Desesperación

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Cuando peleas, no importa a cuántos enemigos matas. Si fallas en proteger lo que se supone que proteges, es cuando pierdes. - Okita Sougo 

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Barragan y Harribel sintieron miedo por primera vez. El poder de Ichigo era abrumador y con una sed de sangre que salía por cada uno de los poros. Dio un paso y luego otro, acercándose lentamente a ellos.

- Los voy a matar – dijo riéndose – se atrevieron a tocarla y ahora sufrirán.

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En un segundo Ichigo estaba parado junto a Grimmjow y al otro ya tenía su katana en el cuello de Harribel a punto de arrancar su cabeza de su cuerpo. Gracias a sus años de experiencia como asesina logró esquivar el ataque justo a tiempo para que el corte solo fuera superficial, pero ni bien había salido de su asombro cuando una veloz patada la azotó contra un árbol. La risa sádica de esa nueva faceta de Ichigo podía escucharse en todo el bosque. Gozaba de sentir toda esa energía y poder siendo liberado. Tenía tanto tiempo encerrado en ese niño buscando una manera de poder salir que ahora que probaba el aire fresco y la sangre empapando su katana se sentía tan pleno. La movía a una velocidad asombrosa, siempre que la blandía cortaba, nunca fallaba. Pueda que el corte apenas y fuera un rasguño, pero le encantaba jugar con su presa antes de acabarlos por siempre. Además, estos dos se merecían el peor infierno posible. Él, junto con Amaterasu, siempre reencarnaban juntos en su nuevo cuerpo y siempre por culpa de esa mujer. Pero vamos, ¿quién podría culparlos de enamorarse de ella? Siempre, desde su primera vida ella ha sido diferente.

Aún recordaba la primera vez que la conoció. Él había tomado el cuerpo de Amaterasu por la ira que este sentía por una injusticia ocurrida con los humanos por obra de un enemigo en aquel entonces desconocido y fue ahí cuando él la vio en carne propia por primera vez. Amaterasu ya había tenido encuentros con ella antes y siempre podía sentir como en su interior se arremolinaba un caos de sensaciones al cruzarse con ella. Siempre lo llamó un idiota por eso e incluso aún lo pensaba, pero después de aquel encuentro que lo cambió todo comenzó a considerarse a él mismo como un idiota también.

Cuando ella lo vio a los ojos supo que no era Amaterasu, pero que era algo muy parecido a él por la esencia que emanaba de su ser. Y él, como el salvaje y sádico que era decidió atacarla para demostrarle a Amaterasu que ella no valía la pena y que era solo una entidad más en el universo. Pero grande fue su sorpresa al ver como ella podía luchar en igualdad de condiciones y que incluso llegó a hacerle varios rasguños y no solo eso, sino que hizo que por primera vez en varios siglos estuviera de rodillas en el suelo por defenderse de un ataque. Durante la pelea ella jamás lo miró con miedo como todos sus enemigos siempre hacían. Su mirada reflejaba respeto y una chispa de diversión. A partir de ahí algo también saltó en él. Después de eso Amaterasu y él había coincidido por primera vez en algo. Ella era la única persona que podía hacer que dejara de llover en su mundo interior. Era la luz que iluminaba todas las tinieblas de su corazón y por eso jamás dejarían que esa luz se apagara. Pero cuán equivocados estaban.

Tiempo después la maldición azotó en sus vidas y nada volvió a ser igual. Se juró a si mismo que cortaría cada una de las cabezas de los malditos que se atrevían a hacerle daño a ella hasta el fin de los tiempos tal y como planeaba hacer justo ahora.

Aunque su mente había viajado siglos atrás jamás dejó de divertirse con sus enemigos. Harribel estaba en el suelo, desangrándose y sin una pierna mientras que Barragan estaba dándole una interesante pelea, pero era obvio que después de las heridas que había sufrido por la pelea con Grimmjow estaban inclinando la balanza a favor de Ichigo.

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