La mujer de mis sueños

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Capítulo 16

Si la esmeralda se opacara,
si el oro perdiera su color,
entonces, se acabaría nuestro amor.
Si el sol no calentara,
si la luna no existiera,
entonces, no tendría
sentido vivir en esta tierra
como tampoco tendría sentido
vivir sin mi vida,
la mujer de mis sueños,
la que me da la alegría...
Si el mundo no girara
o el tiempo no existiese,
entonces, jamás moriría
Jamás morirías
tampoco nuestro amor...
pero el tiempo no es necesario
nuestro amor es eterno
no necesitamos del sol
de la luna o los astros
para seguir amándonos...
Si la vida fuera otra
y la muerte llegase
entonces, te amaría
hoy, mañana...
por siempre...
todavía.

Clark

Hoy teníamos la cita con la organizadora de bodas, una vez más me casaría pero no por amor, sino por lastima, y es que estos dos últimos meses me he sentido completamente solo, una incertidumbre me consume, no sé que me ha pasado pero no soy el mismo, agradezco mucho a Anna quien ha estado conmigo y ha soportado mis momentos malos, en ocasiones quisiera dejar todo y salir corriendo, no sé si es lo correcto pero por lo menos casándome con Anna tendré la compañía de alguien, suena tonto el hecho de haber tenido a todas esas chicas en mi cama y nunca haber apreciado su compañía y hoy que estoy solo comprendo todo el sufrimiento que ocasione.

Estaba convencido de que jamás volvería a ver a Amélie nunca más, le había hecho ya tanto daño que era obvio que decidió borrarse del mapa, había ocasiones donde podía sentirla en mis sueños, incluso había días donde lo único que me inspiraba a levantarme era saber que podía tener la esperanza de poder encontrármela en las calles como siempre con su hermosos ojos cafés tan claros como la miel y esa sonrisa que la caracteriza a ella.

— señor !!!

— amor !!!

Estaba tan metido en mis pensamientos que ni cuenta me di que habíamos llegado al registro civil donde se llevaría a cabo la boda, Anna estaba tan emocionada cuando se lo propuse que como la típica novia loca empezó a llamar a sus contactos y amigos especialistas en bodas.

— que?

Pude ver cómo ambas me miraban emprendo una respuesta pero lo cierto era que ni siquiera había puesto atención a nada de lo que ellas me decían.

— y bien te gustó lo que Liz nos propuso para la decoración ?

— amm, si, claro, está bien.

– perfecto !!!

— señoritas, tengo que ir a hacer una llamada, regreso.

— está bien, mientras iremos a ver los jardines.

Tenía que salir de ahí, este lugar me traía tantos recuerdos recordé mi boda con Amélie y lo bien que lucía en su vestido, estaba a casi de salir cuando mi mente me jugaba una vez más con la presencia de Amélie pero esta vez entre más nos acercábamos era más real, tenía puesto un vestido dorado el cual se le ajustaba perfectamente a su cuerpo y podías apreciar las hermosas curvas no sólo con la idea de haberla hecho sufrir bastaba para también reconocer que durante este tiempo de ausencia ella se veía más hermosa de lo que recordaba, sus pechos eran un poco más grandes y el escote de su espalda era mortal se dibujaba la línea de su columna perfectamente entonces recordé la primera vez que la hice mía y sus gemidos eran como notas musicales, estaba sediento y ella era mi agua que me podría saciar esta sed y sequía, intente disimular un poco pero al parecer no era el único ya que muchos hombres la veían como si quisieran desvestirla, cosa que no me agrado, camine un poco más para poder apreciarla más de cerca pero a quien engaño quería correr y besarla.

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