Epilogo V "Debbie y Edward"

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—¡Estás loco!—grite mirando hacia abajo, estábamos a más de dos mil pies de alturas del suelo, en un helicóptero.

—¡Oye es divertido, hago esto casi todos los días!—dijo acariciando mis hombros. Me coloco la mochila con el paracaídas. Mis nervios estaban de punta, Edward me sonrió.

—¡Edward, y si el paracaídas no habré a tiempo!—dije asustada aferrándome al Varadar y él sonrió.

—¡Escucha, cuando yo te diga lo abres, escúchame en mi trabajo he echo cosas más difíciles!—me sonrió.

—¡Tú!—grite y el río.

—¡Edward, ya deben tirarse iniciaremos el descenso!—dijo el copiloto, Edward tomó mi mano y me sonrió.

—A la una... A las dos...—nos lanzamos. Mis gritos se podían escuchar a a kilómetros, pero deje de hacerlo al ver como el aire cruzaba por mi cuerpo.

Edward iba a mi lado y hacia piruetas, yo me quedaba recta.

—¡Ya!—gritó Edward, y abrimos los paracaídas, haciendo que subamos más alto.

De alguna manera Edward tomó mi mano, y vi el Hermoso paisaje de las playas de Hawaii, estábamos de escapada, siempre tomábamos una semana de algún mes para desaparecernos.

—Es hermoso—susurre mientras el paracaídas me ayudaba a descender de a poco.

—Precioso, al igual que tú—dijo Edward y sonreí. Aterrizamos en la playa, sumergiéndonos en la azulada agua.

—Esto fue lo más loco que he echo desde el santo en Bungie de la semana pasada—dije riendo mientras me acostaba en la arena con la respiración agitada.

Edward sonrió.—Nadie jamás entiende por qué me gustan las cosas alocadas—miramos como el sol se ocultaba a lo lejos en el océano.—Dicen que es solo por el programa de televisión o por... Por querer estar en movimiento—me miró.—Pero no es por ello.

—¿Por qué?—pregunté.

—La adrenalina, la satisfacción de ver la vida desde otro ángulo, la vida es corta, Debbie—me sonrió—Y hay que vivirla, no sabes si te acuestas, y no vuelves a levantarte.

Asentí.—Muy cierto.

—Sabes que pensé—murmuró cerca de mi.

—¿Qué pensaste?—dije mirando sus hermosos ojos almendras.

—Qué... La vida es corta, y que debemos asentar cabeza—asentí—Pero podemos hacerlo a nuestra manera—se quitó la cadena que tenía puesta, con un diente de cocodrilo—No es un anillo—río—Pero es lo más valioso que tengo en estos momentos—me miró—¿Quieres casarte conmigo, Debbie?

Lo mee atónita y sonreí.

—Si—mis ojos se aguaron—Quiero casarme contigo, Edward—lo abrace con todas mis fuerzas. Beso mis labios y luego me colocó la cadena de una simple soga y el diente.

Voltee el diente y tenía algo escrito "D&E" rodeado por un corazón.

—Te amo—murmuró.

—Yo también te amo—dije y bese de nuevo sus labios acostándome encima de él.

Estábamos en la punta de la torre Eiffel, Edward dijo que quería encargarse de nuestra boda, así que se lo permití.

Solo estaban mis padres y los de él, nuestros amigos, y nuestros hermanos.

—Esto está muy alto—dijo mi madre abrazando a mi padre.
Mire a Edward sin entender por qué nos casábamos aquí.

—Confía en mí—murmuró.

—Estamos aquí reunidos el día de hoy para unir la pareja de Deborah Christina Tomlinson Calder y Edward Adrián Styles Miller—dijo el padre. Mire hacia abajo, la altura era para morirse.

Mire a Edward de nuevo y le sonreí. Tenía un hermoso vestido blanco que me encanto, y él tenía un traje que lo hacía lucir guapo.

Suspire, nunca me imaginé casándome con Edward, ni mucho menos en la punta de la torre Eiffel.

—¿Edward aceptas tú a Deborah como tu legítima esposa?—amaba este padre. Qué bueno que cortó la ceremonia, aunque creo que lo hacía por qué el de estaba muriendo del miedo a la altura que estábamos.

—Acepto—dijo sonriéndome.

—¿Deborah acepta usted a Edward como su legítimo esposo?—pregunto.

—Acepto—dije sonriendo.

—Puede besar a la novia—dijo el padre y Edward me besó como nunca antes lo había echo, básicamente me devoró la boca.

Todos gritaron y aplaudieron.

—Toma—dijo Edward dándome una mochila.

—¿Qué es eso?—pregunté colocándome y viendo que el se colocaba una. Theo comenzó a tirarnos fotos sonriendo, mientras los demás fruncían el ceño.

—Toma mi mano—la tome sin dudarlo. Ya es hora de que nunca pierda la confianza en mí Edward, y siempre la tendré.

Caminamos al borde y fruncí el ceño, Edward apretó mi mano y nos lanzamos, escuchamos los gritos de los chicos y de nuestros padres, por nuestra repentina caída.

—¡Ahora!—abrimos los paracaídas y reí. Enserio estamos locos. Comenzamos a descender en el jardín de la torre Eiffel, al llegar abajo había un helicóptero esperando por nosotros.

Edward me cargo y entramos al helicóptero.

—Nate, llévanos a Israel—fruncí el ceño—Te dije que visitare el mundo entero, y lo quiero hacer contigo.

Sonreí, vi a todos gritándonos desde arriba de la torre.

—¡Adiós!—gritamos y nos fuimos. La boda más extraña que he vivido en mi vida, y fue la mía.

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⏰ Última actualización: Aug 26, 2018 ⏰

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