Natalie se ensimismó en los desagradables pensamientos y se puso a sudar (otra vez). La ropa se le empezó a pegar a la espalda de una forma realmente horrible.
–¿Ya está, señorita Natalie?– la interrumpió Leslie desde fuera de la habitación, tan solo abriendo un par de centímetros la puerta blanca.
–Sí, supongo… No sé si me lo he puesto muy bien, la verdad…– dijo mientras se estiraba levemente la camisa hacia abajo.
–Tranquila, por delante está bien.
Leslie la rodeó y la miró por detrás, dónde habían unos lazos que Natalie no se había atado demasiado bien, y los empezó a hacer y a deshacer una y otra vez.
Leslie llevaba una camisa blanca con un chaleco marrón oscuro. La chaqueta que tenía puesta le caía hasta las rodillas, con un montón de detalles únicos. Unos pantalones cortos de color ocre dejaban ver unas medias lisas de color marrón. Sus botas eran casi iguales que las de Natalie, pero las de Leslie parecían más ligeras.
Aunque a pesar de toda aquella estrambótica ropa, lo que más llamaba la atención de su vestuario eran las gafas que llevaba como una diadema. Tenían varios lentes, que se eclipsaban unos a otros, y unos engranajes parecían estar bien encajados entre ellos.
Natalie se preguntó para qué deberían servir tan extravagantes gafas.
Las dos chicas avanzaron por el largo pasillo hasta llegar a las escaleras que bajaban al piso de más abajo.
A Natalie se le pasó por la cabeza que Leslie fuera una niña, tal vez una adolescente, pero más mayor de lo que aparentaba, ya que no conocía a nadie que con nueve años fuera tan inteligente. Al menos, no de la forma en que lo era Leslie.
–Por cierto Leslie, ¿puedo preguntarte algo?– dijo Natalie distraída con los cuadros que habían en las paredes.
–Acaba de hacerlo.– rió Leslie.– Dígame.
–¿Cuántos años tienes? Pareces muy... madura.
–La gente suele preguntar. Tengo ocho años.
A Natalie le cruzó por la mente su hermana Sophie. Tenía los ojos de un gris perla precioso, y toda la nariz llena de pecas. Su pelo era una maraña negra de rizos indomables y, aunque las dos se esforzaban un montón, nunca conseguían hacer una trenza. Irremediablemente le recordaba a Leslie.
–A algunos les cuesta creerlo– continuó Leslie–, ya que “hago muchas cosas de mayores”, como cocinar, limpiar, leer libros complicados de entender, y cosas por el estilo… Lo que más les sorprende es que entienda de robotteknik.
–Espera, ¿robotteknik? – Natalie se paró en seco. Robotteknik... Parecía algo relacionado con la robótica, pero no sabía con certeza de qué se trataba.
–Sí… Ah, claro… –Leslie se palmeó en la frente. –En ésta época de su dimensión seguramente no habían muchas cosas llamadas robotteknik…
–Pues, la verdad, no.
–Ahora, si quiere, se lo explicará todo el señor Jonathan. Yo entiendo del tema, pero él es un as pese a tan sólo llevar dos años aquí.– las chicas ya tomaban las escaleras que daban al sótano.– Viene del Londres del año 2134, pero se ha pasado dos años aquí. Esperaba que el próximo viajero le pudiera ayudar a volver a su época, pero viendo el material, creo que va a ser difícil.
–Estoy aquí…– dijo Natalie.
–Él es un poco arisco, pero en el fondo es encantador y muy inteligente.– la ignoró Leslie.– Espero, es más, deseo que se lleven bien. Pasarán mucho tiempo juntos, se lo aseguro.– se pararon en la entrada al sótano.
![](https://img.wattpad.com/cover/9363215-288-k845791.jpg)
ESTÁS LEYENDO
The Time Road: Los Caminos del Tiempo
Science Fiction¿Qué sería de tu vida si no pudieras dormir? ¿Si un reloj que no existe te mantuviera despierto? Natalie no duerme, no sueña y no tiene interés por nada, salvo por el cine y por el tic-tac de un reloj inexistente que la persigue allá dónde va. Cuan...