Un borracho nunca sabe callar

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Un cosquilleo recorría la cara de Lina. Le pesaban tanto los ojos que no los podía abrir, aunque cada vez se sentía más despierta. Sentía un calor agradable, desnuda, debajo de una fina sábana. Movió un pie y tocó sin querer la pierna de Mario.

Poco a poco abrió los ojos, viéndole frente a ella, acariciando su mejilla.

-Buenos días guapa.

-Mmm..

A él le hacía gracia escuchar ese sonido que Lina acostumbraba a hacer cuando acababa de despertar o tenía sueño.

Repentinamente, se acercó a Mario, abrazándole, acomodándose en él, con una pierna casi en sus muslos.

-Oh...-pensaba el chico. ¿Cómo podía haber hecho eso? esa posición...

En cambio Lina sólo quería seguir durmiendo, y no lo hizo con segundas intenciones, pero no pudo dormir, porque le dio risa y desvelo aquello que sentía rozarla.

-Tranquilo oye...- se burlaba de él.

Mario se rió, agarró fuerte el culo de la chica y le dio un beso.

-¿Te gustó lo de ayer? Incluyendo anoche...

-Me encantó. Fue la pedida más bonita que me han hecho, no me imagino si llegamos a casarnos...- rió Lina.

Después de unos minutos, Lina entró al baño. Fue directa a la ducha, cuando de repente, ya habiéndose echado agua en todo el cuerpo, apareció Mario justo detrás de ella.

Cuerpos desnudos, mojados, agua caliente cayendo por encima... Acabó como acabó.

Luego de la ducha, se vistieron y bajaron a desayunar-comer, dado que ya era bastante tarde.

Después de acabar muertos de comer, subieron a por las cosas y se fueron. Dejó a Lina en casa, y se fue a la suya.

Lina encendió el móvil y vio un mensaje de Bea. Se había mosqueado porque no sabía nada de ella desde la tarde anterior, que habían quedado en grupo.

Lina habló con Mario, y los tres, para compensar a Bea, se fueron esa noche de fiesta, aunque en el fondo, por mucho que la pareja lo había hecho de buena fe, le molestaba no estar asolas con SU amiga, y de vez en cuando sin que se dieran cuenta, mataba a Mario con la mirada.

Bea acabó borracha, borrachísima, que no podía ni hablar, en cambio, como ellos dos no solían beber desde que empezaron a tontear, estaban sobrios.

Prácticamente a rastras, acercaron a Bea hacia el coche, y la llevaron a su casa. Lina la subió al cuarto y llorando, Bea le dijo que no le hacía casi caso y que Mario la estaba poseyendo, absorbiendo y que no le gustaba nada para ella.

Lina se quedó pensando en sus palabras, y se fue. Disimuló frente a Mario, que la hizo entrar rápidamente en el coche, y se fueron a dormir a su casa.

La vida, cómo cambiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora