Capítulo 1

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P.O.V de Ann.

-Joder -rechisté, colocando todas las maletas encima de la pequeña cama que contenía la habitación. - esto estaba a tomar por culo.

-La verdad es que sí, pero ya hemos llegado, deja de quejarte y ordenalo todo, tenemos que bajar rápido. -me comentó mi compañera de habitación, Sam, mientras sacaba rápidamente la ropa que contenía en su maleta y la doblaba con una rapidez exhausta.

Coloqué rápidamente toda la ropa en el armario y cajones, doblada a la perfección. Baje la maleta de encima de la cama mientras me tumbaba en ésta, intentando descansar del largo viaje el cual no pude pejar ojo, ya que Sam no paraba de despertarme, comentandome cada cinco minutos lo entusiasmada que estaba de poder entrar por fin en esta universidad. Podía sentir mi respiración agitada mientras mi pecho subía y bajaba rápidamente a casua del cansancio y la fatiga de estas últimas horas.

Estaba a punto de quedarme completamente dormida, pero Sam empezó a zarandearme bruscamente, mientras gritaba mi nombre como si no hubiera un mañana.

-¿Que coño quieres? -gimoteé, mientras rápidamente la daba la espalda, cogiendo la fina y pequeña sábana de la cama y me cubría entera con ella, intentado olvidar los gritos y zarandeos de Sam, cosa que fue imposible y cada vez mi paciencia se iba agotando más y más.

-Te he dicho que tenemos que bajar, Ann, no te puedes quedar ahora dormida o te lo perderás todo.

-Pues cuando acabe subes y me lo cuentas, Sam tengo mucho sueño no creo que aguante mucho rato despierta escuchando ese sermón.

-Ni de coña, tu te vienes conmigo.

Tiro de la sábana fuertemente, separandola de mi cuerpo, el cual ya se habia adaptado a la postura y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo a causa de la corriente de aire que encubria la habitación, dejándome por unos instantes completamente congelada a causa del calor que me había proporcionado la sábana.

Me levanté a duras penas y empecé a perseguir a Sam por toda la habitación, la cual no era muy grande, intentando volver a conseguir la sábana.

-Damela -dije parandome en seco en frente de su cama. Mi corazon iba acelerandose por momentos y mi respiracion era entrecortada a causa de la maratón que acababa de realizar en unos escasos cincuenta metros cuadrados.

-Si me acompañas te dejaré dormir todo lo que quieras hasta la fiesta de inauguración, pero porfavor acompañame.

Su brazo estaba alzado unos centímetros de su cabeza, sosteniendo la sábana mientras me miraba con ojos suplicantes. Me senté en la cama mientras contenía las ganas de mandarla a la mierda y seguir durmiendo, pero no tenía otra alternativa que aceptar acompañarla, al fin y al cabo sólo serían unos escasos minutos de sermones y ordenes, las cuales ni la mitad de los estudiantes iban a cumplir, pero a parte de perder minutos de descanso, podría enterarme mejor de la instalaciones y de como funcionaban aquí, así que rendida, acepté.

-Gracias gracias gracias -me dio un fuere abrazo por el cuello, el cual casi me deja sin respiración.

Volví a coger la sábana e hice la cama la cual quedó totalmente desordenada a causa del alboroto que se habia formado.

-Vamos que llegamos tarde -Sam cogió mi brazo y me arrastró hasta la puerta, sin dejarme tiempo ni si quiera para poder terminar de hacer bien la cama.

-Sólo tienes que quedarte aquí sentada sin hacer nada, tampoco es tan difícil. -me susurró Sam, mientras nos sentabamos en unas sillas de la primera fila. Repose mi cabeza en mi mano, intentando contener el sueño observando como los estudiantes entraban en la gran sala y se sentaban en un sitio aleatorio, esperando la llegada de algún profesor o algún mensaje de megafonía.

Inconscientemente mis ojos se cerraban a medida que la sala se quedaba en completo silencio, pero los zarandeos de mi amiga hicieron que se abrieran rápidamente, incorporandome en el asiento, observando a algunas personas repartir un taco de papeles a los estudiantes. De repente un hombre de mediana edad nos entregó a Sam y a mi unos papeles los cuales estaban grapados, todos completamentes llenos de letras las cuales tenía una desidia increíble de leermelas

-¿Y esto? -pregunté a Sam sin quitar la vista de los folios, mientras ella leía atentamente todo lo que ponía allí, con el ceño fruncido, me miró, algo desconcertada.

-Son las normativas sobre la conducta académica. -dijo pasando de hoja en hoja releyendo todo con rapidez -es la primera vez que me entero de estos métodos, pero bueno, así te ahorras el sermón.

-Estás tú que me leo todo esto, es más largo que el quijote.

Sam se levantó acomodando su falda mientras se metía los papeles debajo de la axila, observando como la gente iba dejando vacia la estancia dirigiéndose a sus habitaciones para prepararse de la fiesta de esta noche.

-Venga vámonos, aquí ya no pintamos nada.

Me levanté quedando a su lado, mientras metía los papeles en el bolsillo de mi chaqueta, mientras me hacía un pequeño resumen de lo que ponían en las normativas, ya que ella me conocia lo suficiente para saber que no me iba a leer absolutamente nada de aquellos papeles.

-Te echaba de menos. -dije mientras me tiraba a la cama, acomodandome en ella mientras mis ojos se cerraban a causa del embiragador perfume que ésta contenía, produciendome más sueño que anteriormente padecía.

-Sólo dos horas, que tardas siempre ochenta años en arreglarte.

-Hum. -fue lo único que me digne a contestar mientras me quitaba los zapatos y chaqueta, tapandome completamente con la fina e embriagadora sabana blanca. La voz de mi amiga iba desvaneciondese a medida que me quedaba dormida, dejándome caer completamente en los brazos de Morfeo.

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