viejo conocido.-

La rubia tendió la mano y él la besó, sonriéndole y recibiendo una imitación de los rojos labios.

Durante lo que debió ser más de una hora, los tres conversaron, entre risas y algún que otro trago. Perrie captaba las miraditas que aquel hombre le dirigía, en especial cuando era para permitirle un breve recreo a la mirada en su pecho. Zayn también lo había notado, y supo entonces que él deseaba a su mujer - algo fácil de comprender - y podía ser el tercer integrante en su encuentro.

-Zayn, jamás me dijiste que tenías una esposa tan hermosa y encantadora.- comentó, aún sin quitarle los ojos de encima a la rubia.

-Hay cosas que uno decide preservar.- se encogió de hombros mientras afirmaba su agarre sobre la fina cintura -Pero de vez en cuando puede compartir.- agregó y Perrie sonrió.

-¿Por eso están acá?-

-Quizá.- sugirió entonces la mujer y el invitado le sonrió ampliamente.

-Puedo acompañarlos, si gustan.- fue la respuesta del rubio.

Zayn apretó el agarre en la cintura de su mujer y le dirigió una mirada a quien más le interesaba la propuesta. Los ojos azules estaban brillantes y con eso y la amplia sonrisa supo que ella quería aceptar, y él no iba a negárselo.
Se limitó a asentir y pronto la pareja seguía al tercero, directo a un apartado bastante escondido pero puesto en un pasillo donde se notaba había más iguales. La habitación era lo suficientemente grande como para poseer comodidad, con una cama amplia de punto central y a un lado lo que debía ser un mini-bar, así como una puerta que llevaba probablemente a un baño.
En todo el viaje, el moreno no había soltado la mano de su esposa, y parecía no querer hacerlo; sobre todo cuando vio a Dustin quitarse el saco.

Enough Room For Three? |ZERRIE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora