07. Ando algo torpe

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Capítulo 7


Ando algo torpe.


Podría decir que la cita salió increíble, que no tuve ningún inconveniente y que mi torpeza no salió a flote, pero estaría mintiendo. Y todo debido a una cualidad mía que me acompañara por el resto de la vida: Mi torpeza.

Yo estaba tranquilamente hablando con Damien, no, nuevamente mentí. Estaba totalmente nerviosa al sentir la mirada de Damien, por lo que intente comenzar a comer de la torta que me trajo el mesero, que en estos momentos debería de traer mi jugo natural de frutilla, mi mano temblaba exageradamente de los nervios y por más que tratara de controlarla no podía, el tenedor se me resbaló de mis manos, y mis mejillas se sonrojaron. Damien me miró con un pequeña sonrisa que trató de esconder, pero la pude ver por unos cortos segundos.

Me agaché a recoger el tenedor que se encontraba en el suelo, y al momento de levantar mi cabeza, esta chocó con la bandeja que llevaba el mesero, y el contenido de la bandeja se volcó encima mío, rápidamente el olor a frutilla inundó mis fosas nasales. Giré la vista a mi alrededor, y había conseguido llamar la atención de toda la gente que se encontraba allí.

Me levante rápidamente de la mesa con las mejillas encendidas, y al momento de levantarme arrastré el mantel de la mesa conmigo, causando que todo se volcara en la mesa, me di cuenta de que el mantel se había enganchado con una de las tantas pulseras que traía puesta.

Mordí mis labios en un gesto de frustración mientras echaba la cabeza hacia atrás, había arruinado todo. Miré a Damien y este se encontraba observando algo en mi pecho, yo bajé la mirada al darme cuenta de que se habían trasparentado mi blusa blanca, y se me podía ver mi sostén negro, me moví incómodamente al darme cuenta de eso.

Damien de un momento a otro frunció el ceño, y se levantó bruscamente, se sacó el saco del internado, y me lo colocó encima, después le dio una mirada fulminante al mesero que se encontraba con la vista fija en mi pecho, y me tomó la mano, mientras abandonábamos la cafetería.

Seguimos avanzando por la calle, y raramente la gente que se encontraba al rededor ni nos dirigían alguna mirada, como si no estuviéramos allí. Seguí en todo el camino a Damien con la mirada gacha, Damien se encontraba con el ceño fruncido mientras avanzábamos por la calle, por lo que deduzco que se debe a mi torpeza.

Damien se detuvo en una calle que lucía menos transitada que las demás, solo se encontraba una anciana alimentando a palomas en una banca, y unos niños jugando a la pelota en la otra cuadra. Él se dedicó a colocar sus brazos en sus bolsillos y mirar hacia el frente, sus ojos tenían un ligero brillo.

—Lamento si te molesto mi torpeza, he arruinado esta cita completamente, entiendo si no quieres hablarme, yo tampoco lo haría —sorbí mi nariz tratando de no llorar, mientras observaba mis zapatos.

Damien no me respondió, por lo que me sentí peor, pero segundos después sentí como acomodaba un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. Levanté mi mirada y el rostro de Damien había cambiado totalmente, ahora ya no traía su ceño fruncido como hace unos minutos, me observaba con una mirada blanda.

—No hables tonteras niña, ya te dije que no te librarías tan fácil de mí —sonrío con dulzura —. Ni aunque quisieras —murmuró casi inaudible, con sus ojos oscuros.

Lo último que dijo me causó un pequeño escalofrío, yo asentí lentamente hipnotizada con su mirada. El sonido de unas llantas de auto chirriar sobre el asfalto de la calle, hizo que despegara mi mirada de Damien. Un Mercedes Benz se encontraba estacionado frente a nosotros. De el salió un señor con traje de chofer.

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⏰ Última actualización: Jun 03, 2017 ⏰

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