Epílogo.

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—¿Alguien sabe dónde está su corbata? ¡¿Quién tiene los anillos?! ¡Ya vamos tarde, demonios!—Gritaba Mabel, histérica.

Dipper seguía acomodando su traje con la ayuda de Wendy y Candy.

—¡Mabel, callate! ¡Me estás poniendo más nervioso de lo que ya estoy!— se quejó el castaño. Mabel encontró la corbata que buscaba y corrió hasta él, poniéndosela con una velocidad impresionante.

—¡Ahora sí! ¡Vamonos!

Al estar frente a las puertas de la iglesia, soltó un gran suspiro. Sus manos sudaban y sus piernas temblaban por los nervios.

Estaba apunto de casarse con la persona más maravillosa y divertida que jamás conoció.

En la entrada encontró a su tío Stan esperándolo con una sonrisa orgullosa. Lo tomó del brazo y comenzaron a caminar hacia el altar, escuchando la marcha nupcial. Giró su rostro y vio a todos sus amigos y familiares sentados de un lado, mientras que del otro estaban los familiares de su prometido. Unos llorando, otros sonriendo, todo como un sueño.

—Haz crecido tanto, mocoso.— susurró Stan, orgulloso. Él simplemente le dedicó una pequeña sonrisa.

Cuando llegaron junto a Bill, el anciano soltó su mano y tomó por los hombros al rubio.

—Si le haces algo, date por muerto.— susurró, apretando fuertemente su agarre. El rubio sonrió con dolor y asintió.

—Yo mismo me mataré si lo hago, señor.— Stan pareció complacido y lo soltó. Le dio un abrazo a su sobrino y regresó a su lugar, donde fue regañado por Mabel y su hermano.

—Te ves hermoso, Pino.— los dos se tomaron de las manos, entrelazando los dedos. Se sentaron y el padre comenzó su discurso, hablando sobre el amor entre las personas, sin importar cuales fueran sus preferencias sexuales o sus diferencias, seguiría siendo amor.

Cuando llegó el turno de los votos, los dos se levantaron y vieron como Mabel se acercaba con una sonrisa de oreja a oreja, sosteniendo sus anillos de compromiso.

—Gracias, Estrella Fugaz.— susurró Bill, tomando el primer anillo.

—Bien, ahora de sus votos, por favor.

—S-sí.— el rubio tomó aire y apretó con fuerza el anillo, en un intento de tranquilizarse. Posó su vista en los ojos del castaño, mirándolo fijamente.—Yo, Bill Cipher, te acepto como esposo y juro estar a tu lado en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y riqueza, amarte y respetarte y también juro hacer todo lo posible para que el amor que me tienes nunca se acabe. Haré que cada uno de tus días y noches sean como pequeños cuentos de hadas. Todo eso, hasta que la muerte nos separe.

Bill sostuvo su mano y con mucho cuidado le colocó el anillo, logrando que Dipper sonriera, sintiendo como pequeñas lágrimas de felicidad comenzaban a salir.

—Yo, Mason Robert Pines, te acepto como esposo, y juro amarte en la salud y en la enfermedad, pobreza o riqueza, disfrutando todos y cada uno de los días que nos resten de vida. También, prometo que el amor que siento por ti jamás se terminará y, si lo hace, sé muy bien que tú sabrás como reconstruirlo nuevamente. Todo esto, hasta que la muerte nos separe.

—Muy bien, si alguien tiene alguna objeción, hable ahora o calle para siempre.

—Aunque si alguien se atreve a entrometerse en éste momento no tendrá piedad.— acompletó Bill, sacándole algunas risas a los presentes.

—Bien, como veo que no hay ningún impedimento, por el poder que me concede la iglesia y el estado, los declaro marido y marido. Puede besar a su esposo, señor Cipher.

《Mensajes indecentes《 [Billdip] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora