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-Hey, Pía, entonces sí nos puedes llevar, ¿verdad?- asentí y me reí. Los chicos subieron al auto, Netza en la parte de adelante y Piña me iba guiando desde atrás. En un momento de la noche y con la música tan lenta Piña cayó dormido en el asiento. Eramos entonces sólo Netza y yo.

-Escucha, Pía, sobre lo de tu perro...

-No te apures, Netza, ya lo olvidé

-No no, escucha a Piña de pequeño le atacó un San Bernardo y...

-Hey te dije que estaba bien, aparte, me lo contó Jorgito en la casa.

-Ese perrazo. Bueno, la casa está aquí a dos cuadras a la derecha. El fin nos vamos a ver en Chapu como a las 9 para ir a un bar que nos gusta y estaremos cambiando de lugar. Para ser sincero no somos mucho de antros, preferimos esto de las carnitas asadas, juntarnos en una casa a pistear, tú sabes. –señaló una casa beige

-Sí, bueno, me gusta esto de las cosas tranqui y todo, pero siempre es bueno hacer algo diferente. Te veo el Sábado, Netza.

-Te veo luego, Pía.- nos despedimos con un beso en la mejilla y moví ligeramente la pierna de Andrés.- Despierta princesa, llegamos a tu casa.- Netza lo despertó y ayudó a bajar del coche.

Puse el GPS para llegar a mi casa. Eran cerca de las 4:30 y yo de verdad estaba muy cansada. Llegando a casa me metí la pijama y me puse a ver Dr. House en Netflix hasta que caí rendida.

-¡Pini, despiértate! Tu papá quiere que vayas por Pablo a casa de tu abuela y que pases a buscar a Pato y después lo lleves a la veterinaria a bañar para que lo puedan traer ya a la casa.

-Mamá tranquila, no me grites. Ya me estoy despertando.- Era tan temprano y yo sentía que no había dormido nada. Salí de casa a buscar a Pato y Pablo, hice todo lo que me mandaron a hacer y regresamos a la casa a las 2 de la tarde. Como era temprano y ya había acabado de hacer todo lo que tenía que hacer y el calor no ayudaba mucho, decidí entrar a la alberca de la casa. Me puse un traje de 2 piezas e invité a Pablo a entrar conmigo, somos demasiado unidos, no sólo crecimos juntos, sino que aparte éramos mejores amigos.

-Oye, Pía y ¿qué te parecieron los amigos de Jorge? ¿qué pasó en el camino a casa?

-¿A qué viene la pregunta, Pablo?

-No te hagas, vi cómo te veía Netza y vi también que hablaste mucho con él.-solté una tremenda carcajada y me acerqué a la orilla de la alberca.

-Eso no tiene nada qué ver. Sólo platicamos y así, pero no me cayeron ni bien ni mal.

-Pues qué bueno porque los invité un rato a la alberca

-¿Qué? ¿Porqué no me lo dijiste? ¿Estás loco?

-¡Hey! Tranquila, Pí. Me dijiste que no te habían caído bien o mal.

-Pues no, Pablo, pero estoy en traje de baño, ¿estás de acuerdo?- Me alejé un poco y me sumergí. No puedo creer que Pablo haya invitado a gente que no conocemos a la casa, digo, son "amigos de la familia", pero ni siquiera conocemos bien a la familia. Pensándolo bien, ni siquiera conozco a Andrea y a Jay y también las invité el finde a arreglarse aquí. ¡Qué rayos te pasa, Pía! Salí de la alberca recogiéndome el cabello en una cola de caballo alta y poniéndome un kimono, entré a la casa por un vaso de limonada y me senté en la barra de la cocina por unos momentos, pero cuando salí me di cuenta de que fueron años. Apenas puse un pie fuera de la casa y vi la cara de los amigos mamertos de Jorge, a otro muchacho extraño y a Jorge.

-Pía, ya creciste.- me dijo el tipo desconocido

-Sí, ¿quién eres?- él se acercó a mí, para ser sincera me dio mucha cosita

-Soy Eduardo- (sí Gutierrez, convengamos que aquí ni siquiera son youtubers, entonces Yayo puede ser de Jalisco)

-¿Qué? La última vez que te vi fue hace 12 años! –Me aventé a él y lo abracé como mil años. –Tú también has cambiado muchísimo y para bien- me alejé un poco sin soltarle los hombros y lo vi de pies a cabeza.

