Parte 56

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A pesar de todo, hubo una cosa que les agradecí internamente.

Por fin pude saber tu nombre.

Teo, te llamabas Teo.

Me preguntaba si, dado el caso de acercarme, reconocerías en mí a la payasita que te consoló en medio de tu llanto.

Luego recordaba la forma en que te puse en ridículo con el disfraz de oveja, así que alejaba esos pensamientos —y anhelos— de mi sistema. 



A 3600 metros© [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora