Kouha 2

146 11 2
                                    

Noche 35

Tártalo

La luna llena está entre un conjunto infinito de estrellas que nos miran desde arriba con su inmortalidad inalcanzable. El burdel se alza sobre sus dos plantas bajo el cielo nocturno, elegante. Las luces rojas de las lámparas iluminan la calle llena de hombres y mujeres que ríen y cantan con alegría incontenible. En el interior del prostíbulo, dentro de la habitación, estamos reunidos algunos de los que hemos ido a la misión de infiltración, que ha caído en el fracaso por mi culpa. Macrom y Yira están vigilando la puerta desde fuera, hecha sólo por cortinas rojas. El colchón de mantas exóticas y suaves está tirado en el suelo lleno de cojines, y hay tres varas de incienso repartidas por los cuatro metros cuadrados que tiene la habitación, en un rectángulo bastante ancho. Las velas nos iluminan los rostros pensativos. Yamiari está jugando con sus muñecos de madera, Arek clava una y otra vez su daga entre las grietas del suelo, sentado en un sillón profundo y bajo de piel roja. Sesya apoya el pie contra la pared, cruzada de brazos, observándome con detenimiento. Abdai, la mujer negra que he salvado tan sólo hace unos minutos, está sentada fuera, atendida por la vieja y fea Madame. Mis hermanos no dicen nada. Nadie habla. La culpa cae sobre mí.

Si no me hubiera dejado llevar por mi instinto de "salvar al más débil e inocente", Sesya y Arek se habrían deshecho silenciosamente de aquel hombre. Pero yo tuve que adelantarme y, para colmo, decirle mi nombre. No hubiera estado mal, de no ser porque tenía un recipiente familiar del sonido que podía comunicarse con los demás. Ahora todos deben de saber quién soy. Y si no me mata el veneno de la serpiente que me picó, me matarán los hombres de Rodrik. Mi imprudencia a veces me sorprende...

–¿Qué hay del veneno? –pregunta En a Arek, líder de la rebelión.

–Tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos –gruñe Sesya–. Por culpa de este idiota, Rodrik sabe que hemos estado en el palacio en busca del mapa... Un mapa que, por cierto, nos servía para guiarnos por las galerías subterráneas de la ciudad y acabar con el Gordo Putero de forma rápida y silenciosa. Muchas gracias, príncipe.

–No me hables como si fuera basura –le respondo, con la mirada preñada de rabia–. Si no me hubieras traído desde un principio, no me habría inmiscuido en tus planes. Sabes cuál es mi manera de actuar, y sabes que no me ajusto a los gustos de nadie.

Ella frunce los labios y me dedica una mirada de repugnancia.

–Esa arrogancia tuya nos llevará a todos al desastre –me dice Arek, tajante–. No me importa si tú mueres con tus estupideces, pero no nos lleves a los demás.

–¡¿Te crees que no lo sé?! –le grito, apretando mis puños contra mis rodillas–. ¡Era una esclava inocente que iban a matar! ¡Tenía que salvarla!

–Yo estoy de acuerdo con él, Arek–dice la voz infantil y aguda de Yamiari.

El chico alza la mirada hacia el líder, desafiante. Pero un tono gélido le cruza el rostro.

–Abdai es mi amiga, y con ella todos los esclavos... Tú lo sabes mejor que nadie, Arek

Nadie dice nada, hasta que finalmente, el maldito líder suspira y cierra los ojos, cansado. Clava la daga con fuerza entre las grietas del suelo y ahí se queda, tiesa.

–De acuerdo –dice, condescendiente–. Lo hecho ya está hecho. Más importante aún, el veneno.

–Estoy bien –me apresuro a decir, sin alzar la vista del suelo.

–Crees que estás bien –me contradice–. No te ha picado cualquier serpiente. Era una de las mascotas de Rodrik, en concreto Sharara. Quienes la conocen es, sobre todo, porque su veneno es capaz de matar a quien toque en menos de dos días. No es el veneno más potente del mundo, pero sí el más sigiloso. No sentirás los dolores ni las secuelas, nada de nada. Por lo menos el primer día... Pero dicen, que en cuanto se siente el primer dolor, ya es demasiado tarde.

El Imperio Kou: Tártalo (Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora