Armas.

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La luz entra por la ventana y pequeñas estelas rebotan contra el cristal del espejo en el que observas tu cuerpo. Que pequeños ignorantes somos a veces, que aún sin serlo, nos hacemos los ciegos para no dejar que nada nos consuma, queremos proteger nuestras pupilas, para luego no tener que aferrarnos a otras y llevar ese dolor en el pecho izquierdo cuando nuestra vista ya no las alcance.

Tontos ignorantes somos a veces, que pensamos que el amor no existe tan solo porque creemos que no hace daño, cuando en verdad es el arma más poderosa que existe, que mata al igual que revive. Y que, aunque suene triste, todo el mundo queremos tener.

Palabras al viento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora