Deja de huir

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Y cuando menos cuenta me dí mis ojos sólo la buscaban a ella, mi corazón sólo anhelaba sus caricias y había caído en aquello que había jurado nunca ocurriría, me había enamorado locamente de ella... - Andrea Alcázar

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- Ulquiorra, ¿quieres saber quién se encuentra con nuestra querida princesa?

El nombrado no respondió, solo se colocó frente a Aizen y se hincó en una rodilla.

- Grimmjow Jaegerjaquez

Ulquiorra levantó su vista Aizen y él pudo ver claramente el odio que había aparecido en aquellos ojos verde.

- El traidor – dijo a modo de simple respuesta.

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Sus ojos ardían por la intensidad de la luz que entraba a través de las ventanas. Veía borroso. Trataba de enfocar a los cuerpos de las personas que estaban a su lado, pero era complicado. Cerró los ojos y respiro profundamente tranquilizandose, no debía perder el control, acababa de despertar de quien sabe cuantos días y era normal que todo su cuerpo pesara y su vista estuviera nublada. Los abrió una vez más y dirigió su vista a sus acompañantes, buscando alguna característica que le permitiera identificarlos, aunque, después de pensar en ello, fue demasiado fácil. ¿Quién más tendría el color de cabello de esos dos? ¡Nadie! Pensó en sus adentros con alegría.

- I... Ichigo

- ¡Rukia! - gritaron al unísono

Ambos jóvenes se acercaron a su lado.

-Oye Rukia, ¿Como te sientes? - Dijo el peliazul

-Grimmjow, ¿Eres tu? - Preguntó aún dudosa.

- ¿Quién más iba a ser sino yo? - contestó socarronamente

- Pero ... - se sentía mareada, todo a su alrededor daba vueltas. Cerró sus ojos presionandolos con fuerza tratando de adaptarse.

- Rápido, llama a un doctor - ordenó Grimmjow

Ichigo no puso ninguna objeción pese a haber sido una orden, lo más importante en ese momento era Rukia y ambos eran consciente de ello por lo que salió velozmente de la habitación en busca de su madre para que trajeran al doctor.

- Oye mocosa, ¿Cómo te sientes? - Preguntó Grimmjow preocupado.

- No soy una mocosa, grandísimo torpe. - Contestó Rukia recuperándose poco a poco. Los objetos dejaban de moverse, permaneciendo en donde deberían estar y su respiración comenzaba a normalizarse.

Grimmjow sonrió burlonamente ante la respuesta que recibió, era ella. Al final del día, Rukia era la única persona que se atrevía a contestarle de esa manera y con ese tono tan altanero y autoritario sin siquiera dudarlo.

- Aún no has mejorado tus modales. Recuerda que eres de la realeza. - Continuó molestando.

Jaque-mate - pensó Rukia.

- Así es Grimmjow, recuerda que soy de la realeza, por lo tanto me debes respeto. - Respondió con una sonrisa victoriosa en sus labios. El mismos había cavado su propia tumba, como era cada que se podían a discutir.

- Maldición - dijo a regañadientes.

Rukia rió, lo cual era una muy buena señal para él.

- Sigues sin ser muy bueno con las palabras.

- Ya lo sabes, lo mío es la acción. - Dijo mientras una gran sonrisa adornaba su rostro.

Sus miradas se cruzaron y la expresión de Grimmjow cambió radicalmente. Sus ojos mostraban preocupación y algo más que Rukia no supo descifrar.

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