¿Huyendo del destino?

Capítulo 8: Cada estrella

Shayla:

Terminé de lavar todos los platos. Mis padres se fueron a su habitación hace un rato y mi hermano también se retiró después de la charla que tuvimos.

Mi mamá y Fabian tienen toda la razón, debo escoger a uno. Debo escoger al hombre que me haga feliz, que me haga sentir especial y única, que sólo él sea capaz de despertar esos sentimientos. Lamentablemente también soy una mujer de palabra y he accedido a desposar a Diego, por ello le diré todo a Antony hoy.

Seco los resto de agua en mis manos y voy a buscarlo. Subo a las habitaciones, nada. Busco en la sala, nada; busco en toda la casa hasta, no hay rastros de él, solo queda revisar afuera.

Tomo un abrigo de mis maletas, la noche por estos rumbos es fría.

Al abrir la puerta y salir me quedo impactada con el hermoso cielo estrellado que se postra ante mi. En la ciudad no se pueden apreciar estos maravillosos paisajes. Hay un contraste entre el negro y azul oscuro del cielo y las resplandecientes estrellas plateadas, todo es simplemente maravilloso.

Miro embobada el firmamento hasta que escucho unos pasos a mi izquierda. La sombra de un hombre se hace presente, se acerca. Comienzo a entrar en pánico, pues los vecinos están a una considerable distancia y aquí no hay nadie mas que yo.

Cuando estoy a punto de gritar una voz me cuestiona, solo escuchar ese acento italiano me baña de calma.

     -¿Qué haces aquí afuera pequeña?

     -Estaba buscándote, necesito hablar contigo de algo muy importante y no puede esperar.

Lentamente se acerca a mi y en engulle entre sus brazos. rápidamente mi cuerpo entra en calor, se baña de paz y armonía.

     -Sea lo que sea si debe esperar. Acompáñame a dar un paseo.

Levanto la mirada para reclamar. Me trabo con sus ojos , deslizo mi mirada a su nariz hasta llegar a sus carnosos y esculpidos labios. Hay tanto silencio que cuando trago saliva mi garganta hace un extraño sonido.

     -¿Sabes el motivo por el cuál estudie fotografía? -niego con la cabeza- quería ser capaz de poder inmortalizar el color de tus ojos. Es único, fantástico. Las fotos que tengo de ti no hacen justicia. Nada logra capturar el color exacto o lo que expresas con ellos. 

Sus labios comenzaron a rozar los míos lentamente, tan despacio y suave que derritió cada hueso. Logró que el mundo se detuviera. Únicamente su labios, sus brazos, calor y sensaciones bañaban mi ser, todo lo demás no exista.

Me convertí en sus esclava con ese pequeño tacto, por lo tanto cuando me pidió que lo acompañara a dar un paseo obedecí sin pensarlo.

Antony:

¿Cuánto la amo? ¿Qué haría por ella? ¿Cómo podré enamorarla? Ninguna de esas preguntas tiene respuesta. Eso sería limitar posibilidades y por ella vendería mi propia alma.

Mi  pequeña fiera es una mujer que aparenta ser fuerte, orgullosa, sin que nada la doblegue, pero en el fondo es la fémina con el corazón más frágil que conozco. Ese fue mi motor para planear algo especial y hacerla entender que diga lo que diga o haga lo que haga, no dejaré de luchar por ella. Shayla vale eso y más.

La llevé de la mano a unos cuantos metros de la casa de sus padres. Le pedí a su madre que me prestara unas cobijas para colocarlas sobre la hierba y otras para cubrirnos del frío; también tomé una cesta, en la cuál había un termo con chocolate caliente, otro con café, un par de tazas y galletas caseras de mantequilla.

     -¿Qué es esto? ¿Un picnic nocturno? 

     -Algo por el estilo. Siéntate.

Esperé a que se acomodará para darle una taza con chocolate caliente, yo me serví café. Tomé una manta para cubrirnos a ambos mientras yo pasaba un brazo sobre sus hombros.