I: Haunted

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¿Y si de pequeños nos contaron mal el cuento
y en lugar de huir del lobo,
Caperucita se enamoró de él?

¿Y si de pequeños nos contaron mal el cuento y en lugar de huir del lobo, Caperucita se enamoró de él?

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Actualmente

Margot

Hey, hey
You, you
I don't like your girlfriend
No way, no way
I think you need a new one...

Mi cuerpo se sacudió involuntariamente en la cama. Gruñí disgustada por lo ruidosa que era la música que estaba emitiendo el despertador. Nota mental: matar a Yei. Estaba casi segura de que la persona que se había encargado de ponerme "Girlfriend" como alarma había sido mi "querida" mejor amiga.

Me tapé la cabeza con la almohada intentando amortiguar el sonido sin tener que moverme hasta el reloj. Sin embargo, no impidió que oyera los golpes que le dio mi hermano a la pared desde el otro lado.

-¡Apaga esa mierda, Sting! -Gritó.

-¡Chicos, a levantar! -Papá desde la cocina.

Puse los ojos en blanco. De mala gana, me deshice de mis sábanas y me levanté de la cama para apagar el despertador. Mientras que hacía unos cuantos estiramientos para desperezarme y me frotaba los ojos, no pude evitar pensar con sarcasmo: "Bienvenida a un nuevo día en nuestro radiante Birchtown, cuna de granjeros y pescadores".

Mi atención se dirigió de manera automática a la enorme mansión que se podía vislumbrar entre los árboles al otro lado del valle. Era como si aquel lugar tuviera algo que me atraía hacia él. Era como si esa mansión hubiera sido construida ahí para que yo durmiera todas las noches pensando en ella.

Cuando mis abuelos vivían aquí, la mansión estaba abandonada. Me solía gustar ir a jugar en su jardín con mis primos. Las plantas trepaderas habían invadido su fachada y todo tenía un halo de misterio y oscuridad que a veces sentía como un viento gélido que me traspasaba el pecho.

Sin embargo, hacía poco más de tres semanas una familia la compró. Una familia que despertó mi interés más que la propia mansión.

-Margot, ayer llamó la madre de Lyanne preguntando que por qué no fuiste a los preparativos -me informó mi padre cuando me disponía a cepillarme el pelo.

Resoplé con teatralidad. "La fiesta del crepúsculo" se acercaba y, como siempre, todas las madres del pueblo se esperaban que sus hijas se sintieran entusiasmadas. Resultaba que para mí ya no tenía ninguna gracia. No era más que una excusa para seguir ignorando lo muerto que estaba Birchtown. Y, con lo cual, creí que quedarme en casa leyendo un libro sería más interesante.

The Divine Exile Donde viven las historias. Descúbrelo ahora