-Bueno bueno, ya basta.- Jorge nos separó. Siempre fue medio celoso, incluso más que Pablo, y eso que él es demasiado celoso conmigo, pero Jorgito es mi tío y se lo tomaba muy neta. La cara del rubio era extraña, tiene los mismos ojos que pone Pablo cuando me ve con mis amigos en la escuela.

-Hola, Pía.- Netza me saludó y tras él Piña lo hizo, aunque un poco serio, yo ni siquiera me acordaba que estaban aquí. Cuando los vi me apené, no estaba muy cool que me vieran en traje de baño, así que me cerré el kimono como si fuera una bata.

-¿Qué pasa, Olympia?- Yayo me vio de nuevo y me sentí algo extraña.

-Nada, Eduardo, pasa que hace mucho que no te veo y mírate, estás tan delgado y guapo.

-Bueno tú estás tan...-Piña lo interrumpió de golpe

-¿Cervezas?- qué raro chico, bueno, acepté una y me puse a platicar con Yayo, dice que ya no vive aquí en Gdl, ahora es del DF y sólo estaba aquí por un par de semanas como vacaciones/trabajo, no importa, me encantaría seguir en contacto con él y así. Vi el panorama y decidí regresar a la alberca y me quité el kimono. La verdad, lo hice de la manera más provocativa, en parte porque Yayo está muy diferente y no creo verlo muy seguido, así que un ratito no pasa nada y aparte, ese chico Piña me veía demasiado, decidí dejar a un lado a la Pía vergonzosa y ser un poco diferente, aunque, no sé si me vi como en las películas en cámara lenta o como una completa ridícula haciéndolo, pero pude notar después la cara de los mamertos y de Yayo. Jorge no me estaba viendo y Pablo había entrado para buscar una hielera.

-¿No vienen?- No batallé mucho para que entraran, Jorge aventó a Netza y Yayo sólo se metió conmigo, íbamos a platicar cuando Piña se aventó cual bomba a la alberca. Estuvimos mucho rato ahí, tomamos un poco, nada exagerado, jugamos a los gigantes, yo me puse en los hombros de Yayo y Piña en los de Jorge, Pablo y Netza estaban de jueces. Lilia, la señora que nos ayuda en la casa, nos hizo tacos para comer. Ya se habían hecho las seis de la tarde y teníamos mucha hambre. Salimos de la alberca para sentarnos en la mesita del jardín a comer. Toda la tarde había estado subiendo snaps a mi historia. De verdad estaba llena de mis piernas en la alberca, selfies mías con la luz del sol, etc,y es que no soy siempre tan penosa, de hecho hay gente que cree que soy súper cool y así, y la verdad a veces lo soy, sobre todo ahora que mi historia tiene videos con ellos, soy la única aquí. Pensándolo bien, tengo amigos en común que no saben que Yayu y yo estamos juntos...

-Eduardo, vamos a mandar una selfie de nosotros por snapchat, va?- Él asintió y yo me senté en su pierna, besé su mejilla y saqué la foto. Me quedé ahí para ponerle filtros bonitos y subirla a mi historia. -¿Sabes qué? Mi filtro favorito es el del perrito...

-No, Olympia, todo menos el perrito...-no le hice caso y nos puse el filtro, grabamos un video. No esperaba mucho de él pero a mitad del snap me dio un besito en el hombro.

-Oye, Pía, vamos adentro rápido-

-Claro, Yayo, vamos- me levanté de su pierna y él me siguió hasta la cocina.

-¿Qué es todo esto?

-¿Qué es esto de qué? No entiendo

-Mira, sólo voy a estar aquí una semana, tal vez un poco más, pero ya sabes lo enamoradizo que soy y...

-Eduardo, tranquilo. Las cosas van a pasar y ya. Te extrañaba mucho, pero no estoy buscando gustarte ni nada... sólo quiero pasarla bien con ustedes. Te quiero muchito, ¿va?

-Hmmm okay, Pipa- me abrazó y besó mi frente.

-Y para serte sincera, no estás tan chido. –Lo volteé a ver y me salí otra vez. No se tardó mucho porque apenas me senté sentí un vaso de hielos caerme en la cabeza y una risa malvada detrás de mi nuca. – Es tu perdición, Gutiérrez.

Siempre hay más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora