Capítulo 7

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Como las aguas de un río furioso, los pensamientos de BaekHyun se vaciaron de su cabeza. Seguían el intenso caudal de los besos de ChanYeol. Después de tantos años imaginando, después de conservar intacto el recuerdo de aquella noche tormentosa. BaekHyun por fin vivía en la realidad de sus caricias, aunque parecía más un sueño.

Mientras el beso se profundizaba, quitándole el aliento por completo, el cielo decidió bañarlos de nuevo con rayos y truenos. BaekHyun saltó sobre el sofá, empujando a ChanYeol.

—Idiota... esta vez, no pienso salir corriendo —dijo ChanYeol entre risas, sentado sobre el suelo. Había caído de espaldas luego del empujón.

BaekHyun se levantó del sillón, estaba asustado, confundido por sus propias emociones y por las circunstancias. La presencia de ChanYeol parecía demasiado irreal. Quizá porque aquél muchacho ya no era el ChanYeol que él conocía.

—No sé qué intentas, cuáles son tus intenciones. Pero no me voy a prestar a esto. Vete, por favor —BaekHyun caminó hacia la puerta para abrirla.

Pero ChanYeol se levantó y corrió hacia él, impidiéndole cumplir su objetivo, al poner la mano sobre la puerta.

—No voy a irme.

—¿A qué estás jugando? —preguntó el hombre más bajo, mientras sus ojos se fundían con los de su interlocutor.

La sonrisa traviesa en los labios de ChanYeol lo dejó sin aliento por un momento. Era como si cayera sobre él un pesado hechizo. El siguiente beso fue inevitable. BaekHyun no peleó demasiado, después de tantos años, se convertía en mantequilla entre los dedos de su amigo.

ChanYeol sostuvo su rostro con ambas manos, sus labios buscaron los suyos casi por instinto. BaekHyun se mantuvo inmóvil mientras fuertes brazos lo rodeaban. Se sentía tan pequeño, tan indefenso, como un diminuto animal en las fauces de un león hambriento.

—Pensé que no querías jugar conmigo... —murmuró ChanYeol en la oscuridad, antes de inclinarse para besarlo de nuevo.

Como si el pasado se rehusara a desaparecer. El estruendo de un rayo cayendo cerca de ahí, los hizo saltar. Todo quedó en tinieblas a su alrededor. BaekHyun logró liberarse del abrazo y se alejó del más alto.

—No... no voy a jugar —respondió, un poco aturdido, en parte por el rayo, en parte por las intensas emociones que se apoderaban de él —. Quiero que te vayas ahora. No hay nada aquí para ti.

BaekHyun trató de parecer fuerte y determinado, deseó que ChanYeol lo percibiera así. Quizá, su deseo se volvió realidad. La sonrisa en el rostro de su amigo se desvaneció.

—Tú y yo sabemos que eso no es verdad —su tono juguetón se convirtió en furiosa negación—. Pero, entiendo, hoy fue un día muy largo para ti. Nos veremos pronto.

ChanYeol lamió su labio inferior coquetamente, sonrió de nuevo y se marchó.

El sonido de la puerta cerrándose tras de él, se quedó flotando en la sala, donde BaekHyun se derrumbó sobre el suelo, en medio de la oscuridad. Lloró hasta quedarse dormido, allí, expuesto al frío de la noche, a la crueldad de un destino que no tenía ningún sentido para él.


Cuando el sol salió, anunciando un nuevo día, iluminó las ventanas de la sala. Sin embargo, no fue eso lo que despertó a BaekHyun. Un terrible dolor de garganta y de cabeza, lo regresaron a la amarga realidad. Sin energía ni voluntad, se dirigió a la ducha, el agua caliente lo reconfortó, aunque aún podía sentir los labios de ChanYeol sobre los suyos. Eso lo descolocó. El recuerdo de lo acontecimientos de la noche anterior, no se lavó con el agua de la regadera. Se vistió con lo primero que encontró el su clóset. Esta vez, su camisa no combinaba con el traje, y el traje no combinaba con la corbata. Un auténtico desastre. Salió de su departamento y condujo despacio hasta la oficina. Allí, su padrastro lo esperaba, inusualmente alegre.

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