Capítulo 6: Mentir, la mejor y única opción

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Estoy solo, sentado en uno de los pupitres de una sala en la que nunca antes había estado. La señora Perkins me ha dicho que espere aquí. Han pasado quince minutos desde entonces y nada ha ocurrido. Empiezo a pensar que no va a venir nadie. El silencio me rodea y sólo hay una tenue luz justo encima de mí. No tengo la menor idea de por qué estoy aquí, pero llevo tanto esperando que ya ni siquiera estoy nervioso. Siento el aburrimiento sobre mi cabeza. No sé cuánto tiempo puedo aguantar despierto. Intento inventar ritmos aleatorios con el pie para acabar con mi cansancio, pero nada funciona.

El pomo de la puerta se gira lentamente. Yo me incorporo, aparentando estar bien sentado desde el principio.

Es Kevin Noséqué, aquel chico tan profundo que se preocupaba sobre qué debía regalar a su novia el otro día, no sé si lo recordáis. Me mira de forma inquietante por unos instantes y comienza a andar de un lado a otro de la habitación. Tiene el pelo largo y lleva una chupa de cuero. Su aspecto es bastante guay, su cerebro no tanto.

- ¿Vienes a la charla? – me pregunta

- Supongo – miento yo, ¿y por qué no? Es más corto que explicar que una orientadora que no tiene nada mejor por lo que preocuparse que mi vida social me ha traído aquí y se ha largado - ¿Y qué se supone que hacéis aquí? –

- Hablamos... de cualquier cosa – dice sin parar de moverse. – Lo siento pero estoy muy nervioso – me confiesa, esperando que le pregunte si está bien, qué le ocurre y todas esas mierdas. Pero no lo hago.

Sé exactamente lo que Kevin pretende: desahogarse conmigo aunque ni siquiera sepa mi nombre, dejarme todos sus problemas de adolescente sociable y luego irse con sus amigos, sin volver a dirigirme la palabra nunca más. Pues la vida no es así. Yo también puedo tener mis problemas y mis cosas. ¡Vale! En realidad no las tengo, pero podría. No soy un muro de las lamentaciones. ¿Os imagináis que pasaría si todos los alumnos del instituto vinieran a contarme sus cosas? Acabaría suicidándome. Y no quiero suicidarme. Quiero salir de este sitio y hacer algo divertido con Neil.

Sin embargo, mis esfuerzos no evitan que Kevin siga hablando.

- ¡Estúpidos libros! – dice tirando al suelo un par que hay encima de la mesa del profesor – Los odio. Solo sirven para una cosa. Para que mi novia los lea y se le metan en la cabeza estúpidas ideas sobre que tengo que ser más romántico. Ahora cada vez que me quiero liar con ella me obliga a suplicar un poco antes. ¿Te imaginas lo ridículo que es? ¿Entonces para qué sirve salir con alguien si no es para liarte cuando quieras?

No sé qué responderle. De verdad. Sólo siento pena por esa pobre chica que lee y que busca el romanticismo en un mundo en decadencia. Es difícil encontrarlo hoy en día. Y más con un novio como Kevin. Él es la clase de tío que no se preocupa por nada, aparte de satisfacer sus necesidades básicas, claro. Deduzco que su única forma de actuar como pareja es ir a un par de fiestas juntos, liarse y dejar de utilizar su nombre real para empezar a referirse a ella como "su novia".

La puerta se abre de nuevo y entra un grupo de alumnos, acompañados de la señora Perkins. Kevin se sienta a mi lado y los demás escogen un pupitre al azar.

- Buenos días, chicos, me alegro de teneros una semana más conmigo. Hoy tenemos el placer de disfrutar de la compañía de un nuevo alumno... ¿Zach? – dice esperando que yo me levante para saludar orgulloso y que, tal vez, pronuncie algunas palabras elocuentes. Pero no lo hago. Supongo que me gusta no cumplir las expectativas de la gente.

Levanto un poco la vista y, entre todas las miradas curiosas, veo a una que es diferente. Más clara, más alegre, más bonita. Es la de Emma Norton. Le sonrío, pero vuelvo a bajar la cabeza intentando disimular. Es preciosa, lo juro. No estoy exagerando. Cómo me gustaría que pudierais verla, os enamoraría tanto como a mí.

No crezcas, es una trampaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora