Capítulo 10

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BaekHyun estaba concentrado en las sensaciones. Los besos que ChanYeol ponía en la piel erizada de su espalda, no lo dejaban pensar con claridad.

—Debes decirme si te duele —exigió con ternura el muchacho, hablando bajito en el oído de su amante.

—S-sí... —respondió el otro, tratando de no gemir.

Se habían estado preparando por semanas. BaekHyun parecía ansioso por experimentar, pero ChanYeol tenía miedo, sabía que debían tomar precauciones.

—¿Estás listo? —la voz de ChanYeol era cada vez más baja, como un suspiro. Sus manos se deslizaron hasta el sexo erecto de BaekHyun.

El director asintió, el estremecimiento que recorrió su cuerpo en ese momento, no lo dejó pronunciar palabra.

ChanYeol lo penetró despacio, poco a poco. Al principio, su temor a lastimarlo no lo dejaba disfrutar del acto libremente. Pero los gemidos de BaekHyun, la forma en la que se retorcía entre sus brazos, lo convencieron de que su compañero no sentía dolor, así que comenzó a moverse lentamente dentro de él.

—¡Aah!... No... te detengas... —suplicó BaekHyun, con el rostro enterrado en la almohada.

Aquellas nuevas sensaciones eran demasiado intensas, y pudo sentir su clímax acercándose.

Las manos de ChanYeol se movían sobre su dureza con maestría, mientras su miembro sacudía su cuerpo por atrás, enviando olas de placer que lo sofocaban. Esa combinación de ardor leve y completa satisfacción, lo llevaron al borde.

Llevaban más de un mes jugando ese juego. Se habían convertido en amantes secretos, ocultos y siempre temerosos de ser descubiertos. Aunque sus conciencias se entumecían cuando estaban juntos, todo carecía de valor, excepto ellos dos y el fuego en el que vivían.

Al principio, BaekHyun se negaba a continuar con el idilio, pero el amor que sentía, el deseo y la emoción, eran demasiado grandes para ser ignorados. Después de tantos años, por fin tenían la oportunidad de explorar aquellos sentimientos que tanto dolor les habían causado. Con besos y palabras dulces, ChanYeol terminó convenciéndolo. Luego de aquel primer encuentro, se volvió más fácil ceder.

ChanYeol corría a ver a BaekHyun tres noches a la semana, cuando SunMi se dedicaba a otras cosas y no le prestaba demasiada atención. Aunque no era suficiente tiempo para estar junto a su pequeña obsesión, trataba de aprovecharlo. Las cuatro noches restantes, BaekHyun planeaba su boda junto a su prometida y su futura suegra. Era una tortura. Se sentía culpable, además no le interesaba en lo más mínimo planear un evento del que no quería ser parte en primer lugar.

—¿Te gusta este color? —le preguntó SunHee, una de aquellas tantas noches que parecían interminables—. Creo que las flores harían juego.

BaekHyun sonrió lo mejor que pudo y asintió. La muchacha estaba tan emocionada, que no notaba la apatía y el nerviosismo de su novio.

¿Será demasiado tarde para cancelar esto?, era lo que BaekHyun se preguntaba todos los días. Pero la sonrisa en el rostro del señor Lee, la tranquilidad con la que su madre vivía, y el buen humor de los empleados de la compañía, que había vuelto a los niveles productivos de sus mejores años, eran suficiente respuesta para sus dudas. Si cancelaba el compromiso, el padre de SunHee retiraría su inversión, y la compañía se vendría abajo. Eso sin contar con las represalias que aquel hombre podría tomar en su contra y en contra de su padrastro. BaekHyun respiraba profundo, luego pensaba en ChanYeol. El recuerdo de su voz, de su olor, le daba valor para continuar. Después de todo, lo tenía a él. A pesar de la naturaleza secreta de su relación, podían estar juntos. Pero, ¿hasta cuándo?

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