Capítulo 19

59 5 0
                                    

Melanie se quedó paralizada en la puerta. James se acercó horrorizado a ella.

—¿Quién te ha hecho esto?—interrumpió Sarah.

La chica salió corriendo hacia el baño en busca de algodones y agua.

Melanie avanzó hasta sentarse en el sillón. Fijó su furiosa mirada en mi. 

—He visto a tu hermano—dijo pausadamente.

Me levanté de golpe y me acerqué a ella para que continuara con la explicación.

Sarah pasaba algodones mojados en agua por su cara.

—A juzgar por el aspecto que tenía cuando lo vi...—pauso su relato—ya debe de estar muerto.

James giró su cabeza hacia mi esperando ver mi reacción.

Cogí aire.

—Mi hermano es duro—dije esperando una respuesta esperanzadora.

Melanie no contestó. Supongo que no tenía ganas de soportar mi inútil positivismo.

Si mi hermano no salía de esta jamás podría perdonármelo a mí misma. Yo tenía que estar en el punto de mira de McGovern, no él.

—¿Donde los has visto?—pregunté a Melanie.

—No iras ahí—negó.

Tenía que ir donde fuera que estuvieran. Tenia que sacar a mí hermano de ahí.

—Si no me lo dices, lo buscare sola—le dije—y te juro que lo encontraré—respiré—aunque sea lo último que haga.

Melanie agachó la cabeza. Pocos segundos después se levanto del sillón y se colocó a mi altura acercándose con rabia.

—Si vas te matarán, y no he peleado lo que he peleado por ti para que te maten así de fácil porque tengas el capricho de encontrar a tu hermano—gritó—creo que tienes que empezar a madurar un poco.

Sus palabras me sentaron como una patada en el culo. ¿El capricho? ¿Lo decía en serio? ¿Ayudar a mi hermano era un capricho? Ella no podía saber cómo me sentía ¿madurar? Ya era demasiado madura, de hecho no necesitaba su ayuda para vivir, no la necesitaba ella, no necesitaba a nadie.

La desesperación se apoderó de mi. Agarré su camiseta con furia y la empujé hacia atrás.

—No sientas pena por mi, no vuelvas a ayudarme, pero sobre todo no me busques jamás Melanie, porque no me encontrarás nunca.

Recogí las cosas que tenía sobre la mesa y salí por la puerta de la casa.

Ni una sola palabra de Sarah, ni una sola palabra de James, ni siquiera Melanie abrió la boca. Nadie me paró los pies. Y quizá,  quién sabe, era lo que necesitaba en aquel momento, que alguien me parara los pies. Pero nadie lo hizo, y acababa de perder lo poco que me quedaba. 

No tenía a donde ir, podría haber vuelto para arreglar las cosas, pero era demasiado orgullosa para ello.
Comencé a andar. Poco rato después recordé que tenía el número de Claire, la chica del pelo azulado de mi clase, y decidí llamarla. Ella era la única persona que conocía a la que probablemente no le importara acogerme unos días hasta que buscara una solución.

—Iré a buscarte a la esquina del colegio a las ocho cuando termine el trabajo—me dijo desde el otro lado del teléfono.

Faltaban tres horas. Tenía tiempo de sobra para dar una vuelta, así que caminé hacia el parque del centro.

De repente, note una gasa húmeda chocar mi nariz y una venda que me tapo los ojos. Intenté gritar pero alguien puso su mano en mi boca. Poco después mis ojos se cerraron. Retiraron la gasa y el aire volvió a entrar por mi nariz. Pero eran inútiles mis intentos por moverme, pues sin darme cuenta me quedé dormida.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 29, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Daños irreparables© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora