Capítulo 4

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—¡Aleluya hermanos! ¡Aleluya! —exclamó al cielo Nick al salir del edificio. Lo peor ya había pasado.

Decidimos quedarnos en Domino Records por las opciones que nos brindaban así que oficialmente estábamos en esto, bien. El sencillo está por empezarse a grabar y después el CD. Zhao dijo que esperemos su llamada durante la siguiente semana, así que planeamos una fiesta para aquel fin.

Dimos nuestra pequeña presentación ese sábado en la ciudad con amigos que ahí conocimos y que ya conocíamos; cabe a mencionar que dio muy buenos resultados, teníamos la semana siguiente libre hasta el día de la firma del contrato.

Era domingo. En casa. Matt salió por las compras hace ya varias horas, tantas que le llame unas cuantas veces y en la última dijo que se encontraba ocupado, sonaba algo alegre y molesto porque interrumpí aquella diversión. Nick estaba en su casa, le dije a Jamie que viniera y veíamos televisión. No había mucho que hacer y estar así me daba esa sensación triste de lo que ya había pasado. Mi mente viajaba por recuerdo con Arielle, diablos, aveces pensaba que nunca la iba a olvidar, que por más estupido que suene, su rostro se pasaría por mis ojos de manera constante, pero fugaz. Sabía que debía hacer algo para no pensarla demaciado. Me sentía un verdadero idiota, pero al menos no la había buscado y suplicado que volviera a mi lado como acostumbraba a hacer. Me sentía orgulloso, aunque admito que lo pensé.

Ya era tarde. Jamie se fue a la mierda porque yo era un maldito aburrido; hubiera hecho lo mismo en su lugar, dieron las doce y yo estaba tomando café en la mesa de la cocina. El ruido del elevador de afuera me dio la señal de que Matt ya había llegado. Me alegró que lo vería, porque él es el único que puede sacar de mi cabeza a Arielle con sermones inspiradores.

—¡Hey! —entró con euforia.

—¿Dónde estabas? ¿Me tenías preocupada? ¿Estabas con alguien más verdad? —le hice al papel de esposa desesperada. Matt carcajeó.

—Sin llorar nena, aunque admito que sí estuve con alguien más.

Abrí mis ojos con interés. Era gracioso saber que al menos uno de los dos está bien en el asunto de las mujeres. Admito que en ese instante me dio un poco de envidia.

—Vaya vaya, y dime ¿cómo estuvo?

—No pasó nada, sólo charlamos. —sonrió mientras dejaba su chaqueta en el perchero.

—Sí, sólo charlaron casi un día ¿Cuál es su nombre? —me senté en la barra de la cocina.

El chico dio un largo suspiro.

—Viv, Vivianne. Y es la chica más jodidamente bella —con la misma sonrisa estúpida se aplastó en el sofá—. Diablos amigo, es demasiado rara, pero en el buen sentido. La verdad no me puedo explicar.

Me nació alegrarme —Estupendo pero, ¿dónde la conociste?

—¿Recuerdas la nueva tienda de discos que estaba frente a la licorería? Pues, después de ir a comprar en el supermercado fui por el disco de The Eagles que me faltaba a esa tienda; ella trabaja ahí.

—¿Es en serio?

—Sí amigo, llegué y fui a echar un vistazo al lugar y al voltear la vi atendiendo a unos hipsters mostrándoles dónde estaban los cassettes señalando donde yo estaba y me descubrió observándola.

—Me imagino que intentó no mirarte y jugaron con las miradas.

—Algo así, más bien no dejaba de verme. Joder, no quitaba sus ojos de mí y eso era delirante, me sentía horriblemente avergonzado. Hasta que encontré el disco y me acerqué al mostrador.

Do me a favour. (Alex Turner)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora