Capítulo 8

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Kise despertó y sentía la boca seca.

Aún no lograba abrir sus

ojos por completo y descuidadamente se giró sobre la cama lanzando un

manotazo al cambiar de posición.

―¡Auch! ―Kise escuchó una profunda voz masculina lo que hizo

que sus ojos se abrieran de inmediato― Gracias, Kise, ahora pareceré

mapache con ambos ojos en tinta-

El rubio se incorporó de golpe en la cama y observó al hombre que

le hacía compañía en esta.

Aomine estaba en su cama, bajo la colcha, con el torso desnudo...

¿Qué había pasado anoche? Pensó confundido y sin poder recordar nada

de la noche anterior.

―¡Aominechii! ―dijo Kise mientras Aomine se sentaba en la cama y Kise se

cubría hasta el cuello con la colcha― ¿Qué haces aquí? ¿Qué... qué pasó

anoche?-

Aomine le miraba con detenimiento y diversión, Kise estaba despeinado y

con sus ojos color miel muy abiertos, además con la colcha se tapaba hasta

el cuello, como si él no conociera ya cada parte de su cuerpo.

―¿Y bien? responde, ¿qué pasó anoche? ¿Por qué estás en mi


cama? ¿Por qué tu cara tiene un golpe?-

―Anoche te encontré en un bar... bueno, estabas con unos amigos,

que a todo esto tan amigos no son ya que te dejaron solo a tu suerte...-

―¿Puedes resumir la historia? Sí, recuerdo que estaba en el bar

con mo hermana y sus amigos, pero... ¿por qué estás tú aquí?-

―Bueno...Kise... hubo una pelea...-

―¿Una pelea?―

-Sí, además Kise, anoche te drogaron-

Kise soltó un grito ahogado, no podía creer lo que le estaba

contando Aomine, pero podría ser verdad, ya que no recordaba nada.

―¿Drogado? ¿Cómo que drogado? ¿Quién?-

―Estabas bailando y un tipo se te acercó y tú lo rechazaste...― A

Aomine se le formó una sonrisa de satisfacción en el rostro al decir

eso- pero él insistió, supongo que fue él quien puso droga en tu trago-

―¡Por Dios! ―exclamó Kise hundiendo la cara en la colcha y

sintió cómo un escalofrío le recorría todo el cuerpo al pensar en qué pudo

haberle pasado.

―Cuando vi que él trataba de forzarte me acerqué y fue ahí donde

comenzó una pelea y a la cual todo el bar se unió, Te encontré apoyado en

una mesa, con la mirada perdida y luego te desmayaste en mis brazos... y

luego te traje hasta aquí- Kise miró a Aomine y su corazón dio un brinco.

Saber que él lo había salvado de quizás qué destino hizo que le dieran ganas lanzarse a su

cuello y besarlo... pero no podía... no debía.

―Bien, yo... te agradezco tu ayuda,pero, aún no me contestas

Mi Rubia DebilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora