Derecho y Economía

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Al comenzar hablaros el otro día, puse el ejemplo de quien, al pasar ante una frutería, roba o compra una manzana. Estos del robo o de la compra, son actos juridicos: pero antes que al campo del derecho, pertenecen al de la economía.

Son actos económicos todos aquellos mediante los cuales tratan los hombres de satisfacer sus necesidades. La palabra economía, que viene del griego, expresa hasta literalmente esta idea, puesto que oikos quiere decir casa; y la casa es un interés fundamental del hombre, y hasta de la sociedad, ya que suministra el ambiente dentro del cual la familia, que es la célula de la sociedad, puede realizar el milagro, no tanto de la propagación de la especie, cuanto de la formación del individuo.

Las necesidades de los hombres son ilimitadas y las de los vienes son limitadas. Desdichada mente los bienes, mientras satisfacen ciertas necesidades, estimulan otras. Para distinguir al hombre de los demás animales, acaso la fórmula más satisfactoria fuera decir que el hombre no está nunca contento. Cuanto más tiene, más quisiera tener. Por eso es que los hombres, como las naciones, se hacen la guerra.

Ahora bien, hay que saber que es la guerra. La idea que de ella tiene la gente, es por lo común burda y aproximativa. Tampoco la ciencia se cuida, por lo demás, de definir la exactamente. Quien habla de guerra, piensa en dos pueblos que se combaten con las armas.

Esa es, diríamos, la guerra vista con el telescopio. Para comprender que es la guerra, hay que emplear sin embargo, también el microscopio. Vista de cerca, se advierte que el concepto de guerra depende del concepto de la propiedad.

También la propiedad es un fenómeno económico, antes que jurídico. Es singular que el también, como la economia, diga relación en la casa; en latín la voz correspondiente a la propiedad es dominium, y dominium viene de domus, que quiere decir casa. El hecho económico es aquel en virtud del cual alguien, cuando ha tomado algo que le sirve para satisfacer una necesidad, quiere retenerlo para si: el esfuerzo para tomarlo se prolonga en el esfuerzo para conservarlo. Se establece una relación física entre el hombre y el bien el cual queda retenido bajo su dominio, es decir, en la esfera sometida a su fuerza física. Se advierte, en ello una vinculación entre la casa y el cuerpo del hombre, que es lo que le pertenece antes que ninguna otra cosa. Y se forma en torno de el una especie de halo o de recinto, que es precisamente la domus, la casa, entendido no sólo como cobijo, sino como conjunto de cosas que le sirven para la vida.

La divisa de la economía es, por desgracia, homo hominis lupus [el hombre, para el hombre, un lobo]; el hombre, económicamente, se comporta frente a otro hombre como un animal de presa, en vez de dejar a cada cual lo que haya logrado aprehnder, el otro se ve tentado a arrebatárselo. La guerra no es en su raíz más que este acto de arrebatar. Invasión del dominio, en otras palabras. Los confines entre el haber de un hombre y el haber de otro hombre, en vez de ser respetados se violan.

No hay que creer, pues, que la guerra se combate únicamente entre pueblos y solo con armas. A la guerra macros copia corresponde la guerra microscópica. También el hurto tiene la esencia de la guerra; y no sólo la rapiña, que es el hurto con violencia, sino también el hurto con destreza. La guerra, antes de combatirse entre pueblos, se combate entre individuos. Si nos resulta extraña la vinculación y hasta la identidad entre el hurto y la guerra, ello es porque consideramos ese hecho bajo el aspecto jurídico, y no bajo el económico. Pero si no se comienza por la economía y, por tanto, no se desenvuelve el concepto de la guerra en toda su amplitud, no se comprende el derecho.

Ahora bien, observese que la guerra produce desorden, o mejor aún, es desorden. Del orden, idea fundamental para comprender el mundo y la vida, vasta hablar aquí de manera sencilla: hay desorden cuando las cosas no están en su sitio. ¿quien no sabe que la guerra se resuelve en desorden?.

El secreto del derecho esta precisamente en que los hombres no pueden vivir en el caos. El orden les es tan necesario como el aire que respiran. Como la guerra se resuelve en el desorden, así el orden se resuelve en la paz. Los hombres se hacen la guerra, pues, no tanto termina con la paz, cuando qué tiende a la paz. Lo que pone fin a la guerra es el pactum, y la raíz del pacto es la pax. Otra palabra expresiva es la de contrato. Que quiere decir en el fondo lo mismo: poniendo fin a la guerra, los hombres, en vez de estar el uno contra el otro, tratan de estar juntos.

También el contrato, como la propiedad, es un fenómeno económico antes de ser jurídico. Al combatirse los hombres, advierten que tienen necesidad los uno de los otros. El hombre es esencialmente sociable; en otras palabras, hombre y sociedad son las dos caras de una misma medalla. Robinson Crusoe es el fruto de la fantasía de un novelista; pero esto, por lo demás, le ha puesto al lado ha viernes, pues de lo contrario no hubiera podido siquiera hacer la novela. Necesidad de la paz y necesidad de los demás hombres son la misma cosa. Como el dominio, como la guerra, así también el tratado de paz es, por tanto, un producto de la economía pura.

Pero mientras se mantiene en el terreno puramente económico, el contrato no ofrece a la paz ninguna garantía. Económicamente el contrato es la expresión de un equilibrio logrado por las fuerzas contrarias de los combatientes. En la lucha llega inevitablemente el punto muerto cuando alguno de los dos tiene la sensación de no poder obtener un resultado mejor al ya conseguido, de manera que seguir combatiendo redundaría en pura perdida, entonces los combatientes hacen la paz. Pero esta es una expresión eufórica, que no responde de a la realidad. En la realidad, más que de la paz se trata de una tregua. En efecto, cuando después del necesario reposo uno de los adversario se cree en posición de fuerzas que puedan permitirle mejorar la situación establecida por la tregua, vuelve a encenderse la lucha. En el campo de la economía, por tanto, no hay nunca verdadera paz; la historia de la economía es toda una sucesión de luchas y de treguas; no es verdadera paz la pausa entre dos guerras.

La conclusión que hay que sacar de ello es que la economía no basta para poner orden entre los hombres y satisfacer así lo que constituye la necesidad suprema del individuo y de la sociedad.

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