III

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Abrió sus ojos, no estaba en su habitación, demasiado elegante como para ser de algún familiar o amigo. Entonces ¿De quién era? El castaño comenzó a hiperventilarce, tenía miedo, no sabía porque estaba allí, pero lo más seguro era que esa sombra lo había secuestrado.

Se paró de la cama y caminó unos pasos, más no pudo por una cadena en su cuello amarrada a las patas de la cama. Trató de deshacer el nudo, hasta trató de romper las cadenas, pero no lo consiguió. Gritó por ayuda, pero nadie vino.

Se asomó a la ventana, lo único que se veía eran árboles y a un lado una tranquila playa. Suspiró, cansado de todo se recostó nuevamente en la cómoda cama, no duró mucho ya que alguien tocó la puerta.

-P-Pase...- Habló débilmente el castaño. El demonio entró con una bandeja con comida para el menor.

-Toma cociné esto para ti.- La fría voz del pelirrosa fue acompañado de una pequeña sonrisa.

Marco se acomodó bien en la cama y comenzó a comer tranquilamente bajo la atenta mira del demonio.

-¿Pasa algo?- Preguntó el castaño temeroso.

-Quiero que escuches las reglas que tengo para ti. ¿Bien?- Dijo el mayor, haciendo que el castaño asintiera de forma inmediata para no hacer esperar al demonio.

-Lo primero será que deberás de seguir todas mis órdenes. Lo segundo será no hacerme enojar. Y último pero no menos importante, no escapes. Si escapas cosas malas podrían llegar a pasarte. ¿Entendiste?- Marco asintió.- Iré a hacer la cena, amor. Volveré en un rato.- Sonrió y beso la mejilla del castaño para después ir a la cocina.

Marco quedó estático, sin moverse, tenía una pequeña posibilidad de poder escapar cuando él se despistara, pero hacer que por un momento se despreocupara de su persona sería difícil...

-Tan sólo debo hacer todo lo que me dice, así pensará que yo no me quiero ir ¡Y podré volver con mi familia! Aunque creo que debo tratarlo con amor y eso para que piense que en realidad no me iré...- Pensó el castaño formando una sonrisa, su plan era muy bueno, nada podría salir mal.

Sin más se encaminó hacia la cocina, donde Tom cocinaba quien sabe que.

-Tom, ¿Hay algo en que pueda ayudar? No quiero ser una molestia para ti.- Dijo inocentemente, sonrojándose un poco, nunca esperaba estar así, ni siquiera con una chica.

-¡Oh! Cariño, tu no eres ninguna molestia, pero si lo deseas me puedes ayudar a cocinar.- Habló felizmente el pelirosa con una tierna sonrisa pegada en su cara.- ¿Me podrías pasar la canela molida que está en ese estante?- Señaló con su mano el estante y Marco fue a buscarlo. Algo que no debería de haber hecho.

-¿Ésta..?- Marco se giró, Tom lo acorraló y beso los finos labios del castaño.

El mayor seguía besándolo con ternura, mientras que el latino se dejaba llevar. Pronto las manos de Tom viajaron de las mejillas del castaño hasta su torso, levantando se camiseta para tocar toda su bronceada piel. Un respingo por parte de Marco fue la respuesta a las caricias que Tom proporcionaba a todo su (un poco marcado) torso.

Las manos de Tom recorrían la espalda del bronceado, para seguido tocar, apretar y acariciar sus nalgas.

-N-no...¿Q-Qué ha-haces...? ¡Ah, Tom!- Balbuceaba el castaño para hablar entre gemidos, y el haber gemido el nombre del mayor hizo que este se calentara.

El mayor tomó a Marco como un costal de papas para seguido tirarlo sobre la mesa con un poco de rudeza. El castaño yacía en la fría madera con su camisa levantada hasta arriba, con sus jeans a la rodilla y el bóxer mal acomodado haciendo que parte del trasero y miembro quedaran expuestos ante lujuriosa mirada de Tom

Marco estaba asustado, ¿Quién no lo estaría si está apunto de perder su virginidad a tan corta edad? El demonio se relame los labios, sería una experiencia inolvidable.

Darkness  ♡Tomco♡ #PremiosTiempo2016 #PremiosTomcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora