Albert aparcó en frente de la casa de Pablo y esperó a que este llegara para poder subir juntos. No se pudieron aguantar, y en el corto trayecto que hacía el ascensor se estuvieron besando desesperadamente intentándose quitar la ropa el uno al otro.
-Albert, ¿estás preparado? –preguntó Pablo mirando los ojos de Albert
-Es la primera vez que lo voy a hacer con un hombre, y no se muy bien que hacer –confesó Albert con miedo.
-Lo entiendo, tú solo confía en mi ¿vale? todo irá bien –le tranquilizó Pablo.
Cuando estaban entrando a casa, a Pablo le sonó el móvil.
-Casado lo sabe tío –soltó Iñigo desde la otro lado de la línea -Me ha llamado y me ha dicho que os había oído en el baño.
-¿QUÉ? NO PUEDE SER, JODER IÑIGO ES IMPOSIBLE, EN EL BAÑO NO HABÍA NADIE –respondió Pablo muy asustado -¿Qué más te ha dicho?
-Quiere veros, ha dicho qué vayáis en media hora a la cafetería que hay enfrente de la sede principal del PP y que se reunirá allí con vosotros –le contó Iñigo nervioso -lo siento mucho.
Pablo le contó a Albert en lío en el que estaban metidos. No se podían creer que alguien les hubiese oído y que posiblemente lo contaría a todo el mundo y arruinaría sus carreras políticas por el escandalo amoroso.
-Pablo prometeme que pase lo que pase nada cambiará entre nosotros, durante estas semanas me he dado cuenta de que eres muy importante para mi. Se que esto puede que nos arruine políticamente, pero creeme si te digo que mientras tu me quieras no me importará el resto -confesó Albert mirándole a los ojos y transmitiéndole toda la verdad que sentía en ese momento -te quiero Pablo, y no quiero que esto se arruine por un maldito facha.
-Te lo prometo Albert, confía en mi, todo va a salir bien. Te prometo que te seguiré queriendo pase lo que pase -le respondió Pablo besándole suavemente el labio -te lo prometo.
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Llevaban ya un rato en la cafetería cuando vieron aparecer a Pablo Casado. Venía con una sonrisa pícara, la cuál Pablo quería borrar de un puñetazo, pero se contuvo pues no quería llamar más la atención de lo que lo hacia en un bar cómo aquel. El camarero le había mirado muy mal, en cuanto entró, le observó de arriba a abajo parándose varias veces en la coleta. El bar estaba decorado con varias banderas españolas y seguramente alguna que otra foto de Franco, pensó Pablo.
Sin embargo a Albert le habían recibido con amabilidad e incluso una de la camareras le había echado algún piropo -si supieras que el hombre al que le piropeas es homosexual, le echarais antes del bar que a mí -pensó Pablo.
-No quiero perder mi tiempo con vosotros, a si que voy a ser alto y claro -les dijo Casado sentándose enfrente de ellos -quiero que retireis vuestros partidos de la candidatura a la presidencia del gobierno español, si no lo haceis, contaré vuestro romance a todos lo periódicos nacionales, y creerme si os digo que tengo pruebas -soltó señalando su móvil.
-¡¿QUE?! IMPOSIBLE CASADO, NO NOS PUEDES HACER ESO, TE PODEMOS PAGAR SI QUIERES, PERO ESTO NO, POR FAVOR -rogó Albert a punto de echarse a llorar - POR FAVOR CASADO, ESTO NO.
Pablo le puso un mano en la pierna a Albert para intentar que se tranquilizara.
-Casado, no vamos a retirar nuestros partidos –dijo Pablo mirando seriamente a Pablo Casado -te pagaremos la suma de dinero que tu quieras.
-Quiero 100.000 € de cada uno –soltó tan tranquilo Casado – ya sabéis lo que nos gusta el dinero fácil a los del PP –añadió sonriendo de una manera que a Pablo y a Albert les puso muy nervioso.
-¿Por qué nos haces esto? –preguntó Albert una vez que ya habían acordado cómo, dónde y cuándo les transferirían el dinero.
-Por el simple hecho de que odio a los homosexuales y porque como he dicho antes, me encanta el dinero –confesó Casado -adiós pareja –se despidió Casado mirando al catalán y al vallecano.
Vieron como Casado se alejaba y se quedaron un rato en silencio.
-No me fió de este tío –dijo Pablo -no le vamos a transferir el dinero, de eso estoy seguro.
-Pero Pablo, nos ha enseñado los audios de nuestras conversaciones y una foto que nos hizo cuando nos estábamos besando, no vamos a poder eliminarlas de ningún modo –añadió Albert preocupado.
-Conozco a alguien que nos ayudará –le contestó Pablo sonriendo -todo va a salir bien cariño –dijo besando la mejilla de Albert -te lo prometo.
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Al día siguiente era sábado, por lo que no hubo pleno. Albert se despertó después de una noche dando vueltas en la cama sin poder dormir por lo ocurrido el día anterior en el bar en el que les citó Pablo Casado. Pablo por su parte, había dormido estupendamente, pues tenía una idea para hacer que las pruebas de las que hablaba Casado desapareciesen por arte de magia. Ojalá el plan saliese bien, porque no quería que su relación con Albert se estropease por un idiota como Pablo Casado.Una vez que Albert había desayunado consultó su correo y llamo a Pablo.
-Hola Pablo, ¿que tal la noche? –preguntó el catalán a su amante.
-Bastante bien Albert -respondió Pablo mientras se hacia un café -¿tu qué tal?.
-Fatal, no he dejado de darle vueltas al tema de ayer, ¿seguro que tienes una buena idea? –preguntó Albert cansado.
-Si, tranquilo, tengo un contacto dentro del PP que nos ayudará -confesó Pablo seguro de si mismo.
-El que tu tengas un contacto dentro de ese partido y yo no, dice mucho de ti –rio Albert.
-O de ti –respondió Pablo sonriendo -bueno te tengo que dejar, tengo una reunión con mi equipo y luego veré a ver si localizó al contacto.
-Vale, ya me dirás –dijo Albert - te quiero Pablo.
-Te quiero Albert –respondió Pablo -te quiero.
A varios kilómetros de las casas de Pablo y de Albert, Rafael Hernando no tenía ni idea de que dentro de poco, alguien necesitaría su ayuda.
Ayuda por la cual defraudaría a un político de su partido.
Ayuda por la cuál recibiría algo más que dinero.

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Promesas
FanfictionAlbert Rivera y Pablo Iglesias, dos contrincantes políticos que llegaran a ser muy buenos amigos. Los amigos se hacen promesas, pero no siempre se cumplen. Pero, ¿y las promesas que se hacen dos enamorados? ¿Esas se cumplen o caen en el olvido para...