Capítulo 16

32 4 0
                                    

Me desperté en una camilla de hospital. La sala estaba vacía. Las paredes blancas daban un aspecto poco acogedor. Tenía un cable enganchado en mi brazo y al intentar incorporarme noté un fuerte dolor en la barriga. Me habían cosido la herida, pero aún así no parecía estar mucho mejor.

La puerta de la habitación se abrió y tras ella apareció James.
No tenía muy buen aspecto, su rostro estaba serio y debajo de sus ojos se podían distinguir unas profundas ojeras. Lo saludé tímidamente.

-Dime que no fuiste tú la que disparaste esa pistola-dijo James en tono serio.

Lo pensé un par de segundos y le respondí. Ni siquiera sé por qué le dije aquello, pero supongo que era lo que ambos queríamos escuchar.

-Yo no la disparé.

James empezó a respirar con tranquilidad. Yo en cambio, empecé a ser consciente del problema que tenía entre manos.

-Necesito hablar con mi hermano-dije incorporándome con dificultad.

James se peinó con delicadeza la melena.

-Eso no va a ser posible-contestó-va de camino a la cárcel.

Abrí los ojos como platos y me arranqué del brazo aquel incómodo tubo. Intenté levantarme de la camilla, pero James me empujó hacia atrás.

-No puedes hacer nada, Kat-insistió-él mismo ha confesado haber matado a tu padre.

Esto no podía ser verdad, Nathan había cargado con la culpa, y yo, yo era una cobarde.

James se sentó algo enfadado en el borde de la cama. No podía decirle ahora la verdad, no después de haberle dicho que yo no había tenido nada que ver.

La puerta volvió a abrirse, esta vez era Theo. Tenía mucho mejor aspecto desde la ultima vez que nos vimos. Él y James cruzaron miradas y a ninguno pareció agradarle la presencia del otro.
Theo se acercó peligrosamente a mis labios, pero antes de que hiciera nada lo paré.

-Tú mismo dijiste que no éramos nada-le aclaré.

James sonrió traviesamente por detrás. Theo se quedó algo paralizado.

-Solo venía a ver cómo estabas-dijo tímidamente.

-He estado mejor-respondí cortante.

Theo debió de sentirse incómodo, porque no tardó en salir de la habitación.

Sarah apareció con un ramo de flores enorme. Lo soltó encima de una mesita y me envolvió en un acogedor abrazo. Parecía estar feliz.

-Bueno, parece que al fin, podremos vivir tranquilos-suspiró Sarah-ya solo queda sacar a tu hermano de la cárcel.

James sonrió alegre.

-Fue por defensa propia-dijo el chico-así que saldrá pronto.

Yo, no los acompañé en esa alegría. En mi opinión no podíamos estar tranquilos, en cualquier momento, los hombres de mi padre volverían pidiendo venganza, y nosotros debíamos estar preparados. Sarah se percató de mi seriedad.

-¿Qué ocurre, Katrina?

Intenté fingir una falsa sonrisa, pero fue inútil.

-Esto solo acaba de empezar-dije colocando una venda en la herida que me había dejado el suero.

James me miró con frialdad, como si supiera que le ocultaba algo.
Pasé mi mano por el pelo y sonreí quitándole importancia.

El resto del día lo pasamos charlando de nuestras cosas y James contó que ya habían encontrado un local para abrir el nuevo hostal.

Daños irreparables© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora