- ¡EXELLIARMUS!
- ¡PROTEGO! ¡INCARCERE!
- ¡INCENDIO!
La joven de pelo negro como el ala de un cuervo y largo como una noche de invierno se secó el sudor de la frente con la mano izquierda, mientras con la derecha empuñaba firmemente la varita.
- ¡AQUAMENTI! -gritó, y el escenario que decoraba su alrededor cambió en el momento en el que el hechizo fue pronunciado-.
- Se acabó el entrenamiento por hoy, aprendiz.
- Pero, maestro, no sé lo suficiente, me he dado cuenta de que me faltan reflejos y...
- Si eres capaz de ver tus fallos, más capaz eres de arreglarlos. Has entrenado mucho hoy, necesitas descansar.
- De acuerdo -dijo Pansy con la cabeza agachada y salió del lugar-.
Nada más poner un pie fuera de la sala, todo el entorno cambió, dejando ver una humilde choza de madera en lugar del refinado centro de estudios de Defensa Contra las Artes Oscuras del que era alumna desde hacía meses ya.
Se abrazó a si misma en busca de un calor que la tormenta de nieve no le permitía encontrar, y empezó a caminar, pensativa. Aquél lugar era mucho más frío de lo que pensaba, y cada día se sorprendía más al darse cuenta de que sentía el calor en sus huesos; sentía el frío y el dolor que le provocaba no tener el calor suficiente en el cuerpo.
Agitó la cabeza, enfadada consigo misma. ¿Desde cuándo le importaba a Pansy Parkinson estar sola o acompañada? Debía ser por el cansancio, pensó.
Llevaba meses entrenando con los mejores maestros de magia que la sangre pura hubiera podido encontrar, para saber cómo enfrentarse a lo peor si llegase el momento en el que lo necesitara.
Cuando se dio cuenta de que la nieve le impedía enfocar bien el lugar en el que estaba se arriesgó a sacar la mano de la chaqueta y, aunque cubierta por el guante, notó la punzada helada el único segundo que tardó en agarrar la varita y desaparecerse.
Miró hacia el cielo, el inmenso contraste de temperaturas empezando a templarle el cuerpo. Se deshizo de la chaqueta, de los guantes y de la bufanda, y los tiró sobre un cubo de basura mientras suspiraba, aliviada. Por un momento pensó que su cuerpo no aguantaría lo suficiente como para salir de aquel lugar.
Pero ella era fuerte, reflexionó. Algo tan normal, humano y mugle como el clima no debía tener el poder suficiente como para poder con la obstinada y orgullosa chica, que se dirigió hacia una tienda de ropa.
La Inglaterra muggle era algo que en un principio pensó que jamás disfrutaría, pero ahora hasta encontraba irónico el hecho de verse probándose ropa.
- ¿Necesita ayuda, señorita? -preguntó con amabilidad una de las dependientas, acercándose a ella, sonriente.
- No -casi gruñó la maga.
No era nada contra los muggles más que la cierta animadversión que aún reinaban sus pensamientos cada vez que uno de ellos se acercaba, así que intentó no ser muy ofensiva cuando rechazó su ayuda. Se paseó entre los estantes, moviéndose con la gracia y elegancia que se esperaban de ella, mirando los vestidos y abrigos que allí había, cuando su mirada captó algo extraño.
- ¿Smith? -preguntó asombrada cuando una cabellera rubia emergió de entre los vestidos- ¿qué haces aquí?
El tono que utilizaba la chica hacía que fuese obvio que intentaba contener la risa, y el ex Hufflepuff puso los ojos en blanco y se acercó a ella.
- Hola a ti también. Quería comprarle algo a mi hermana, y pensé que un vestido sería lo mejor.
- ¿Y por qué no le compras una varita? -preguntó ella, ladeando la cabeza.
- Porque ya tiene tres. Además, ha dicho algo sobre que tengo mal gusto para vestir, así que qué mejor que comprarle ropa.
- ¿Cuántos años tiene?
- 14 -respondió el chico, mirando distraído los vestidos.
Pansy echó un vistazo a los cortísimos y escotados vestidos que éste tenía en la mano y rodó los ojos con exasperación, gesto que el muchacho pasó por alto, demasiado concentrado en aparentemente vestir a su hermana de... Mujer de la calle, por decirlo de alguna manera.
- Aparta, anda -le dijo, quitándole de en medio y arrebatándole los vstidos, para momentos después volver a colocarlos en sus respectivas perchas y sacar un precioso vestido larguísimo, de un estridente color amarillo canario con decoraciones verdes en los bordes y en los finos trozos de tela en forma de hoja que se unían sobre el único hombro del que la preciosa prenda se sostendría.
- Wow... -respondió éste, y la miró agradecido, aún impresionado por no haber sido él el que viese ese vestido antes- sí que se te da bien esto de las compras. ¿Puedo invitarte a un café, ya sabes, para agradecértelo?
Ella lo miró de arriba abajo, sus ojos desprendiendo la altanería y superioridad típicas de la ex Slytherin.
- Bueno... -concedió ella, y salió de la tiendas, esperando al chico, que se entretuvo en pagar el vestido.
- ¿Y dónde quieres ir? -preguntó éste una vez fuera de la tienda.
- No lo sé... La verdad, llevo meses fuera del mundo muggle -contestó ella con voz apagada, su mirada fija en el suelo.
- ¿De verdad? ¿Cómo? Vale que hay muchos pueblos mágicos y ciudades enteramente dedicadas a ello, pero, ¿meses?
- Sí, bueno. Es lo que pasa cuando quiero mejorar y no tengo una escuela en la que hacerlo. Creo que sería una buena idea fundar un colegio para adultos, como una Universidad muggle pero que enseñe y profundice en las artes mágicas. ¿Me entiendes?
- Wow -dijo él, sorprendido- la verdad es que nunca me he puesto a pensar si me gustaría seguir aprendiendo, pero ahora que lo pienso creo que sería buena idea. Además, así podrías estudiar algo que realmente te gustara, y no limitarte a guiarte por un presentimiento a la hora de elegir un trabajo.
- Hablando de trabajos, ¿trabajas?
- Soy medimago, pero no es que me apasione.
- ¿No te gusta ayudar a la gente? Pensaba que los Huffies os dedicábais a eso en cuerpo y alma -rió ella, y se sentó en la silla de una cafetería.
- No es que no me guste, no me malinterpretes, pero me haría más ilusión ser, no sé, auror por ejemplo. O trabajar en el ministerio. ¿Nunca te han apasionado los objetos muggles?
- ¿A mí? -preguntó esta, con fingida cara ofendida- no, nunca. ¿Pretendes relegar al viejo Weasley?
El chico enrojeció hasta las orejas, y asintió levemente.
- Pero no he estudiado nada que tenga que ver con ellos. En Hogwarts cogí Runas Antiguas en vez de Estudios Muggles, porque ambas me caían en las mismas horas y pensé que tendría más futuro con Runas, pero nada más salir del colegio me di cuenta de que el mundo muggle era fascinante -ignoró cómo Pansy le sacaba la lengua- ¿por qué no has fundado el colegio? Que yo sepa, dinero no te falta.
Y entonces a la muchacha se le iluminó el rostro, mientras una brillante idea aparecía en su mente.
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JEJEJEJEJEJE. Podéis odiarme, os lo permito. No tengo ninguna excusa para no haber subido en tanto tiempo, pero jo, no he tenido nada de tiempo.
Por cierto, a ver si me podéis ayudar. Voy a cambiarle el nombre y la portada a este fanfic, y quiero que me deis ideas para ambos. Podéis dejarme en los ocmentarios las sugerencias que tengáis tanto para el título como para la portada.
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High-heeled disaster (secuela - editando)
FanfictionLos problemas no dejan de perseguir a Hermione, quien esta vez ve amenazada su vida fuera del mundo mágico. ¿Conseguirá proteger su intento de seguir con su vida, o fallará estrepitosamente?