IV

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Despertó en la misma habitación que en la mañana, y un demonio estaba a un lado suyo, respirando tranquilamente, con una cara de felicidad y serenidad que nadie podría quitar. Por suerte, no estaba apegado a él, así que podría salir de la cama y Tom no se daría cuenta.

Se levantó y una incomodidad surgió en su cadera. Aún así, siguió caminando. Se vistió y abrió la puerta, miró un momento a el demonio con el que había tenido intimidad, lo aborrecía demasiado.

Se dirigió a la cocina, buscando las llaves de la puerta principal, revisó los estantes y las ollas, pero no encontró nada.

–¿Qué haces?– La voz del demonio se hizo presente irrumpiendo el silencio de la fría cocina.

–Yo... estaba tratando de hacer el desayuno.– Marco se felicitó mentalmente por su buena respuesta para que el demonio no dudara.

–¡Mi vida, que dulce de tu parte!– Se acercó peligrosamente besando la mejilla del castaño.– Yo te ayudaré.

Y los dos terminaron haciendo el desayuno.

–¿Qué tal sí vamos al patio?– Propuso Marco después de ordenar la mesa.

–¡Claro! Tú ve, yo haré un postre, cariño.– Habló el demonio y comenzó a hacer las cosas.

Marco sin pensarlo se fue al patio, recorriendo las orillas buscando alguna puerta. Vio que detrás de el cobertizo había una pequeña puerta, que tendrías que ponerte de cuclillas para poder pasar por esa pequeña entrada.

Sonrió y se agachó hasta quedar del porte de la puerta, gateando comenzó a moverse tratando de escapar, pero un fuerte dolo en su tobillo lo hizo voltearse.

–¿A dónde crees que vas?- Tom apretó el agarre con una mano. La otra mano sostenía un plato con un pedazo de pie de limón.

Marco guardó silencio, realmente le aterraba ese chico ¿Cómo fue tan tonto para siquiera pensar escapar? El demonio lo arrastró hasta quedar en la casa, dejó el pie en la mesa y cargó al castaño sin ningún cuidado, lo llevó a su habitación y lo tiró, literalmente, para dentro, haciendo que el latino soltara un quejido.

–¿Qué fue lo que te dije? Dime ¡¿Qué fue lo que te dije?!– Los ojos del demonio comenzaron a ponerse rojos y fuego salía de sus manos.

–Que no escapara.– Respondió Marco en susurros.

–¡Dilo más fuerte!– Tomó el cabello del castaño y lo estampó a la pared, rompiendo la nariz del menor.

–¡Que no escapara!– Gritó rompiendo a llorar, su cara dolía, pensaba que su cabello se le saldría de tanta fuerza que lo sujetaba.

–¿Entonces por qué lo hiciste?– Preguntó un poco más calmado, soltando el agarre a del cuero cabelludo de Marco.

De nuevo el silencio invadió la habitación, sólo se escuchaban los pequeños sollozos de el castaño. Tom se dio cuenta del daño que le hacía a su amado y enseguida lo abrazó acariciando su cabeza y espalda.

–Lo siento. Por favor, no quiero hacerte daño, así que no vuelvas a escapar.– Susurró cariñosamente en el oído de el menor, este solo asintió.- Traeré el pie.– Caminó hasta la puerta y la abrió.– No escapes.- Soltó con voz fría, cerrando con seguro la puerta.

El bronceado siguió sollozando, se removió en el suelo y se hizo un ovillo. Sus manos tiritaban, su corazón palpitaba fuertemente, su cabeza era todo un lío y sus ojos ya ardían de lo mucho que había llorado ese día.

Los pasos se escucharon en las escaleras y después afuera de la habitación. El pelirrosa sacó el seguro y entró con el plato de pie y un tenedor.

–Ven, siéntate en la cama.– Le ordenó el demonio, Marco enseguida se levantó y se sentó en el colchón.

–Di, Ah.– Dijo alargando la vocal con una sonrisa infantil. Marco obedeció y así estuvieron hasta que el pie se acabó.

-¡Mira que obediente eres! Ahora debemos bañarnos, querido.- Tomó de la mano a Marco y lo llevó hasta el cuarto de baño.– ¿Ducha o Tina?– Preguntó mientras cerraba la puerta atrás de sí con seguro.

–Uh ¿Tina?– Respondió un poco confuso, mirando al demonio que tenía una sonrisa en su cara.

–Perfecto.– Se acercó a la tina, abrió el grifo y la tina se empezaba a llenar de una relajante agua.

Marco se comenzó a sacar la ropa, pero Tom enseguida se acercó para "ayudarlo". Ya desnudos los dos, y que el demonio manoseara al castaño a cada rato, entraron a la bañera.

El demonio fue el primero en entrar, poniendo a Marco encima de sí en una posición un tanto incómoda para el latino, ya que el miembro de Tom quedaba en el trasero del menor.

-Eh... ¿Tom? ¿Qué tal sí nos ponemos frente a frente? Digo, por si te incomoda que este encima tuyo.- En la mente del castaño la frase "Que diga que si" se repetía incontablemete.

–No te preocupes, mi amor, estoy bien.– Respondió moviendo las caderas del castaño para que el trasero del chico hiciera fricción con el sexo del mayor.

–Es-espera... T-Tom... ¡No hagas eso!– Reprochó el castaño tratando de alejarse del demonio que solamente lo abrazó atrayendo su delgada figura a el cuerpo del pelirrosa.

–Vamos, se que te gusta.– Dijo el mayor abriendo con sus dedos la entrada del castaño metiendo su miembro de golpe haciendo gemir a Marco.

–¡T-Tom!– Las manos de Tom empujaban las caderas de Marco con mucha rudeza, era tanta la fuerza que el bronceado se tuvo que agarrar de los bordes de la tina para sujetarse.

–Sólo un poco más.– Y lo siguió penetrando con fuerza, gozándolo hasta el último minuto.

–¡Ah! Nght~ ¡Hm! ¡Ah!– Gimió con tal fuerza que su garganta dolió, se corrió y el pelirrosa dentro de el, ensuciando el agua en la que se "bañaban"

–Eso estuvo muy bueno.– Dijo moviendo a Marco para pararse y sacar a el bronceado estilo princesa.

Después de que los chicos se secaran, fueron a la sala a ver películas.

Sentados en el sillón con una manta encima, Tom acariciaba el cuello con el collar que tenía su amado, y este que parecía bastante incómodo con las caricias de su secuestrador.

–¿Cómo te sientes estando aquí, cariño?– Preguntó el pelirrosa acariciando el cabello de Marco.

–¿Qué película estamos viendo?– Trató se cambiar el tema, ganándose un jalón en su cabello por parte del demonio.

–Te pregunté algo.– Dijo y sus ojos se tornaron rojos, su cabello comenzó a echar fuego y en su cara mantenía una mueca.

–M-Me s-siento... b...bie-bien.– Respondió tratando de alejarse de el mayor para que soltara el agarre en su cabello.

–Eso me alegra, amor mio.– Dijo Tom mordiendo el cuello del castaño con suavidad.

–¿Qué hora es?– Preguntó inconscientemente el castaño.

–Deben ser las seis y media, cariño.- Dijo Tom y miró seriamente a Marco.

-¿Pasa algo?– La mirada del demonio le causaba escalofríos a pequeño bronceado que intimidado se trataba de encoger en su asiento.

–¿Quieres irte?– Preguntó el pelirrosa.

Es lo que más deseo.– Soltó el castaño sin pensar, rápidamente se tapó la boca viendo la gran sonrisa que se encontraba en la boca del mayor.

Pues te quedarás en esta fría y asquerosa oscuridad.

Darkness  ♡Tomco♡ #PremiosTiempo2016 #PremiosTomcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora