Capítulo 38

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Llegué a mi apartamento que quedaba al lado del centro de la ciudad, pasé por la caseta del guardia sin mirarlo, con la cabeza cabizbaja. Subí las escaleras casi corriendo, abrí la puerta de un tirón, prendí las luces, me dirigí a la cocina y saqué una cerveza, caminé hacia mi habitación mientras bebía apresuradamente mi trago. Me tiré en mi cama de espaldas, con los brazos abiertos; suspiré profundamente y cerré los ojos dejando que todos mis sentimientos y emociones salieran a flote. Fui una cobarde, me asusté otra vez, fui una estúpida, Clarke estaba dispuesta a arriesgarse por mí, y yo se lo había permitido para terminar llegando a su apartamento y salir corriendo lejos de ella... y esta vez, para siempre. Noté que mi ropa olía a ella, me desnudé sin dudarlo, me puse mi ropa de cama, y me giré apoyando mi cabeza en la almohada. Estaba en esa posición hasta que un leve gemido salió de mi boca, y no pude retenerlo más... la desesperación comenzó a florecer por mi cuerpo, la almohada estaba llena de lágrimas, sentí como me ahogaba entre sollozos, quería golpearme a mí misma. ¿Qué estaba haciendo? Clarke era el amor de mi vida y la estaba alejando otra vez. Estaba absorta en mis pensamientos cuando sentí como alguien golpeaba mi puerta, me levanté y me dirigí hacia esta.

-¿Quién es? –pregunté sin abrir la puerta.

No hubo respuesta, solo volvieron a golpear.

-¿Quién es? –volví a repetir frunciendo el ceño.

-Lexa... -su voz era inconfundible.

-¿Clarke?

-Soy yo.

-¿Qué haces aquí? –pregunté sorprendida- ¿Cómo supiste donde vivo?.

-Lincoln y Octavia... -dijo ella- no podía dejar que te fueras así, ¿puedes abrirme?

-No quiero hacerlo.

-¿Por qué no?

-Estuve llorando y no quiero que me veas así.

-Lexa vamos, te he visto así y en peores condiciones –sonreí- ábreme por favor.

-¿No podemos solo sentarnos en el piso y hablar a través de la puerta?

-No, ¿y perderme tu carita completamente roja, con los ojos hinchados? -rio

-Quedas advertida –dije mientras abría- pasa.

-Estás horrible –dijo cerrando la puerta tras ella- pero hermosa de todas formas.

-¿Qué necesitas Clarke?

-No podemos terminar así.

-Lo decidimos...

-No, tú lo decidiste –su dedo índice empujaba mi cuerpo mientras ella lloraba- me convertiste en una máquina de lágrimas. –se giró dándome la espalda.

-Clarke yo... lo siento.

-¡Cállate!

-¡Cállate!

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Todo lo que sube tiene que bajar - clexa AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora