- Dime, qué ocurre -le instó a hablar mientras hacía el amago de ir a sentarse, pero el rubio agarró su muñeca e hizo un gesto con la cabeza, alertándola de la presencia del muggle sin que éste se diese cuenta.
- Tengo que comentar contigo algo sobre tu trabajo -le dijo mientras separaba las sílabas de la palabra "trabajo".
- Entiendo... Owen, ¿podrías dejarnos solos un momento? -pidió la morena mirando suplicante a su compañero de piso, cosa que le funcionó cuando con un suspiro derrotado y una sonrisa el chico de los tatuajes dejó el salón para los magos.
Draco se sentó cuando vio que el compañero de ella había abandonado la estancia, pero por la seguridad de la información que iba a revelar sacó su varita casi imperceptiblemente y susurró 'muffliato', un hechizo que los guardaba a ambos en una burbuja de la que no salía ningún ruido.
- Alguien ha intentado envenenar a Daphne. No sé qué diablos ha pasado, pero recibí una lechuza hace poco, de ella, diciendo que Blaise había conocido a una empleada de químicos del Ministerio de Magia en Hogsmeade. ¿Qué está pasando aquí? Desde luego tú debes de saber más que nosotros.
Hermione se mordió el labio mientras pensaba en qué podría decirle a Draco. La verdad era que ella tampoco sabía mucho, pero sí tenía conocimientos de lo que Kingsley le había dejado conocer: que había memorias de Dumbledore que profetizaban una catástrofe para alguien cercano.
- El Ministro... me dijo que alguien del colegio había encontrado algo en las memorias de Dumbledore, a las que por respeto al director nadie había accedido. En ellas había una profecía, una de las del Ministerio, y según tengo entendido un muggle cercano a nuestra generación iba a morir. Hemos enviado a bastantes trabajadores a los pueblos y aldeas cercanos a Hogwarts, su trabajo es vigilar a los muggles que tienen algo que ver con nosotros y a los magos que se les acercan, pero aún no tenemos nada.
No sabía por qué, pero la ciega preocupación de Draco hacia Daphne empezaba a molestar a Hermione.
Vio como el rubio hundió la cara entre sus manos y suspiró con fuerza, la incertidumbre lo mataba. El no saber qué demonios había pasado o por qué no le daba buena espina.
- Me voy a Hogsmeade –dijo de repente, con una chispa brillando en sus ojos grises, y todas las alertas de Hermione se dispararon.
- ¿A Hogsmeade? ¿Qué crees que va a pasar? ¿Qué todas las pruebas y culpables se colocarán en fila delante de ti? Si conocen a Daphne lo suficiente como para saber qué era lo que iba a tomar, ten por seguro que todos sabrán que si tú estás allí es para descubrir qué pasa. Por las barbas de Merlín, Malfoy, no hay que ser muy listo para darse cuenta.
- Cualquiera diría que no quieres que me acerque a Hogwarts más de lo que quieres que averigüe lo que pasa, Herms –espetó Draco con una sonrisa de lado que a Hermione no le gustó- pero voy a ir igual. Si lo que te preocupa es que pueda pasarme algo, ven conmigo. Voy a pasar unas noches allí, quizás me aloje en el Caldero Chorreante y me desaparezca al pueblo por el día.
La morena lo pensó durante unos segundos, realmente no era mala idea, ya no por investigar a todo el que pisara el pueblo sino para salir de la rutina de su trabajo en el Ministerio y su vuelta a casa. Ahora tendría que decírselo al chico con el que compartía la casa.
- Vale, pero tengo que avisar a Owen, no vaya a ser que me vaya de casa y no vuelva en días y no sepa dónde estoy, que casi estamos a final de mes y tengo que pagar las facturas.
- ¿Fac... turas? –preguntó el mago.
- Sí, Draco, facturas –ella rodó los ojos con impaciencia mientras deshacía el hechizo que los mantenía insonorizados- los muggles pagan facturas a final de mes, es un dinero que das al Ministerio no mágico por haber utilizado el agua, el gas y demás cosas.
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High-heeled disaster (secuela - editando)
Hayran KurguLos problemas no dejan de perseguir a Hermione, quien esta vez ve amenazada su vida fuera del mundo mágico. ¿Conseguirá proteger su intento de seguir con su vida, o fallará estrepitosamente?