Capitulo 9

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Otro capitulo más parala saca. No sé en qué punto Ecbert y Ragnar empezaron a orbitar enel mismo circulo, pero, si fueran más iguales, reventaban. Comoestoy viendo en la 3º temporada, hasta tienen los mismos gustos.Pero, en fin, son lideres natos y las grandes mentes suelen pensarigual.


Disfrutad del capituloy hablamos luego.


CAPITULO 9


-¿Qué es este lugar?- le preguntó Ragnar cuando por finencontraron una ciudad, observando una construcción que se elevabapor encima de las casas.


-Una iglesia cristiana- le informó Athelstan, colocándose a su ladocuando el nórdico le indicó con la cabeza que se acercara.-Unacatedral. Y grande. Podría ser Winchester.


-¿Es importante?


-Si es la de Winchester, San Birino está enterrado en ella. Es unlugar de peregrinación.


-¿Y habrá tesoros allí?- le preguntó el rey, solo interesándosepor una cosa.


-Sí- afirmó Athelstan, contento de poder ser útil.-Muchos tesoros.


Era de lógica que fueran a atacar el lugar. Y que los soldados apenas pudieran ser un freno para su avance, para nada acostumbrados asu forma de atacar. Por mucho que los soldados sajones tuvieranbuenas armas, atacaban de manera individual y solían asustarse de suferocidad, solo dándoles tiempo a la gente de a pie a esconderse.


Athelstan se mantuvo cerca de Ragnar, pero cuando todos estuvieronfrente al campanario de la catedral, no quedaba ya nadie contra elque pelear, pensando que toda la gente se habría escondido dentrodel edificio, pensando que allí estarían a salvo. Unos pocospensaron que podría ser una trampa, pero, cuando se abrieron laspuertas, comprobaron que no había nadie.


No fue difícil encontrar los tesoros, había sido sacerdote los añossuficientes para saber donde escondían las reliquias en los templos,así que contempló con buen ánimo como los hombres sacaban el oroescondido bajo el altar, satisfechos con la ganancia fácilmenteobtenida.


-¿Cómo lo sabias?- le preguntó Ragnar al oído, de pie comoestaban ambos, algo alejados del altar, contemplando a los hombresmientras sacaban las cosas.


-Es costumbre cristiana enterrar los huesos de los venerados bajo elaltar.


Uno de los hombres le lanzó un cráneo al nórdico, que pilló alvuelo, contemplándolo, y le dió un golpe en el brazo para que lesiguiera, sentándose ambos en las escaleras que conducían al altar.


-¿Quién era este?- le preguntó el rubio, siempre tan curioso, conel cráneo aun en la mano.


-Creo que San Birino.


-Hablas como si yo supiera que es un ''san''.


-Unsanto es un hombre que ha llevado una vida especialmente buena o ahecho algún milagro o a sido martirizado, asesinado, por suscreencias- le indicó, del modo más simple que pudo, tratando de quecomprendiera lo que quería decirle.

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