El mensaje

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Todo lo negro tiene su parte blanca y todo lo blanco tiene su parte negra; así funciona nuestro mundo. Esto es algo que Dalas (que había releido el mismo maldito mensaje no menos de 20 veces) entendía a la perfección.
Para Dalas, la fama había llegado como un Alud, con la única diferencia de que el Alud es algo inesperado y, sin embargo, su escandaloso y raudo crecimiento en Youtube había sido maquinado al milímetro desde un principio. Y, ¿qué había salido mal? Nada.
Al menos hasta que había recibido ese dichoso mensaje.
No solo habían aumentado sus ganancias y su fama, sino que además había estado zumbándose a una tía despampanante durante años. La misma tía que ahora mismo acababa de joderle la existencia con un solo mensaje. 
Dalas, que estaba sentado en el sofá de su cuarto con la cara hundida entre las manos, alcanzó el móvil con la derecha y volvió a leer, esta vez con media cara tapada, el mensaje de María.
"He reunido a todas las chicas y he reunido todos sus testimonios y pienso hacerlo público mañana o puede que esta misma tarde. Realmente te estoy avisando para que, como acostumbras a hacer, comiences a maquinar una excusa y te pongas a grabar un video de esos que según tú "no te gusta hacer" para desmentir todo la mierda que va a salir de nuestras bocas en las próximas horas y también para que le reces a quién te salga de los cojones para que te proteja de lo que se te viene encima. Llevas mintiendo mucho tiempo a tu audiencia, pero esta vez no es solo mi voz la que se alzará y sabes que a la gente no le gustan los mentirosos. Estás sólo." 
Dalas bloqueó el móvil (dejando el cuarto prácticamente a oscuras) y suspiró profundamente mientras dejaba caer la cabeza en el respaldo del sofá. Luego, con un movimiento espasmódico, lanzó el móvil con toda la fuerza que su frustración acumulada le brindó a la otra punta de la habitación (y acto seguido, deseó no haberlo roto). Se levantó a recogerlo arrepentido y, si bien no lo había roto a la primera, acabó reventándolo contra la pared del pasillo cuando lo recogió recogió al leer que en la pantalla se había iluminado un mensaje entrante que rezaba un punzante "¿Se te ha comido la lengua el gato? ;)" .
Joder.
Respiró hondo, tratando de calmarse. Dio media vuelta y se sentó en la silla para acto seguido encender la pantalla del ordenador. Luego, preparó la cámara, volvió a respirar profundamente y pulsó el botón de grabar.
Comenzó a hablar.
- Hola, en este vídeo no habrá bromas ni habrá risas y sabéis lo mucho que me molesta hacer estos vídeos, y más últimamente, pero lo cierto es que a veces uno necesita salir y dar la cara por sí mismo. - se rió irónicamente - Veréis...
Dalas miró su imagen a tiempo real en el ordenador, miró sus ojeras, miró su cara de muerto, la misma cara de angustia de alguien que supiese que iba a morir y que no tenía una segunda oportunidad. La cara de un condenado. Entonces comprendió que se le habían acabado los argumentos, que ya no podía seguir hablándole a la cámara de este tema con la soltura de la que antes gozaba. Ahora había una horda de chicas que tenían pruebas que le implicaban a él directamente, pruebas que, además, él sabía que era infalsificables estaban a punto de levantarse en su contra al unísono siguiendo un plan que María había orquestado cuidadosamente tras la polémica ocurrida meses atrás que tanto le había beneficiado y que ahora tanto le estaba jodiendo. La negrura había llegado a la blanca vida de fama de Dalas para teñirla por completo con un color negro que ni la más poderosa de las excusas podría limpiar. La negrura siempre llega, del mismo modo que en el caso de María, el blanco resplandor había llegado a su ennegrecida vida, iluminándola y dándole la oportunidad de vengarse de Dalas y de todo lo que le había hecho.  Todo lo negro tiene su parte blanca y todo lo blanco tiene su parte negra; así funciona nuestro mundo.
Dalas pulsó el botón que paraba la grabación y acto seguido abandonó la habitación y se dirigió hacia la puerta de su casa pero no sin antes haber recogido el móvil del suelo (móvil que ahora tenía solo una mitad de la pantalla operativa).  Había tenido una idea. Quizá llamarlo idea era aventurarse a ser demasiado cortés: era más bien una locura, pero Dalas se había dado cuenta de que su máscara de cordura y tranquilidad, aquella que llevaba siempre en sus videos y que siempre mostraba al público para demostrarle a su audiencia que él no hacía nada mal, había comenzado a descolgarse de su verdadera cara. Lo había visto claramente al mirarse en la pantalla del ordenador. Nadie jamás se creería que él no había hecho nada de lo que María y sus secuaces iban a decir si hablaba al público con ese ojeroso y desesperado rostro.
Pero si nadie llegaba a ver el vídeo a leer las acusaciones, el problema quedaría eliminado de raíz y la negrura que se había abalanzado sobre la brillante carrera en Youtube de Dalas se disiparía como la niebla mañanera en invierno al salir los primeros rayos de sol (por no hablar de que podría hacer un vídeo lamentándose por lo sucedido y así atraer ama audiencia a su canal). Nadie se alzaría si María no abría la boca, y ese era el plan: cerrársela para siempre.
Dalas marcó a duras penas un número en su móvil mientras cerraba la puerta de su casa detrás de sí. El tiempo era oro, igual que las visualizaciones.

Miare's Project: REVENGE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora