Secretos...

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-Espero y nuestros papás se lleven mejor que nosotros, de lo contrario va a ser muy complicado-y alzó su vista al cielo.

-Se llevarán bien, ya veras,- la tranquilizó- y si no, nosotros lo podremos arreglar.

-Suenas muy confiado, ¿por qué?- preguntó ella mirándolo de nuevo a lo que él solo sonrió ligeramente dirigiendo su vista al pequeño lago.

-Porque estas a mi lado...

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Esto sorprendió a la princesa, definitivamente no lo esperaba-¿De-de qué hablas?-dijo con nerviosismo.

-Hmp, dime, ¿sospechas de alguien?-dijo cambiando de tema y sentándose en el pasto, sin despegar su vista del lago.

-¿De alguien?, he pensado en ello, pero no se quien querría causar la guerra o porque razón. Presiento que iba más allá de solo un derramamiento de sangre.- dijo mientras lo imitaba y se sentaba a lado de él. Pese a que tenía dudas del comentario del príncipe, creyó que lo mejor sería no insistir.

-Lo mismo he pensado. Le pregunté a papá después de la guerra el cómo se le había ocurrido ir tras de ti y me dijo que el consejo se lo había recomendado. Él también estaba indeciso, no sabía si hacerlo o no, pero decidió que sí por lo que, se supone, le habían hecho a mamá.

-No sé, no me gusta todo esto. Ciertamente si iban por mí, papá haría lo que fuera por recuperarme, pero... oye, ¿qué pasaría si el que está detrás de esto es alguien de confianza de alguno de los reinos? alguien que nos esté... traicionando, por así decirlo.- dijo mientras con sus dedos tocaba la superficie del lago y lo veía fijamente.

-Pero regresamos al mismo punto, ¿qué era lo que estaban buscando?, ¿poder?, ¿el reino?, ¿a ti?.- al decir esto por fin fijó su mirada en la de ella.- Sin duda vamos en círculos. Cuando se reúnan nuestros padres hay que comentarles esto. ¿Irás?

-Sí, si mi papá me lo permite iré y si no me deja, buscaré la manera de persuadirlo. Si dos cabezas piensan más que una, imagina que tanto pensaran cuatro cabezas.- y esbozó una sonrisa.

-Tienes razón. Entonces, cambiemos de tema por ahora, cuéntame sobre tí- dijo el príncipe con interés.

-¿Sobre mí?, ¿qué quieres saber?

-No sé, ¿eres la consentida de papi?- dijo con sorna

-Disculpa, pero el hecho de que a mí sí me quieran no debe de causarte celos.- respondió de la misma manera a lo que él solo soltó una carcajada.

-Ay princesa, eres única. -dijo mientras se ponía de pie y le tendía una mano para que lo siguiera, la cual ella tomó. En ese momento sintieron un escalofrío recorrer su cuerpo, pero ninguno dijo algo acerca de esto.

La princesa miró al cielo y notó que ya estaba atardeciendo, el tiempo a su lado se había ido volando. Cuando volteó a verlo se percató de que el ya tenia sus ojos fijos sobre ella- ¿Confías en mí?- preguntó seriamente.

Él se extraño ante la pregunta, pero contestó- Claro, por qué no habría de...-no pudo terminar ya que se vio interrumpido por un jalón de su mano por parte de la princesa. Ella había agarrado su mano mientras corría guiándolo hacia algún lugar- Princesa, ¿qué pasa?

-Dijiste que confiabas en mí, así que calla y date prisa.- dijo mientras reía, se le notaba emocionada.

El príncipe no volvió a preguntar, solo corría tras de ella aún tomado de su mano, mientras que admiraba el lugar por donde iban. Seguían dentro del templo, pero habían entrado a una recámara por una puerta oculta, después subieron unas escaleras, las cuales parecían eternas, pero el lugar estaba muy bien alumbrado. Había antorchas cada 5 escalones lo que permitía ver claramente unos dibujos pintados en la pared que parecía que contaban alguna historia, pero por la velocidad a la que iban no los pudo apreciar bien, luego preguntaría qué significaban. Mientras subían se percató de un tenue, pero muy dulce olor. Se concentró para tratar de identificarlo y notó que provenía del largo cabello de la princesa. Al ir corriendo, éste rozaba su rostro y desprendía ese aroma, el cual grabó en su memoria.

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