•SIETE•

7 0 3
                                    

Han pasado 5 días desde que llegué aquí, no sé cuánto más durare pero es un infierno y deseo con todas mis putas ganas que la guerra termine, pero no puedo hacer absolutamente nada ni siquiera sé por qué o qué buscan.  Dos golpecitos en la puerta. Aquí vamos.

-Sarah?- como chingas- No vas a cenar?

Tengo un hambre de el infierno lo único que me queda es ir a cenar, soy fuerte y puedo afrontar esto, estoy casi segura. Así que abro la puerta y encontrarlo ahí, pero que chingados...
Dios! Está tan cerca, tan guapo, tan, tan...

*calmate Sarah se te va a caer la baba*

-¿Y a ti qué mosco te picó?- dije cuando por fin deje de babear internamente mientras examinaba su cuerpo, solo un poco y lo mire a los ojos, esos ojos!

-El que sea solo quiero que te pique a ti también porque necesito hacer algo y te ves del asco, sabes que tienes casi un día ahí encerrada se te nota que has estado llorando. Así que... Espero que no te enojes pero yo... Bueno, mire dentro de tus maletas.

-¿Qué? Oye ¿a ti qué te pasa?- lo separe de mi camino, las maletas estaban perfectamente acomodadas y mi vestido negro estaba sobre la cama y en el piso unas zapatillas de el mismo color con un moño dorado, que quede claro mías.

-Ahora toma eso, vete a lavar la cara y póntelo. Por cierto están muy bonitos tus calcetines de panda que están en tu maleta.

-Cállate o te golpearé con ellos.- tomé el vestido y corrí al baño, no sé qué rayos está haciendo ahora pero no me importó.

***
-Te ves hermosa- dijo mientras ponían un mechón de cabello detrás de mi oreja

-¿Qué vas a hacerme?- entrecerré los ojos y aparté su mano de mi rostro.

-Hoy tendremos una cita, o algo así, porque, bueno, tú y yo no somos nada.- sonreí

-¿Y cómo será eso?

-Solo quiero hablar contigo como debimos hacerlo cuando llegaste, porque ya son cinco días y deberíamos conocernos más. Además, no lo sé, estabas triste, te pasa algo y me gustaría ayudarte. - mi corazón se hizo bolita literalmente, nadie jamás me había dicho que quería ayudarme, de hecho a nadie le importaba verme llorar, ni siquiera a mi familia, solo Neena y tener a alguien aquí que piense eso es tan, no lo sé, lindo? Sentí algo en el estomago.

¿Mariposas?

Tal vez hambre. Si. Eso es más lógico.

-¿Cómo será la cita si no podemos salir de aquí?

-Eso la hace más original.

Pronto ya estábamos teniendo nuestra "cita" ambos comiendo la cena de el día sentados en la cama, los zapatos solo fueron estorbo, ahora ambos estábamos con calcetines porque mis medias no servían con el frío de el lugar y tuve que usar los de panditas.

-Entonces Sarah ¿qué edad tienes?

-¿Es en serio?- reí- tengo 17 amiguito

-¿Ahora somos amigos?- reí mientras negaba.- 19 - tomó su botella de coca cola que estaba en el piso para darle un sorbo.

-Bastante joven para trabajar en el gobierno- pinché una lechuga con el tenedor y él comenzó a toser- ¿estás bien?- asintió- mi turno, Emm, ¿tienes familia? Digo, no hablas de ellos y bueno...

-No.- Levante la cabeza, estaba moviendo la comida con el tenedor y su vista clavada en el plato.- Yo los dejé hace mucho y vivo en un departamento solo.

Sarah Donde viven las historias. Descúbrelo ahora