Hemos vuelto a Wichita en un coche que no sé qué amigo le ha prestado a Neil, o eso nos ha dicho él, a saber de dónde lo ha sacado. Estamos en el bar al que fuimos la noche que nos conocimos, ese oscuro local de asientos mullidos y buena música, donde Neil suele tocar la guitarra mientras toda la sala suspira por él. Recuerdos llegan a mi mente de una noche que siempre recordaré, el inicio de una era. Un Zach igual que yo en apariencia y totalmente diferente en casi todo lo demás intentando desesperadamente causar buena impresión a sus nuevos amigos.
- ¡Alzad esas copas! – nos ordena Neil, refiriéndose a unos grandes vasos de plástico con una extraña mezcla de vodka, batido de fresa y mucho hielo que la misma camarera asombrosamente guapa de la otra noche nos ha servido. – Sabía que saldría bien, pero no me imaginaba que tanto. Ha sido perfecto. Nuestra revolución no podría haber tenido un final mejor. Hemos hecho un gran trabajo, estoy orgulloso.
- Todo ha sido gracias a ti, Neil. – reconozco
- Somos un equipo. – replica él, aunque en el fondo sabe que no es así, que él es el jefe, el que manda, el mejor.
- Y ahora toca esperar. – interviene Barry - ¿Os imagináis sus caras cuando se enteren? ¿Qué creéis que pensarán? ¿Les llegará nuestro mensaje?
- No estaba muy segura antes de hacerlo, pero después de ver el trabajo hecho, estoy segura de que conocerán nuestros motivos.
- Sea lo que sea, lo veremos en las noticias de mañana, desde nuestro sótano. – afirma Neil. - ¿Cuándo te mudarás, Zach?
Sal y yo intercambiamos miradas. Me apoya con la mente, me da la mano en la imaginación. "Adelante", piensa ella, y yo lo sé de inmediato, sin necesidad de que las palabras lleguen a su boca.
- Esto... No me voy a mudar, Neil.
- ¿Cómo?
- Me encanta este mito de Peter Pan en el que vivís y vuestro sótano, que es como Nunca Jamás y allí nunca pasa el tiempo. Y ojalá pudiera formar parte de todo esto.
- Puedes. – me interrumpe él. – Múdate y lleva esta vida tú también. Puedes hacerlo.
- No, no puedo. Tengo que disfrutar mis 16 años mientras los tengo, como hace la gente de mi edad. Y luego, creceré. Estudiaré, encontraré trabajo, viajaré, puede que me case e incluso que sea una persona responsable que viva por sí misma. El futuro me espera, mi vida me espera, no quiero perdérmela. Hay una edad para cada cosa y se pueden disfrutar cada una de ellas. No hace falta aferrarse a una, como si fuera la única.
- No puedes ser joven siempre o fingir que lo eres, porque un día te despertarás siendo un adulto y no habiendo hecho nada que merezca la pena. – dice Sal
- Sally, ¿tú también?
- Yo también. – afirma ella segura. – Voy a enviar mi solicitud a una escuela de artes, me esforzaré como nunca he hecho por nada en toda mi vida y me graduaré. Y encontraré un trabajo. Y creceré. Creo que ya es hora.
- Así que, ¿Sally no puede esperar?
- Es muy tarde, Neil – dice ella con la mirada al suelo, evitando mirarle a los ojos. – No te enfades.
- ¿Qué no me enfade? Nosotros estamos juntos en esto, desde que éramos unos críos. ¿Quién te ayudó cuando estabas sola? ¿Quién te escuchó cuando no tenías a nadie? ¿Quién te acogió cuando decidiste marcharte de casa? Siempre te he apoyado, Sally, siempre he estado aquí para ti.
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No crezcas, es una trampa
Roman pour AdolescentsZach está solo y perdido en un mundo que no comprende. Aislarse es lo que mejor hace, alejar a la gente, odiar a todo y a todos. Pero ¿y si ser un adolescente no es tan malo como parece? Zach experimentará por primera vez en su vida la sensación de...