CAPITULO 2

50 11 2
                                        

Odiaba que la gente tratase de ser gentil y amable conmigo como si fuera una simple muñeca de cristal que necesitase ser cuidada, que si mi infancia y principio de adolescencia habia sido una mierda, eso no era motivo para que la gente me mirase con lastima y condescendencia.

Y esas eran las miradas que recibía cada vez que iba a la agencia, como ahora mismo, hoy era sábado y como cada sábado, las "chicas especiales" nos reuníamos en el mismo lugar, para ir al terapeuta de la agencia.

¡Que asco! Y menuda perdida del tiempo.

Todos los sábados para escuchar siempre lo mismo, que tenia que expresar mis emociones, que no podía esconderme tras la broma y el sarcasmo, bla, bla, bla...

Era una mierda, hasta las narices estaba siempre de lo mismo, se piensan que unas tontas palabras y unos ejercicios de relajación toda la mierda que ha sido mi vida desaparecerá por obra de bibidi babidi bu, si ya eso solo ocurre en los libros y en esta tan jodida vida real.

Ellos se piensan que tengo un comportamiento infantil e inmaduro y que hasta que no me comporte como una persona madura no me dejaran formar parte de la agencia y que venir al psicólogo es uno de, según ellos, los primeros pasos hacia la madurez, ese era el único motivo por el cual venia y no mandaba a tomar por culo al señor Thomas y su "todo se debe a que no has tenido una bonita infancia"

¡¿Que no la he tenido?! ¡Pues claro que no! Y este es nuestro terapeuta... Patético.

Of course que no había tenido una bonita infancia, yo tuve unos comienzos normales, como una niña normal con su muñeca, con unos padres normales, en un barrio normal, en un mundo normal.

¡Noo!

Yo no tuve una muñeca, yo tuve palizas, yo no tuve padres, yo tuve un grupo de científicos locos jugando a pincharnos, no tuve una casa normal, tuve una maldita celda, lujosa si, pero una celda, mi mundo no fue normal, fue un asco en donde allí lo cotidiano era ver a científicos con batas y a soldados con armas, no a familias felices paseando por la calles.

Mientras que las niñas normales iban a la escuela a aprender mates y lengua y por las tardes iban a ballet, yo o bien estaba amarrada a una camilla sufriendo todo tipo de experimentos con agujas y sustancias extrañas o bien me obligaban a probar mis poderes con gente desconocida, en donde las palabras "no quiero"... eran sinónimo de un fuerte castigo, y no es que necesitasen una excusa para pegarnos, pero los que eran por desobedecer eran los peores, eran de los que aún habiendo pasado tiempo todavía seguían las cicatrices en mi cuerpo como un recordatorio de lo allí vivido. La gente podría pensar que eso era maltrato infantil, pero no era tan simple como eso, ya que para aquellas personas, no eramos unas simples niñas de 7 años, sino maquinas destinadas a ser usadas como armas de destrucción. 

Después de haber finalizado mi sesión de terapia, estuvimos un rato entrenando en el gimnasio de la agencia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después de haber finalizado mi sesión de terapia, estuvimos un rato entrenando en el gimnasio de la agencia. Eso si que me volvía feliz, no había nada mejor que patear un par de culos para sentirse bien con una misma, y más si era patear los culos de los que se creían superior a las mujeres por ser hombres, agg... como los odiaba. 

Tras haberme divertido un rato y desinflado unos cuantos egos, me fui en busca de Ruth. Tardé un rato en encontrarla, ya que estaba hablando con el director de la agencia, el señor Baker, el cual era un hombre de mediana edad, bastante robusto, quién desde un principio siempre me había caído bien, ya que era una de las pocas personas que me trataban como si fuera una persona normal y no un fenómeno. 

Cuando llegué a su misma altura, dejaron de hablar de golpe, cosa que me pareció extraña, pero preferí ignorar este echo. 

Estuvo durante un rato el señor Baker preguntándome acerca de como me iba y cuando me preguntó acerca de la terapia bufé y él sonrió negando con la cabeza. 

- ¡Ay Viviana! Cuando cambiarás - dijo suspirando. 

Yo simplemente le respondí encogiéndome de hombros. 

Una vez finalizado el interrogatorio, el director Baker se fue, ya que tenía cosas que hacer mientras que Ruth y yo nos fuimos hacía el aparcamiento subterráneo. Durante el trayecto en ascensor hacia el aparcamiento fue completamente el silencio, lo único que se escuchaba era el hilo musical del ascensor... que asco de música. 

Me quedé mirando a Ruth fijamente, hacia ya siete años que la conocía, aunque ya la habia visto cuando llegué aquí. La primera vez que la vi fue cuando los agentes de esta organización nos trajeron a la agencia. Durante los dos primeros años siendo libres, estuvimos viviendo todas las chicas juntas, ya que según los de la agencia estábamos demasiado "traumatizadas" como para poder vivir en el "mundo real", bueno en eso tenia razón ya que un par de ellas si que lo habían pasado mal, ya que ellas eran los "errores", es decir, las chicas que no tenían ninguna habilidad especial y simplemente eran usadas como la basura del laboratorio, eran las que peores tratos recibían y no podía no sentir rabia cada vez que recordaba los abusos que recibían.

El caso es que así fue como conocí a Ruth, ya que al finalizar esos dos años, los de la agencia nos dijeron que si queríamos podíamos ir a vivir a algún otro lado, con la condición de que una agente tenia que vivir con nosotras, y Ruth fue mi agente asignada, ya que obviamente acepte esa condición.

Y de eso ya habían pasado 7 años, y la verdad era que aunque en un principio me había caído mal y no la aguantaba por ser una metiche y una metomentodo, aunque lo único que quería era llegar a poder conocerme para poder ser amigas, pero en esos momentos no lo veía y lo único que veía era a una mujer siendo demasiado entrometida. 

La primera vez que la vi, pensé Madre mía los de la agencia si que estan mal de personal para haberme puesto con una novata, ya que por aquel entonces Ruth no contaría con más de 23 años. 

Y era verdad, simplemente era una novata recién incorporada a la agencia, como mucho talento, aunque jamás reconocería haber dicho eso, a la cual se le brindó la oportunidad de ser mi fabulosa niñera. Cualquiera podría pensar que era todo un honor, por la manera en la que algunos agentes, como Ruth, reaccionaron al enterarse, pero yo, todo lo contrario, pensaba que era una maldición, ya que a mi querida niñera, la había tocado ser la canguro de una chica de 15 años con problemas mentales. Vamos el mejor trabajo del mundo. 

El ruido del clin de la puerta, indicándome que ya se habían abierto, me sacó de mis cavilaciones, e igual de silenciosas que habíamos estado en el ascensor continuamos hasta llegar a la plaza que Ruth tenía asignada, en donde había aparcado un fabuloso Audi R8 v10 metalizado en rojo. 

Justo antes de llegar a la plaza, cuando apenas faltaban 10 metros, Ruth me miró con una sonrisa, a la cual en seguida supe interpretar, por lo que yo también sonreí, y a la cuenta invisible de tres echamos a correr hacía el coche, teniendo como ganadora a Ruth, por lo que a mi no me quedó más remedio que resignarme a volver a ser el copiloto. 

Enfurruñada y comportándome como una niña chica, me senté en el asiento. 

La única que respuesta que recibí de Ruth ante mi comportamiento fue su risa, al tiempo que salíamos del aparcamiento.   

***************************************************************************************

Olivia Wilde como Ruth Mills. 

ESTE CAPÍTULO NO ME HA SALIDO MUY ALLÁ, PERO BUENO YO LO HABÍA REESCRITO VARÍAS VECES Y ESTA ERA LA QUE MENOS ME DISGUSTABA. 

¿QUÉ LES VA PARECIENDO? 

DIGANME SU OPINIÓN Y VOTEN SI EL CAPÍTULO LES HA GUSTADO

PROMETO QUE EN SIGUIENTE CAPÍTULO COMENZARÁ LA ACCIÓN Y SERÁ MÁS INTERESANTE. 

Libro 1. VivianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora