10.- Parte: "Las garras de justicia"

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—Se lo merece —Murmuró Richard, en un intento para que ella comprendiera la situación.

Casi de inmediato, lo miró con odio, empujándolo lejos.

—¡Cállate! nadie sabe por qué él es así... ¡Y necesitamos comprenderlo! —Alzó la voz y puso la frente en alto.

Las personas alrededor la observaban con un poco de lastima. No acostumbraba a ver casos de ese tipo en el lugar pero a Rubí le daba igual que decían. Aun así, no dejaba de dejar caer lágrimas hasta que sintió una mano en su rostro, abrió sus ojos para admirar a Tom que sonreía débilmente.

—Mi pequeña gema... Debo de pagar por lo que hice —Pudo decir con las pocas fuerzas que le quedaba, apreciando los hermosos ojos verdes de la mujer castaña, brillaban con una bonita intensidad.

Olvidó que podía salir con magia y aun así no quería, más bien deseaba que lo encarcelaran ya que ese momento de cordura lo hizo pensar en lo malo y lo bueno. Aprovechando la situación, el pelinegro le dio un beso a Rubí en la frente haciendo que parara de llorar y lo intercambiara por una gran sonrisa.

Después del beso, separaron al mago de Rubí, trato de liberarse de las manos de sus compañeros que la sostenían para salvar a Tomás pero eran demasiados fuertes para ella, mientras que al hombre le tocó lo peor. Lo arrastraban hacia la jaula del león el cual dormía tranquilo. Rubí sabía que ese era el final para él eso, era todo.

Ordenaron al dueño del león que abriese la puerta y que el animal hiciera su trabajo, una vez que el mago estaba dentro de la jaula, observó con tristeza al león, el cual, no quiso comérselo eran amigos desde que era un cachorro así que se negó. El animal sabía quién eran los verdaderos malvados allí.

La gente empezó a tirar pequeñas piedras a la jaula, querían acabar con el asesino del pueblo rápido y verlo sufrir menos Rubí estaba asustada como nunca en su vida. El animal se hartó, ya que su dueño le daba latigazos una y otra vez con fuerza incluso le gritaba. No tuvo de otras y saltó al pelinegro para empezar a rasguñar, morder y arrancarle pedazos de carne a Tom, mientras que este gritaba de sufrimiento con toques de dolor. Su cuerpo era tirado y apresado en el suelo para que el león se lo comiera mejor.

La gente apreciaba la masacre como si nada, la única que lloraba era Rubí, lo más característico del ambiente fueron los dolorosos gritos. El mago sacudía desesperadamente las rejas de la jaula en un intento de salir pero el gran felino no lo dejaba.

—¡Saquenme de aquí, perdonenme! —Gritaba lleno de agonía.

Quería salir, correr solo parar la sangre y el profundo dolor que sentía por cada parte de su cuerpo de una vez. Tanto fue el castigo que comenzó a dejar salir lágrimas de arrepentimiento, o lágrimas de cocodrilo según los espectadores.

El león continuaba y seguía mordiendo cada vez mas adentro de manera rápida y entonces fue cuando el gran animal dio la mordida decidida, una mordida certera al cuello de Tom, este se retorció aun más y se ahogó en su propio liquido rojo. Comenzó a dejar de gritar y dar respiros sin vida. El piso era de color rojizo y la carne se podía notar desde lejos.

Los ojos del mago se quedaron estáticos y ya no se movía, a penas dejaba escapar suspiros. El león todavía lo tenía del cuello haciendo ver mas tétrica la situación. Lo soltó, así como si nada, el cadáver de Tom se desplomó en el suelo como un saco vació.

Cuando el león se había cansado, dejó el cuerpo a un lado y se retiró hacia una esquina para tomar una siesta.

El cadáver o lo que quedaba fue sacado de la jaula antes de que empezara a descomponerse. Los huesos de la costilla, de la pierna y el brazo izquierdo estaban a la vista. Su cara destrozada sin un ojo, marcas de las garras y sangre era lo que quedaba. Los detalles no importan pero fue sin duda una tortura imperdonable. Algunas personas tapaban sus bocas para evitar vomitar por la sangre y el acto que acababan de presenciar.

Un silencio dominó todo hasta que la mujer castaña dio un gran grito, no quiso saber más nada de nadie, su llanto se volvió arrepentimiento y se arrodilló ante Richard que aguantaba sus ganas de abrazarla y consolarla. En el momento en el que envolvieron el cadáver de Tomás, Rubí ya no pudo más y renunció esa misma noche, tomó sus cosas se largo antes de que pudiera ver como su amado fuera enterrado en el cementerio.

"Aquí yace el mejor mago y amigo de Big Laugh Circus": Fue lo que escribieron en su tumba, no duden en que los trabajadores del circo se deprimieron al no poder ayudar y ser un estorbo en todo. Irónicamente, comenzó a llover cuando Rubí se encontraba en las calles por la noche. Mientras deambulaba destrozada, se tropezó, se arrodilló, pidiendo perdón repetidas veces en su mente, a la vez, sintió como la lluvia recorría en su cara escondiendo su tristeza.

♠El origen de Magic Phantom | OC Creepy♠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora