Ann.
—¿Qué tal? —me preguntó Sam al otro lado del baño, ignore totalmente su pregunta, me sentía demasiado cansada hasta para articular palabra.
Me tumbé boca abajo en mi cama, mientras agarraba mi tripa sintiendo como se revolvia por dentro sin dejarme ningun segundo de paz y tranquilidad. Mi corazón latía fuerte contra el colchón, sentía como mi respiración era costosa a cuasa de tener todo el rostro pegado contra el colchón. Giré la cabeza hacia la izquierda para que el aire pasara normalmente por mis fosas nasales, viendo a Sam salir del baño con ochenta kilos de maquillale y una vestimenta demasiado elegante.
—¿A donde vas? —pregunté en un hilo de voz, mientras observaba a Sam retocarse el pintalabios color caoba sobre sus labios.
—Nos vamos a comer fuera.
Me incorporé rápidamente en la cama, quedando sentada en el extremo de ésta, mientras cogía mi móvil el cual se encontraba en la mesilla de noche descansando mientras cargaba. Miré la hora y suspiré, eran las tres y media y a pesar de que tenía un hambre de perros no tenía nada de ganas de salir de mi habitación.
—¿Pero por que cojones no me consultas las cosas?
—Estabas en clase.
Me levanté molesta de la cama mientras me dirigia al baño, ignorando a Sam la cual hablaba por teléfono. Me miré en el espejo observando mi rostro demacrado. Tenía unas grandes ojeras las cuales destacaban considerablemente debajo de mis ojos y mi palidez era más notable que nunca. Me lavé la cara y me eché un poco de pote que tenía Sam en el baño para ocultar un poco las ojeras, mientras veía a Sam acercarse hacia mi, con el móvil en las manos, sonriendo.
—¿A que viene tanta alegría? —pregunté dejando el pote dentro del pequeño neceser de maquillaje de Sam, la cual metía rapidamente el móvil en su pequeño bolso y dirigía la mirada hacia mi, sin quitar su sonrisa de la cara.
—Nada, da igual, bueno, ¿te arreglas?
Me miré de arriba abajo, observando mi autendo el cual me parecía el mas normal y casual posible, con una expresión de indiferencia. Sam suspiró dejando escapar una sonrisa irónica y salió del baño, indicándome que rápidamente saliera de éste.
—Creo que si como algo vomitaré.
—Comer es lo mejor para la resaca, te lo digo yo.
Avanzabamos por la estrecha calle, seguía los pasos de Sam, la cual sabía perfectamente a donde nos dirigiamos. Las calles sorpendentemente estaban vacías a excepción de algunos obreros y gente saliendo de sus trabajos. El sol pegaba fuertemente a pesar de que tenía bastante frío, veia a la poca gente que se encontraba en la calle con camisetas de tirantes o cortas, al igual que Sam. En ese momento sabía perfectamente que había pillado algo. Después de traspasar unas cuantas calles más, por lo que pude deducir, llegamos, ya que vi a Sam quitarse sus gafas de sol observando el nombre del gran bar-restaurante que se encontraba en frente nuestra, el cual estaba petadisimo de gente.
—Hemos llegado. —dijo Sam entrando en el bar-resturante, mientras yo la seguia el paso. Nos sentamos en una pequeña mesa la cual se encontraba solitaria al lado de la cocina. Me senté quedando en frente de Sam, la cual miraba de vez en cuando su móvil y la puerta, con una mirada impaciente mientras movía su pierna izquierda rapidamente.
—¿Que pasa? —la pregunte mientras apoyaba mi mentón sobre mi mano izquierda, dirigió su mirada hacia mi y dejó el móvil encima de la mesa, poniendo los ojos en blanco.
—Estoy buscando al camarero.
Vacilé entre creerla o no, sabía perfectamente que había invitado a alguien más, por la forma la cual se arregló y comportaba. Intenté no darla mucha importancia al asunto intentando concentrarme en no morirme. Jugaba con el anillo el cual contenia en el pulgar derecho dándole vueltas en este mientras observaba el menú, el cual contenía una gran cantidad de platos los cuales con sólo leerlos, ya me entraban ganas de vomitar. De reojo, observe a Sam mirar hacia la puerta con una media sonrisa, mientras se acomodaba el pelo. Gire la cabeza en dirección a donde miraba y pude observar a un chico, pelo negro, metro ochenta y bastante fornido, pude adivinar de quien se trataba ya que por lo poco que recuerdo de la fiesta de ayer, era uno de los chicos los cuales se encontraban con nosotras en la fiesta. Rodé los ojos y volví a concentrarme en el menú, mientras de reojo obervaba como el chico no muy disimuladamente se acercaba a nosotras con paso firme.
Sam se levantó rapidamente saludando al chico mientras le separaba algo de la mesa para hablar con el. Intente ignorarlos por completo obsrvando mi móvil el cual se encontraba escondido dentro del menú, absorta en mi mundo. Mis ganas de entablar una conversación con una persona la cual no conocía eran inexistentes, y más si se trataba de una persona la cual tenía una relación amistosa con Sam, la cual habitualmente suele entablar amistades y/o relaciones con mamarrachos. Siempre habia sido muy receptiva con los chicos, siempre me comenta las ganas que tiene de encontrar un chico para ella y poder entablar una relación estable, ninguna de las amistades externas que tenía Sam ni exnovios me caían bien y no iba a hacer una excepción ahora. Oberve como se acercaban, pero intente disimular que les observaba mirando rapidamente mi móvil
—Ann, éste es Isaac, un amigo.
Suspire mientras de mala gana tiraba el menú en la mesa, dirigiendo mi mirada al chico, el cual le dediqué una sonrisa forzosa, mientras esté sonria de oreja a oreja mostrando su perfecta y blanca sonrisa acomodandose el pelo, irritante.
Se sentó al lado de Sam, mientras cogía la carta la cual yo contenía anteriormente y la leía entre risas mientras Sam le comentaba temas externos los cuales no me importaban.
—Buenas, ¿que les pongo?
Sam empezó a debatir con Isaac sobre que pedir, mientras leían la carta de arriba abajo. Rodé los ojos y me dirigí a la camarera, la cual masticaba su chicle impaciente.
—Dime.
—Un vaso de agua y una ensalada mixta. —la comenté, mientras volvía a coger mi móvil, revisando si tenía algún mensaje o alguna notificación en alguna red social, pero nada. Después de que Isaac y Sam pidieran después de casi diez minutos debatiendo, volvieron a entablar su conversación con coqueteos de por medio.
De vez en cuando me intentaban meter en su conversación, la cual no me importaba para nada intentando que mi tono de voz indicase que me la sudaba totalmente de lo que estuvieran hablando.
—¿Que pasa? —oí decir Sam al chico, el cual miraba por todos lados, buscando efectivamente a alguien, se le notaba bastante nervioso, así que intente concentrarme mas en su conversación e intentar concentrarme también más en los actos del chico. Sus ojos marrones intensos inspeccionaban de arriba a abajo todo el restaurante.
—Nada importante, tengo un amigo que trabaja aquí y quería hablar con el, pero parece ser que hoy libra.
—¿Que amigo? —preguntó Sam indecisa, mientras observaba el rostro del chico, el cual jugaba con su reloj desabrochandolo de su muñeca y abrochandoselo infinitas veces.
—Se llama Hayden, hemos tenido una pequeña pelea, pero no creo que le conozcáis.
Levanté la vista al oír el nombre. Un montón de recuerdos me amontonaron la cabeza reconociendo perfectamente al chico al cual se conocia.
—Yo le conozco. —dije dejando el móvil encima de la mesa, fijando mi mirada hacia el chico, el cual me miraba con una expresión sería, intentando de una forma lamentable sonreír, que más le salió una mueca. —¿has sido tu el que le ha hecho eso? Joder, que bestia.
Isaac tragó saliva mientras me miraba aún desconcertante. Sabía que le estaba poniendo nervioso, y esa era mi principal sospecha de que algo no encajaba. Después de unos cinco minutos de un silencio incómodo y espeso, la camamera por fin trajo lo que pedimos.
Empece a zamparme la ensalada rapidamente, cuando vi de reojo a Isaac levantarse y colocarse su abrigo.
—¿A donde vas? —le preguntó Sam mientras se levantaba al igual que el.
Observaba la escena de como Sam le suplicaba a Isaac que se quedara en la puerta de salida. Sabía perfectamente que mi contestacion le había desconcertado, y por otra parte, sorprendido. Veía a Sam acercarse a mi, y como me esperaba, sin Isaac a su lado.
—Ala, ya me lo has espantado, ¿no podrías ser un poquito menos borde?
—No le he dicho nada malo, si se lo ha tomado a mal no es mi problema.
Sam suspiró apoyando su mentón con la mano izquierda, mirando por la pequeña ventana que se encontraba a nuestro lado la calle, la cual seguía vacía y una tormenta empezaba a amenazar. No pude contener las ganas de reirme al ver lo melodramatica que era Sam con el tema de los chicos.
—Hay mas peces en el mar. —dije mientras pinchaba una hoja de lechuga y me la metía en la boca, observando como Sam me fulminaba con la mirada.
—¿Y tu de que conoces al Hayden ese?
—Es una larga hisotria.
