06. Cita improvisada

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Capítulo 6


Cita improvisada.


Hoy es el ansiado fin de semana para todos, inclusive para mí, no más clases por dos días completos, para quedarme durmiendo hasta tarde y gozando de la libertad de poder salir de este internado.

Después de la primera y ultima vez que hablé con Damien, no volví en esos días a la biblioteca, y tampoco le encontré sentido a lo que dijo, porque no lo vi más.

Eso de levantarme a la hora que quiera, quizás no es muy cierto, porque el horario del desayuno los sábados son a las diez de la mañana, y yo como soy una hambrienta, no puedo perderme el desayuno, porque no voy a comer nada más, como hasta las tres de la tarde.

El primer fin de semana que pase aquí, pensé que podía ir a desayunar en pijamas, pero no era así, teníamos que estar vestidos con ropa casual, pero no necesariamente con el uniforme.

Junté todas mis fuerzas para levantarme. Mi cama en este momento se veía tan cómoda y abrigadora, que no me daban ganas de levantarme, pero el hambre, era mucho mayor, y vencía todo lo demás.

Me dirigí a mi armario para sacar mi toalla y mi ropa. Es algo raro tener una habitación entera para mí sola, en mi antiguo internado, compartía habitación con todas las chicas del internado. Y todas dormíamos en incomodos y duros camarotes.

Bueno, también es raro convivir con chicos en el mismo sitio, por varias horas, incluyendo compartir las clases y los almuerzos.

Bajé hasta el primer piso del edificio, donde se encontraban las duchas y los baños. Cada piso consta de un baño, pero sin duchas en ellos, lamentablemente. En los baños de cada piso no hay duchas. Quizás le ahorraba más espacio dejar solamente las duchas abajo.

Al entrar, pude ver a varias chicas dentro del gran baño, algunas lavándose los dientes, maquillándose, depilándose, otras ocupando las duchas, las cuales tenían cortinas, impidiendo que se viera algo si es que alguien entraba. Algunos baños se encontraban desocupados.

Entre a una ducha que se encontraba desocupada. Después de haber dejado mi ropa en mi casillero correspondiente, abrí la llave del agua caliente, que comenzó a escurrir por mi cuerpo, estuve algunos minutos dentro, los cuales me sirvieron para despejarme completamente. Salí del pequeño espacio al terminar mi ducha, con una toalla blanca envuelta en mi torso y en mi pelo.

Dentro de la ducha me había aprovechado de depilar las piernas, lamentablemente, no nací siendo una persona lampiña, a sí que como toda persona normal y común, tengo como deber depilarme regularmente. Además de que todos los miércoles tenemos resistencia física, en la vuelta debemos usar unos pantalones cortos.

Al terminar de cambiarme, me acerqué a los espejos, donde aún lado de ellos se encontraban los secadores para cabello. Soy bastante propensa a enfermarme, por lo cual no puedo salir a ningún lado sin antes secarme el cabello.

No pude evitar observarme en el espejo mientras me secaba el pelo. Mi cabello castaño seguía húmedo y provocaba que mi blusa, se humedeciera un poco igualmente. Mi rostro se observaba pálido en el espejo.

Llegué a nuestra habitual mesa, en esta ya se encontraban todos, es algo raro ver a todos sin uniformes y con ropa de calle, estoy acostumbrada a verlos en uniforme.

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