Capítulo 3

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-Hola Albert –saludó Alberto mientras le sujetaba la puerta del ascensor al líder de Ciudadanos.

-¿Qué tal Alberto? –preguntó a su compañero de comunidad.

-Pues bastante bien, ahora he quedado con Iñigo y con Pablo.

-¿Van a venir a tu casa? –preguntó Albert curioso.

-Si, vendrán dentro de media hora, vamos a ver Juegos de Tronos –respondió Alberto saliendo del ascensor.

Una vez que llegó a su piso, Albert, salió corriendo del ascensor y abrió la puerta de su casa. Se cambió rápidamente de camisa y esperó media hora. Pasada esa media hora salió de su casa y cogió el ascensor. Como había planeado, se encontró con Pablo e Iñigo. De momento todo iba bien.

-Hola Albert –saludaron a la vez los dos amigos.

Albert se ahorró los saludos y miró a los ojos a Pablo. Rogó que todo saliese como había estado soñado estos últimos días.

-Pablo –dijo mientras se tocaba la mandíbula -mañana después de que acabe el pleno voy a ir a tomar un café, como siempre hago y...

-Si, Albert, tomaremos un café juntos, te lo prometo –se adelantó a decir Pablo sonriendole nervioso a Albert.

-Mira, yo me voy a ir subiendo y así ayudo a Alberto a preparar todo –dijo Iñigo escabulléndose hacia el ascensor y mirando a Pablo con una sonrisa pícara.

-Recuerda que mi sitio es el de la izquierda eh –le dijo viendo como su amigo se metía en el ascensor.

-Lo siento por ser tan brusco pero...

-No pasa nada Albert –le dijo Pablo -te lo quería haber pedido yo pero no encontraba el momento aduecado –mintió Pablo.

Albert miro con cariño a Pablo

-Yo temía que nunca me lo pidieses, y cuándo me dijo Alberto que ibas a ir a su casa, pues tuve la idea de bajar y bueno, pedírtelo yo cuando nos encontrásemos –confesó Albert un poco avergonzado.

-Pues si que tenías todo planeado –dijo Pablo mirando la sonrisa de Albert que en ese momento aparecía en su cara - bueno voy a subir que Alberto e Iñigo me estarán esperando –añadió observando la camisa del de Ciudadanos.

-Claro, ya nos veremos, disfrutad.

-Hasta mañana Albert.

-Hasta mañana Pablo.

Albert no podía estar más contento con sigo mismo. Por fin iba a volver a tomar un café con Pablo. Se sentía raro, pero muy feliz, y esa era una sensación que le gustaba.

Por otra parte Pablo se sentía un idiota. Ahora Albert iba a pensar que no quería quedar con él o que le evitaba. Ojalá se lo hubiese pedido él antes, pero el miedo a que su contrincante le rechazase le invadía cada vez que lo veía solo. ¿Qué le estaba pasando con Albert? Sentía que quería estar con el todo el día pero por el contrario tenía miedo a quedarse a solas con él. Si, era un idiota, pero un idiota enamorado.

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-Deberías haber visto su cara, se quedó a cuadros cuando le vio salir del ascensor –soltó Iñigo tras acabar la temporada que estaban viendo de Juego de Tronos.

Los tres rieron y estuvieron hablando del tema durante varios minutos. Iñigo y Alberto estaban muy contentos con Pablo, pero a Pablo sin embargo la duda le invadía por momentos.

-¿Creéis qué pensará que le estoy evitando y que no quiero quedar con él por no haberle invitado yo a tomar un café después de acabar el pleno?

-Pablo, hijo, no hagas las preguntas tan largas que de escucharte me quedo sin aliento yo –respondió Iñigo sonriendo.

-Te diría lo que ya sabes, pero no te quiero invitar a una cena –añadió Pablo mirando a Iñigo.

-Segun lo que me contasteis, cuando salió del ascensor se le veía muy nervioso ¿no? –preguntó Alberto acariciando a un gato anaranjado que tenía en su regazo -pues yo creo que ahora estará mas tranquilo al saber que por fin vais a tomar un café.

-Tienes razón Alberto, debería tranquilizarme, al fin y al cabo solo es un café –respondió Pablo viendo como su amigo hacía ronronear al gato.

Acabaron la noche cada uno en sus casas.

Alberto vio la tele hasta altas horas de la noche mientras su gato se acurrucaba a su lado.

Iñigo estuvo leyendo un libro que le habían recomendado y lo estuvo disfrutando hasta que su cuerpo le obligo a dormirse.

Pablo era incapaz de dormirse, pero cuando lo hizo soñó con Albert.

Albert se durmió rápidamente, pero cuándo se despertó en mitad de la noche no pudo evitar pensar en Pablo.

Pablo soñando con Albert.

Albert pensando en Pablo.

Pablo queriendo a Albert.

Albert queriendo a Pablo.

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-Dos cafés con leche por favor –pidió Pablo una vez que ya estaba sentado con Albert en una mesa de la cafetería.

-Que ganas tenía de volver a charlar contigo –confesó Albert.

-Yo también la verdad, menos mal que hoy hemos acabado antes el pleno –añadió Pablo.

-¡POLICÍA! COLOQUENSE TODOS CERCA DE LA BARRA, ESTO ES UNA INSPECCIÓN, SI ALGUNO SE OPONE SERA ENGRILLETADO –gritó un hombre con un chaleco en el que atrás se podía leer 'Policía Nacional'.

-Pero ¿qué cojones? –soltó Pablo -¿qué es esto? ¿Qué esta pasando?

Albert estaba igual de sorprendido que él.

-POR FAVOR CABALLERO COLOQUESE EN LA BARRA –le gritó un agente a Albert mientras le empujaba.

-Agente, soy Albert Rivera –le dijo enseñándole el DNI -podría dejarnos marchar, tenemos ahora un pleno en el Congreso –suplicó señalando a Pablo.

El agente les miró sorprendido y avergonzado. Pablo siguió los pasos de Albert y le enseño también su DNI. El hombre les dejó marchar. A la salida del bar se encontraron con la calle llena de coches de la policia y agentes viniendo de un lado para otro.   Se acercaron a un agente que custodiaba un coche.

-Buenos días agente –le saludó Alber -¿qué está pasando dentro? –preguntó bajo la atenta mirada del hombre.

-Nos han informado de que se trapicheaba con droga, era un punto habitual en el algún que otro camello vendía las drogas al gerente del bar y este luego la repartía a sus clientes.

Pablo y Albert no salían de su asombro. Jamás hubieran imaginado que en la cafetería en la que diversos políticos se reunían día a día para charlar y tomar un café, se estuviese manejando droga.

De todas formas, esa no era su mayor preocupación. Para un día que por fin iban a tomar un café y hablar, aparece la policía y cierra el bar en el que estaban.

Quizá el destino no quería que se reuniesen.

Quizá el destino hizo que varias semanas mas tardes se reuniesen en casa de Albert a tomar el deseado café.

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