Sesya 2

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Tártalo

Noche 39

Ahora que por fin hemos salido de la ciudad, me siento un poco intranquila. Kouen y Koumei estarán encerrados junto al cuerpo de Kouha, y a estas alturas es muy probable que las princesas ya se hayan enterado. Sólo son las siete de la mañana y las campanas siguen sonando para avisar a la ciudad entera de que alguien ha muerto o desaparecido. Evidentemente Rodrik no haría sonar las campanas por un simple extranjero al que ni conoce, pero sí por un soldado como Beliot, tan importante para su ejército.

–¿Y por qué habéis matado a ese tal Beliot? –pregunta Kouha mientras se pone la armadura robada del soldado.

Ania resopla mientras se quita con un palillo de madera la roña de sus uñas oscuras. Está sentada sobre una roca y con la espalda apoyada al tronco de un cocotero muy alto.

–Beliot era un hombre corrupto que vivía muy cerca del burdel, supongo que ya sabes por qué –le responde Arek con cierto tono de obviedad–. Era el que más cerca de nosotros estaba, y por tanto el que mejor se ajustaba a nuestro tiempo.

Efectivamente. Mientras Ania estaba en el interior del dormitorio de Kouha, Arek se mantenía apoyado contra la puerta por si alguien conseguía burlar la vigilancia de Macrom y Yira. Por suerte, ni siquiera Aiblys pudo entrar durante la hora y media que yo necesité para ir a casa de Beliot, ahogarlo mientras dormía y llevar el cuerpo hacia el patio trasero del burdel. Incluso a mí me ha sorprendido la poca vigilancia de su casa y lo fácil que ha sido matarlo. Pero estaba claro: Beliot era inútil y un borracho, aunque no por ello menos corrupto y criminal que los demás.

Desde el patio lancé una piedra a la ventana abierta como señal de mi llegada. Y Ania, asomada al balcón, realizó un hechizo ancestral en su linaje que ella, como buena bruja, sabe usar a la perfección. Denominado como «el Cambiacuerpo», el hechizo permite cambiar un cuerpo por otro, pero sólo de lugar.

De manera que Kouha apareció tumbado sobre la hierba del patio y Beliot sobre la cama del burdel. Una vez ahí, Ania usó una técnica visual que consistía en hacer ver al que mirase un cuerpo distinto al que verdaderamente observaba. De este modo, el que mirase a Beliot tumbado sobre la cama del dormitorio de Kouha, en realidad estaría viendo a éste con la misma apariencia y ropa que hubiera llevado el susodicho durante la hora anterior. Por lo que Beliot, con la apariencia de un Kouha muerto por el veneno, se mantuvo en su lugar hasta el momento actual.

Cuando esto ocurrió, le entregué a Kouha (Beliot) las llaves de la casa del mismo y me cercioré de que entraba por la puerta de la vivienda. Iba vestido con la camisola del soldado y cojeando -pues aunque todos viéramos al hombre en realidad Kouha seguía siendo Kouha y por tanto seguía estando herido-, así que no era de extrañar que todo el mundo lo mirase.

No tengo ni idea de cómo funciona el mundo de los magos y las brujas, pero Ania me ha dicho que para hacer todo esto necesita dar muchas órdenes y que, la principal razón por la que se mantiene a hacer pócimas, es sencillamente porque la otra opción le parece agotadora.

Cuando Kouha termina de colocarse el uniforme de Beliot me entran ganas de darle un puñetazo. Se ve exactamente igual que el borracho y estúpido soldado, pero como no lo es, hago todo lo posible por contener mi rabia.

–¿Y ahora qué tengo que hacer? –pregunta–. Porque digo yo que tiene que haber un motivo razonable para que le esté dando este disgusto infernal a mis hermanos... –Se atraganta con su propia rabia y decide mantenerse en silencio.

Ania se encoge de hombros.

–Simplemente me ha parecido un buen momento para matar a Beliot y quitarnos a uno de los grandes.

–Como si a ti te importara el futuro de Tártalo –le espeta Arek.

Ania se gira hacia él con una expresión de molestia.

–Tenía una deuda que saldar, y saldada ha quedado.

–Espera, espera –interviene Kouha–. ¿Me vas a decir que he fingido mi muerte sólo porque tú querías matar a Beliot? ¡Eso no tiene ningún sentido!

–Sí que lo tiene –se defiende ella, totalmente convencida–. Nunca vengo a Tártalo, y sabiendo que Arek quería destronar a Rodrik, tenía el pálpito de que Beliot podría morir. Venir a salvarte ha sido mi excusa para verlo muerto. De manera que he usado su cuerpo para saldar mi deuda pendiente.

–¿Pero tú no aceptaste esto para forzarnos a matar antes a Rodrik?

Ania asiente a mi pregunta.

–Así podré terminar antes mi brebaje. Pero tampoco iba a malgastar mi tiempo y mi magoi sólo por una promesa como la vuestra. De manera que yo salvo al chico y mato a Beliot, es perfecto. Ha sido perfecto...

Verla hablar con tanta labia me da rabia hasta a mí. Incluso yo reconozco que su forma de actuar es parecida a la mía. Retorcida e independiente.

–¿Y qué hacemos aquí? –preguntó también. 

–El bosque es el mejor lugar para que hablemos sin que nos oigan –le responde Arek.

Kouha decida protestar un poco más, pero yo no lo dejo acabar. Camino hacia Ania, la agarro de la muñeca y la aparto de los otros dos tras decir que volveremos enseguida.

Una vez a solas, la empujo con desdén y le pregunto, tratando de sosegarme:

–¿Por qué lo has hecho exactamente?

–Oh –dice ella con aburrimiento–, crees que tengo motivos ocultos... Pues te equivocas. Eres mi hermana pero no me conoces. Ya lo he dicho, esta era una buena oportunidad para saldar deudas del pasado... Y bueno, he pensado que la muerte del chico le puede beneficiar a más de uno. –Camina hacia mí y se pone a mi lado hombro con hombro. Su pelo negro le cae por los hombros huesudos y tostados. Su mirada es de todo menos limpia–. Sólo hay que sacarle partido al asunto, ¿no crees, mi querida hermana?

«¿Qué tipo de partido?» me pregunto, con curiosidad.

–Quieres matar a Rodrik y a su ejército, ¿y no sería mejor barrerlos de un solo golpe? Pero para ello necesitarías la ayuda del mar...

–Si tuviéramos a alguien que pudiera mover el mar –digo, comprendiendo perfectamente adonde quiere llegar–, todo acabaría mucho antes de lo previsto.

Me da una palmadita en el hombro, yergue la espalda y camina hacia Kouha y Arek.

–Sólo tienes que barajar bien tus cartas –me dice–. Pero no cuentes conmigo, yo estaré demasiado ocupada manteniendo el hechizo de Beliot y Kouha. El efecto podría pasar concurridas seis horas, y no queremos que se den cuenta de la farsa, ¿verdad?

«Claro que no. No si queremos tener la ayuda del mar.»  



Nota:

¡¡Hola a todos los que estáis al otro lado de la pantalla!! Sé que hoy no es fin de semana (aunque mi puntualidad es un poco inestable siempre -.-), pero como estaba haciendo la estructura pues me han entrado ganas de escribir. Y como ha quedado tan corto (como probablemente vayan a quedar muchos más), pues he decidido subirlo ahora después de corregirlo. Creo que ahora mismo, con este capítulo, es bastante probable que surjan dudas. Pero quedarán resueltas en capítulos posteriores... y espero que todos nos enteremos (también va por mí, sí xD). 

Y bueno, con esto y una postal, nos vemos en el próximo semanal ^^


El Imperio Kou: Tártalo (Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora