Capítulo 4

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<<ChanYeol>>

Todo a su alrededor se convirtió en las pequeñas piezas de un sangriento rompecabezas, que quedaría impreso en su memoria para siempre.

La sensación caliente que la respiración agitada de su padre dejaba sobre la piel de su cuello y sus mejillas. Los sollozos de su madre y la sangre que brotaba sin parar de su cabeza. ChanYeol recordaría todo aquello por el resto de sus días. Las pesadillas lo atormentarían noche tras noche durante años. La culpa lo convertiría en un hombre nuevo, frío, hostil como el desierto.

El último suspiro de su madre, sería la daga clavada eternamente en su corazón. Apenas podría recordar el dolor de los golpes, el olor de su propia sangre empapando su camisa. La expresión del monstruo asesino, que usaba cualquier objeto para descargar su furia sobre sus horrorizadas presas. No, todo eso era fútil comparado a ese último lamento. Lo único que ChanYeol podía ver, mientras se encontraba tirado en el piso, con las costillas rotas, era el rostro ensangrentado de su madre. El sonido de su respiración entrecortada, mientras la luz en sus ojos se apagaba junto con su vida. Al final, el muchacho tuvo la certeza de que la señora Park quería decir su nombre. La herida que aquella noche dejó en su corazón, fue mortal, certera, absoluta.

La policía, alertada por los asustados vecinos, llegó demasiado tarde. La aterradora escena que encontraron los dejó sin aliento. El cuerpo sin vida de la señora Park, yacía ennegrecido de sangre junto a la escalera. ChanYeol se arrastraba hacía él, ahogado en un silencioso llanto. Sus ropas humedecidas con el espeso líquido, anunciaban múltiples heridas en su cuerpo. El monstruo, exhausto después de su brutal frenesí, descansaba en un sillón de la sala. También había sangre sobre su cuerpo, sangre de sus víctimas y sangre que emanaba de las pocas lesiones que ChanYeol le provocó al intentar defenderse a sí mismo y a su madre.

Esa noche, en el hospital, mientras los doctores examinaban sus heridas para curarlas, ChanYeol murió. Su corazón siguió latiendo. Sus pulmones recibían oxígeno, su cerebro siguió trabajando mecánicamente. Pero, su espíritu se había ido. La levedad de sus sueños, las sonrisas, la esperanza, todo lo bueno que había dentro de él, se desvaneció. Mientras la enfermera limpiaba la sangre de su piel, su pasado también se lavaba, escurría sobre el delgado colchón. Todo lo que alguna vez fue, se quedaría en ese lugar, entre las horas de esa noche que parecía infinita.

<<BaekHyun>>

Las siete de la mañana. BaekHyun se prepara para ir a trabajar. Toma un vaso de jugo y una rebanada de pan con un poco de mantequilla. Se mira al espejo por última vez antes de salir. Su traje azul marino está perfectamente planchado, el nudo de la corbata está derecho, su cabello negro se encuentra impecablemente peinado. BaekHyun es ahora un hombre guapo, descrito por sus compañeras de trabajo como sexy, aunque sus ojos aún guardan la dulzura de un niño pequeño.

El muchacho sale del apartamento de lujo, que logró comprar luego de muchos años de ahorrar religiosamente. Se sube al auto blanco último modelo, que lo espera en el estacionamiento del elegante edificio donde vive. Cuidaba aquella máquina con pasión, era el único regalo que había aceptado de su padrastro. Todo lo que poseía, era fruto de su trabajo, de su vida disciplinada en la que no existía margen de error.

BaekHyun había dejado el pasado atrás hacía mucho tiempo. No se permitía a sí mismo pensar en ChanYeol. Su existencia giraba en torno a su trabajo, sin distracciones. Cuidaba de sí mismo de una manera casi egoísta, la gente podía entrar en su vida, pero tenían prohibido quedarse. Cruzaba saludos amables con sus compañeros y subordinados, mientras aminaba por los pasillos de la empresa. Todos lo respetaban de frente, pero hablaban de su mal carácter a sus espaldas. Él lo sabía, más no le importaba. Aquella mañana, llegó sonriendo como todas las mañanas anteriores, una sonrisa hermosa y brillante, pero ficticia.

—Señor Byun, el presidente lo espera en su oficina. Es un asunto importante y quiere verlo de inmediato —la asistente del muchacho lo saludó con una reverencia formal. Su rostro, aunque hermoso, sólo provocaba hastío en el joven.

—Bien. No me comuniques con nadie. Estaré ocupado —ordenó, antes de dirigirse al ascensor para ver a su padrastro, cuya oficina se encontraba en la parte más alta del edificio.

Antes de que la asistente del presidente lo anunciara, BaekHyun sintió un escalofrío recorriendo su espalda. Sus manos sudaban, su corazón latía aceleradamente. Le pareció extraño estar tan nervioso. Consciente de su inusual estado emocional, comenzó a respirar profundamente.

—Puede pasar —anunció la empleada.

Un último suspiro. BaekHyun entró a la oficina del presidente Lee, en cuyo rostro se reflejaba su propia ansiedad.

—Hijo, pasa... —el hombre se levantó para recibir al muchacho, señalándole una de las sillas de piel, que yacían frente a su escritorio. —Lamento llamarte de repente, hay un asunto de suma importancia que quiero tratar contigo.

BaekHyun tomó asiento donde le indicaron, luego miró a su padrastro, tratando de parecer relajado.

—¿De qué se trata?

—El director Jang renunció ayer —anunció el hombre, sin poder evitar expresar pesadumbre con su gesto—. Bueno... más bien, se fue, huyó. Él... desfalcó a la empresa.

—¿Qué? —musitó el sorprendido joven. Su postura relajada se tensó al instante—. ¿Qué quieres decir con que desfalcó a la empresa?

El director Jang era el hombre de confianza del presidente Lee, eran amigos desde la preparatoria. Él se encargaba de las finanzas de la empresa entera, supervisaba todos los departamentos y su voz estaba presente en todas las decisiones. Sin embargo, el director Jang estaba corrompido por la avaricia, su corazón noble se vio envuelto en ilusiones de grandeza. Por eso, decidió cobrar lo que creía merecer, lo cual se resumía en una cantidad exorbitante, que puso en riesgo de quiebra a la empresa. Como hombre inteligente, supo cubrir su crimen por varios meses, hasta que el presidente Lee descubrió el desfalco y encaró al culpable. Si regresas todo el dinero, no llamaré a la policía, fue el trato propuesto por el padrastro de BaekHyun. El director Jang prometió que cumpliría, pero se fue, llevándose aquella fortuna mal habida con él.

—¿Cuál es la situación actual de la empresa?

—Es... bastante mala —respondió el presidente con la voz triste, caminando despacio hacia el ventanal frente a él, desde donde podía ver los hermosos viñedos—. No podremos sacar la producción de la próxima temporada... El trabajo de toda mi vida...

BaekHyun no podía verlo, pero estaba seguro de que su padrastro tenía los ojos llenos de lágrimas.

—¿Qué podemos hacer? Hay que llamar a la policía, ese imbécil debe pagar, debe regresar todo el dinero.

—La policía ya está investigando. Parece que se fue del país. —el presidente Lee suspiró, tragándose el llanto inminente—. Tengo fe en las autoridades, hijo... Pero eso va a tomar tiempo, y tiempo es lo que no tenemos ahora. Es por eso que, debo pedirte un gran favor.

—Claro, lo que sea, sólo pídelo —exclamó el muchacho, poniéndose de pie. Quería reunirse con aquel hombre triste, junto al ventanal. Quería poner una mano en su hombro para reconfortarlo.

—No te apresures en aceptar. Lo que voy a pedirte es algo que cambiará tu vida por completo. Me avergüenza el acudir a ti en estas circunstancias, pero no hay otra manera de salvar la empresa en tan corto plazo... Verás... —el hombre miró a BaekHyun por un momento, pero sus ojos azorados se dirigieron de nuevo a los viñedos—. Hay un posible inversionista que está dispuesto a ayudar. Hace tiempo ya que está interesado en la compañía...

—¡Bien! Si quieres que le venda las acciones que tengo yo, con mucho gusto lo haré.

—No es necesario. Hace una hora hablé con él. Ese hombre... quiere algo más que acciones —el presidente Lee suspiró, como si quisiera reunir el valor que sus palabras requerían para ser pronunciadas. Miró al joven de pie junto a él, cuyos ojos expectantes lo hicieron sentir más culpable—. Desde hace más de un año, él me ha pedido que te presente con su hija... Estoy hablando de un matrimonio arreglado.

En ese momento, BaekHyun perdió todo el aire en sus pulmones, como si un pesado puño invisible, hubiera asestado un golpe rotundo en su estómago.   

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