Kouha 1

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Noche 31: La ciudad más sucia

La ciudad se extiende por la costa como una plaga de casas viejas con paredes desconchadas y pinturas extravagantes. Casas azules, rojas... pero todas ellas igual de podridas y angostas, como sus calles, embadurnadas hasta el resquicio más oculto de arena. Hay arena por todas partes; se respira arena, huele todo a arena... Las palmeras se agitan con cautela bañadas por la brisa arenosa que nos trae el mar. Las tabernas pueblan la ciudad como ratas las cloacas, y en ellas hay de todo tipo de personas: piratas, marineros, ladrones, ladinos... No hay nadie que sea honrado merodeando estas calles. Dicen que esto es un país, pero creo que podría recorrerlo entero de punta a punta en tan sólo una hora. Esto es una ciudad independiente gobernada por un señor. Sólo es eso, y es una ciudad tan pequeña que sus calles arenosas son anchas y las casas están muy separadas. De hecho, hay menos casas que arena. Pero en fin, si deciden llamar a este trozo de tierra inútil país, allá ellos con su felicidad.

La luz cálida del sol entra por la ventana abierta de par en par a la habitación donde me hospedo. Las paredes están pintadas de verde y hay muebles barrocos de color caoba. La cama tiene un elegante dosel de cortinas blancas transparentes atadas a los postes. El suelo es de madera blanquecina, la ventana blanca por completo y las persianas de madera vieja. Escucho el ruido de la calle y las palabras de los vendedores que intentan comprar la confianza de los compradores. Hay demasiado jaleo. En casa sólo se escuchaban los pájaros y el aire. Pero ahora escucho demasiadas cosas y lo detesto profundamente.

Algo se mueve a mi lado y emite un bostezo gozoso. Miró a la mujer desconocida que está abrazada a mí y sonríe de placer. Duerme plácidamente y parece estar bastante cómoda. No recuerdo haberla invitado a entrar... pero la cabeza me da demasiadas vueltas como para querer recordar. Frunzo el ceño mientras la miro, realmente extrañado. ¿Cómo ha llegado aquí? Y lo más importante, ¿qué hace desnuda y envuelta en las sábanas de seda? ¿Mi primera noche en Tártalo y no recuerdo absolutamente nada?

Un momento; ya me acuerdo. Anoche Koumei y yo empezamos a beber sin control y a divertirnos como nunca lo habíamos hecho. Pero el ambiente de la posada era tan vívido y movido que no había quien se resistiese... Nadie salvo Kouen, que se fue dócilmente a su dormitorio para descansar. Después de beber jarras y jarras de alcohol -creo que era demasiado fuerte para ser vino- no recuerdo lo que pasó. Tal vez llegué hasta la habitación dando tumbos... Pero no me acuerdo de haber conocido a esta mujer.

Sus largos cabellos negros caen por la colcha de la cama y su piel de tez morena parece suave y sedosa al tacto.

La sacudo con violencia y gruño:

-¡Eh, tú! ¡Eh, arriba!

Ella abre los ojos con rapidez, sobresaltada. Mira a un lado y a otro de la habitación y luego posa sus iris grisáceos en mí, en una mueca seductora y gozosa.

-¿Ya habéis despertado? -me pregunta riendo y acariciando la línea de separación entre mis pectorales.

La aparto de mi lado, me siento en la cama y me pongo los zapatos, antes de darme cuenta de que me falta algo importante.

-¿Dónde están mis calzones? -gruño nervioso.

-¿Buscáis esto? -Me mira seductora con mi ropa enganchada en su dedo índice.

-¡Dame eso! -le exijo.

Ella da media vuelta y se levanta. El pecho le cae suavemente.

-¡Cogedme si podéis! -exclama con risas burlonas.

Mi ceño se frunce notablemente y suelto un bufido. Me entran unas ganas locas de empezar a abofetear a esta desconocida y no parar hasta que le sangre el alma. Me lío las sábanas en torno a mis caderas y avanzo hacia ella, como un depredador.

El Imperio Kou: Tártalo (Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora