Episode 5.

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— ¿Estás bien pequeño? No te hiciste daño, ¿verdad? —Pregunté desesperada, alejándolo del montón de vidrios rotos regados en el piso.

Hace solo unos minutos lo había dejado acostado en su cama, dormido... Cuando escuché el sonido de algo romperse contra el suelo, y no había sido nada más que el espejo de la habitación de Azusa con el cuál, el había tratado de hacerse daño.

— Mamá... Pégame... —Suplicó, pausadamente. — Quiero... Sentir...que valgo...la pena...que estoy...vivo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, odiaba con todas mis fuerzas ver a Azusa decir esas cosas, me hería profundamente.

— No me pidas eso amor... —Sorbí mi nariz, para después envolverlo con mis brazos. — Tu vales mucho, Azusa. —Acaricie cariñosamente su cabello. — Estás vivo... —Comencé a besar su mejilla, su pelo, hasta el resto de su rostro. — Puedes sentir eso, ¿Verdad? —Con una pequeña sonrisa besé la cicatriz de su nariz. — Es todo el amor que te tengo, ¿Lo sientes verdad?

Pasó mucho tiempo hasta que él respondiera.

— Si... Lo siento...

Sonreí abiertamente. — Te quiero, no lo vayas a olvidar...

~~~

— Te quiero...

— Es bueno saberlo, aunque.. Eres pésima demostrándolo. —Di un pequeño salto en mi lugar por el susto. Me había quedado sumida en mis pensamientos otra vez... —Vaya, ¿Te asuste?.

Suspiré pesadamente ante su risa.

— Hola, supongo. —Lo saludé de mala gana.

— Me vas a decir que haces aquí o, ¿Debo preguntar? —Me miró, con una ceja levemente arqueada.

— ...Digamos que me invitaron a quedarme. —Me limité a decir, dándome la vuelta para salir del salón. — No te supone un problema, ¿Verdad?

— Si te soy realmente sincero... Si. Es un problema. —Escuché sus pasos acercarse. — Te traje para que estuvieras con ellos, no para...

— Eso se acabó, Karl. —Detuve mi andar y me volteé a mirarlo. — Mi trabajo con tus hijos terminó. Tú y yo nunca hablamos de un tiempo límite para estar con ellos, que yo recuerde.

— Eso es verdad, pero...

— No me interesa lo que tengas que decir, puedes guardarlo para ti.

A parte de Karl y yo, la mansión estaba vacía. Los Sakamaki habían partido a la escuela  hace ya un rato. Las últimas palabras que dijeron, -que más bien lo tome como una despedida- fueron "Si necesitas algo, pídeselo al mayordomo."

Me había tomado la libertad de explorar la mansión, o al menos memorizar los lugares que frecuentaré más. Entre ellos, la cocina.

— Bien, dejemos esta estupidez de lado, necesito hablar de algo importante. —Lo escuché decir a mis espaldas.

— No me digas... —Entré en la cocina, rodeando la mesa del centro para ir directo a la despensa. — No quiero saber de ningún tema que me envuelva con la realeza, no por ahora.

Pensar en esas cosas solo empeoraría mi punzante dolor de cabeza, y sinceramente no me siento con fuerzas para lidiar con ello.

— No puedes escapar de tu destino, como la última de tu raza heredaste todo, y ¿Esperabas que el resto de los clanes no quisieran caerte encima por eso? —Continuó hablando a mis espaldas, mientras yo trataba de ignorarlo buscando un juego de porcelana.

— ¿Se te ofrece una taza de té?

— Hana...

— Earl Grey, Reiji me preparó un poco ayer, te gustará. —Coloqué dos tazas en la mesa, frente a él. — ¿Quieres azúcar?

— No me estás prestando atención... Hana, esto es importante. —Rodó los ojos en señal de frustración. — Es simple, si tan solo aceptas mi propuesta...

— Eso no va a pasar, ya lo hemos hablado. —Llene ambas tazas con el té, y empujé una taza hacia el. — No me voy a casar contigo, no te molestes en preguntármelo otra vez.

Clavó su mirada en mis ojos, apoyando sus codos sobre la mesa que nos separaba. — No entiendo por qué me odias. Hice todo lo que estuvo en mis manos para...

— Pudiste haber hecho más... —Hable en voz baja, imitando su acción mientras acercaba la taza humeante a mis labios. — Si tan solo tú...

Sin darme tiempo a reaccionar, arrebató la taza de mis manos para después arrojarla contra la pared, haciendo la taza pedazos por el contacto y todo el té estuvo esparcido de la pared hasta el piso.

Permanecí inmóvil.

— Querida, no juegues con mi paciencia... —Sus manos tomaron las mías con una inquietante dulzura. — Más te vale que resuelvas tu problemita, no pretendo seguir aguantando a tus malditos pretendientes... —Sonrió, claramente con malas intenciones. — Solo no vayas a tomar una decisión de la que después te arrepientas.

Tragué saliva, alejando lentamente mis manos de las suyas. — Yo nunca me arrepiento de algo, deberías saberlo.

— Entonces tendré que hacer que eso pase... —Se alejó. — Será divertido. Hasta entonces... Trata de pensar en qué harás.

Preferí quedarme callada hasta que desapareció. Finalmente pude respirar tranquila cuando se fue.

— Estúpida... ¿Cómo puedes dejar que un inferior te intimide? Eres una vergüenza para nuestra raza, y para nuestro apellido... Etcétera... —Cité las palabras que seguramente me diría mi hermano de haber visto una escena como esta, mientras me agachaba para limpiar el desorden que el ocasionó.

Sin embargo, mis piernas flaquearon e inevitablemente caí al suelo con la cabeza dándome vueltas.

— Está empezando... —Intenté inútilmente ponerme de pie. — Puedo sentirlo...

***

— Christa... No merecías terminar así. —Hablé en voz baja, mientras sostenía una foto suya.

Logré reponerme un poco del incidente de hace un rato, no obstante, seguía sintiendo dolor en el cuerpo, y temía que en cualquier momento volviera a caer al piso.

No quiero imaginarme lo que me sucede, pero si lo pienso bien no hay ninguna otra explicación.

Deje la foto en su lugar con sumo cuidado, para después dar la vuelta y salir lentamente de esa habitación, a la cuál estoy segura que no debí entrar.

Solo tuve un poco de curiosidad...

— Hana...

Me sobresalté, pegándome a la pared para evitar otra caída fatal. Miré hacia atrás, encontrándome con el dueño de esa voz, y casi sentí que me desmayaba ahí mismo.

Era Azusa.

— Azusa... —Me volteé completamente, aún pegada a la pared. — ¿Qué se supone que haces aquí?

El no respondió al instante, tenía un semblante mas inexpresivo que de costumbre, y lo único que hacía era mirarme. Solo mirarme.

Carraspeé la garganta, extrañamente incómoda. ¿Por qué está el aquí? ¿Por qué regresó?

— Azusa...

— ¿Ya no...me...quieres?

Dio pasos hacia mi, inseguro.

— ¿Qué dices?

Todo a mi alrededor comenzó a dar vueltas.

Estoy soñando. Mínimo esto no es mas que una ilusión... ¡¿Por qué ahora parece que les importo?!

—¿...Hana?

Fueron las últimas palabras que escuché antes de que todo se tornara oscuro.

***

«Mukami's Mother» |Diabolik Lovers|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora