Capítulo 1

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-Muchas gracias -estas últimas palabras del discurso del político vinieron acompañadas por varios aplausos de algún que otro componente de su partido. Recogió sus papeles y volvió a su asiento.

-Gracias señor Rivera -dijo Patxi una vez que Albert ya había llegado a su sitio -Bueno, hasta aquí el pleno de hoy, seguimos el lunes, pasen un buen fin de semana -Añadió sonriente.

Albert se levantó del sitio, en el cual hacía menos de un minuto que se había sentado y se despidió de los diputados de su respectivo partido. Una vez bajadas las escaleras se dirigió al baño para refrescarse e ir a vaciar el depósito tras varias horas dentro del hemiciclo.

Para su sorpresa en el baño se encontraban Rafael Hernando y Pablo Iglesias conversando muy animados. Los dos se lavaban las manos mientras hablaban de una película que habían echado la noche anterior en la tele. Él los observaba entretenido y fascinado por como, aún siendo de distintos partidos y teniendo ideas diferentes, se llevaban bien y eran capaces de intercambiar el uno al otro observaciones sobre la película de la noche pasada. Incluso consiguió divisar alguna sonrisa de Rafael hacia el comunista.

-Buen finde señores -dijo Rafael mirando hacia Albert y Pablo -hasta el lunes -añadió mientras abría la puerta y miraba de reojo hacia el espejo.

-Adiós -dijeron al unísono Albert y Pablo.

-Llevo media hora meandome y este tío dale que te pego con la película -dijo Pablo mientras se bajaba la bragueta.

-Se os veía muy a gusto -respondió Albert secándose las manos con una toalla granate.

-El tío es buena gente, pero joder me he enfrascado en la conversación y me he lavado las manos sin haber meado -soltó Pablo.

Albert río y miro a su contrincante político. Desde hace varios días se llevaban bastante bien, habían quedado un par de veces fuera del Congreso para tomar unas cañas y debatir sobre temas actuales, ambos habían estado muy a gusto y no le importaba volver a repetir la experiencia.

-Voy a ir ahora a la cafetería que hay cerca del Congreso a tomar un café ¿quieres venir? -le preguntó ansioso por la respuesta del de la coleta.

-Iñigo me ha pedido que le ayudase ha empaquetar algunos libros de la universidad para llevárselos a su casa -respondió Pablo mirando un poco apenado a Albert - ya lo siento, si eso otro día ¿te parece?.

-Claro, sin problema.

-Bueno, ya nos veremos el lunes Albert.

-Adiós Pablo.

Albert vió salir del baño a Pablo y un sentimiento de tristeza le inundó. Tenía ganas de tomarse un café con Pablo, pero bueno, ya lo haría otro día. Esperó ese día durante varias semanas pero parecía que no llegaba y Albert poco a poco fue olvidando la idea.

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Dejó las llaves en la mesa del salón y se quito el abrigo. Cambió su camisa por una camiseta que tenía desde hace años y sus zapatos por unas zapatillas más cómodas para ir por casa. Se dirigió a la cocina, abrió la nevera y se cogió una cerveza. Cuando por fin se sentó en el sofá se dio cuenta de lo cansado que estaba. Llevaba todo el día en el Congreso, al acabar el pleno tuvo que dar varias ruedas de prensa y cuando pensaba que eso era todo, se acordó de la reunión con su partido. Sus ideas para el país iban cobrando fuerza y se sentía orgulloso, orgulloso y cansado. En ese momento sonó el teléfono de su casa y del susto casi se le cae la cerveza de las manos.

-Hola Pablo -se oyó desde el otro lado de la línea -me acabo de acordar de que el otro día me deje la funda de gafas en tu casa.

-Si, las vi el ayer, te las ibas a llevar al Congreso pero se me olvidó, vente cuando quieras -respondió al joven político.

-Abreme el portal anda.

Iñigo siempre tan oportuno -pensó Pablo mientras abría el portal y la puerta de su casa para que no llamase al timbre cuándo subiera- no estaba haciendo nada importante ni mucho menos, pero quería descansar un poco y pasar un rato solo.

-Me has salvado la vida Pablito -dijo Iñigo cogiendo la funda de gafas y mirándola como si la hubiese estado echando de menos mucho tiempo.

-Que exagerado que eres macho.

Iñigo río y se dejó caer en el sofá.

-No me vas a dar una cerveza ¿o que?

-No me vas a dar tu un respiro -respondió Pablo mientras le ofrecía la suya.

Estuvieron hablando y bebiendo cerveza durante varias horas.

-Iñigo, ¿invito a un café a Albert o no?

-Joder Pablo, por lo que me contaste se le quedo cara de pena -dijo mirando la botella de cerveza vacía - proponselo y ya está, tampoco tienes que organizar la pedida con una pancarta macho, que le vas a invitar a un café no ha pedirle matrimonio.

-Mira que eres exagerado Iñigo.

-Me lo dices mucho, si.

-Bueno ya se lo pediré cuando lo vuelva a ver -dijo Pablo mirando a Iñigo.

En el rostro de Pablo no había ninguna sonrisa, pero en su interior la alegría le inundó el corazón.

En algún lugar de la comunidad sonó el himno de Riego, Pablo e Iñigo se miraron y brindaron sus botellas vacías.

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