Capítulo 9

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Me llevé alrededor de cuatro días en la cama. Tenía la sensación de que la cabeza me iba a explotar, la fiebre no paraba de subir y mi apetito era escaso. Sarah me había cuidado bastante bien y Melanie subía a verme a menudo. Ahora que ya me encontraba mejor, iba siendo hora de levantarme a dar una vuelta.

Me puse una chaqueta encima del pijama y acomodé las zapatillas en mis pies.

Cuando salí al pasillo, encontré a James con una bandeja en las manos.

-Te traigo el desayuno.

Me quedé observando la bandeja un rato y antes de que contestara James vino hacia mí.

-Vamos a tu habitación a desayunar.

Ambos entramos y nos sentamos en la cama colocando la bandeja entre los dos.

Empecé a comer con ansia, estar cuatro días sin comer, no era mi fuerte.

-Tengo que ir a hacer unos recados ¿Me acompañas?-dijo James llevándose una galleta a la boca.

-Está bien-dije sin mostrar entusiasmo.

Un mensaje sonó en mi teléfono. James pareció ver el nombre en la pantalla, porque rodó los ojos con desprecio.

Theo me había escrito.

¿Qué te parece si voy a buscarte y pasamos el día juntos?

Miré a James sin saber muy bien qué hacer, acababa de decirle que iba a acompañarle y no podía echarme atrás ahora.

-Si tienes otros planes no tienes porque venir conmigo-soltó.

James movió los dedos nervioso.

-No, es igual, otro día veré a Theo.

Contesté a Theo indicándole que no era posible que nos viéramos y eso pareció alegrar a James.

Abrí el armario para cambiarme de ropa. James seguía sentado en la cama, así que intenté entrar al cuarto de baño para cambiarme, pero Sarah estaba dentro.

Me quedé mirando a James esperando a que reaccionara y saliera de la habitación, pero el chico no se inmutó.

-Ejem...James...¿No piensas moverte?

El chico se rió.

-¿Crees que me voy a asustar con lo que vea?-dijo en tono vacilante.

-No, creo que podría sorprenderte.

Y le guiñé un ojo.

-En ese caso, me gustan las sorpresas.

Le tiré a James la camiseta que sostenía en mis manos, pero el chico, la cogió al vuelo.

-Vete de aquí James Harrison-le dije con rabia.

-Oblígame a hacerlo.

Y sin dudarlo dos veces me tiré sobre la cama con el fin de quitar su culo de ella. Pero para cuando me di cuenta, James había conseguido agarrarme las dos manos y cualquier movimiento que hacía, era en vano.

-¿Y ahora qué piensas hacer eh, Kat?

Bufé.

-Vamos James, déjame en paz.

Pero ignorando mis palabras comenzó a hacerme cosquillas.

-Para por favor-dije entre risas.

Dejé caer mi cuerpo hacía atrás, cayendo encima de James que estaba tumbado.

Apoyé mi espalda en su pecho. Podía oír cómo su corazón latía con rapidez. James pasó su mano por encima de mi cuerpo y me acarició el pelo.

Por un momento recordé mi casa y mi madre y una lágrima cayó por mi mejilla.

James se incorporó.

-¿Estás bien?-dijo preocupado.

-Sí, solo echo de menos mi vida de cuando era niña-le contesté limpiándome las lágrimas-no me gusta verme así James, me siento débil.

-Todos tenemos un punto débil, Kat, yo también echo de menos a los míos.

Miré sus ojos. Yo estaba tumbada apoyada en sus piernas y él me observaba desde arriba.

-Pero tú tienes a tu padre y a tu tía-le indiqué.

-Sí, pero he ido perdiendo a gente por el camino...mi madre, mi hermano...

Fruncí el ceño.

-¿Tú hermano?

-Sí, él está vivo, pero hace cuatro años, cuando cumplió los dieciocho, se fue, decía que no quería saber nada de mi padre. He vuelto a hablar con él, pero ya no es lo mismo.

Asentí. Nunca antes había oído hablar de su hermano.

-Algún día-dijo el chico-estoy seguro de que todo estará bien.

-O no-repliqué yo.

-¿Por qué no? Algún día, encontrarás a alguien que haga que tu corazón palpite más rápido, podrás formar una familia y tendrás una vida estable.

Sacudí la cabeza negando.

-Eso solo son cuentos de niños, James, el amor de verdad no existe.

-Entonces, ¿nunca te has enamorado?

James me miraba como si estuviera loca.

-No, no creo en el amor, hace tiempo que dejé de hacerlo.

El chico pestañeaba confuso.

-¿Me puedes explicar a qué se debe eso?

-Mira James, esto es la vida real, aquí no existen ni el amor verdadero, ni los finales felices-le dije riendo.

-¿Sabes? Pues yo sí creo en que algún día estaré con una persona a la que quiera de verdad y con quién seré feliz para el resto de mi vida.

Reí. Parecía estar muy convencido de que fuera así.

-Aquí no existen finales felices James, esto no es Disney.

El chico sonrío débilmente.

-¿No te voy a convencer, no?-preguntó el chico.

-No lo creo-le contesté.

Ambos reímos.

-Pues que sepas que no tienes razón-dijo con convicción.

-Yo siempre tengo razón-dije haciéndome la creída.

-Tú nunca tienes razón-añadió James.

Abrí la boca mostrando sorpresa y achiqué los ojos simulando estar enfadada.

James me besó la frente.

-Vamos Kat, es solo una broma.

Clavé mis ojos en sus ojos verdes como tanto me gustaba hacer y nos quedamos así un rato. Sus ojos miraban a los míos, y viceversa, y ya podría haber pasado cualquier cosa a nuestro alrededor, que no nos hubiéramos dado cuenta.

Oí como Sarah quitaba el pestillo de la puerta del baño y entraba a su habitación.

-Será mejor que me vista-le dije.

Y James asintió, sin quitarme la vista en todo el camino de la cama al baño. Pero antes de entrar su voz me frenó.

-¿Y mi sorpresa, Kat?

Reí.

-Tendrá que esperar-le dije y cerré la puerta del baño, no si antes dedicarle una pícara sonrisa.

Daños irreparables© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora