Capitulo 2: Todo controlado.

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Ya había pasado una semana y puedo asegurar que ha sido la peor de mi vida. He tenido que rellenar papeles del piso, del colegio de los niños, de la hipoteca...
Hoy los chicos regresaban al colegio y he tenido que modificar muchas cosas de mi rutina como por ejemplo hacer el desayuno (cosa que se me dio fatal ya que acabaron las tostadas quemadas y naranjas mal exprimidas por el suelo), dar de comer a Frankie, el cual no puso mucho de su parte, llevar a los chicos y luego irme a trabajar. Me tengo que llevar a Frankie a la oficina ya que todavía no lo he matriculado en una guardería lo que supondría mas gastos, pero bueno, que se le va a hacer.
Cuando llego a la oficina todos los ojos se posan en la peesonita que tengo entre mis brazos y que juega alegremente con un sonajero que pillé por casa.
Sabía que se me olvidaba algo y no supe que hasta que entre a mi oficina y me si cuenta que no lleve la amaca asi que decido dejar a Frankie en el enorme sillón.

-No te muevas ¿vale? -él me responde con una sonrisa, la cual yo le correspondo con otra.

Me acerco al perchero y dejo ahí mi abrigo y la mochilita del niño. Alguien llama con los nudillos a la puerta y enseguida se de quien se trata. Solo ella puede llamar de esa manera tan peculiar.

-¡Adelante!

-Hola jefa, ¿quien es esa ricura que has traído?

-Vaya, veo que aqui las noticias corren como la pólvora. Es mi sobrino, todavía no he buscado una guardería donde poder dejarle y la madre de Agustín tiene bingo por las mañanas asi que no me ha quedado mas remedio que traermelo.

Me dirijo al escritorio y me siento en él de espaldas a Frankie para mirar a Eli a la cara.

-¿qué tal con el nuevo papel de madre?

-No digas eso, yo nunca podré ser su madre aunque demomento va viento en popa.

-¿A si? Si quieres te hecho una mano, ya sabes que me encantan los niños.

-No hay problema, todo está controlado.

-¿Está segura jefa?

-Que sí Eli no seas pesada,¿a qué viene tanta desconfianza?

-Jefa, el bebé tiene el abrecartas.

-¿Qué? Eli no tengo tiempo para tus frases raras.

-Jefa, no me entiende. Su sobrino tiene el abrecartas.

Después de decir eso me coge de los hombros y me gira bruscamente para ver que, efectivamente, el niño esta jugando con un abrecartas bastante afilado. Fui corriendo a quitarselo, pero el muy condenado tenia una fuerza poco normal para su edad. Cuando por fin logre quitarselo éste se puso a llorar y yo intentaba desesperadamente callarle hasta que me fijé en el sonajero que hacia unos minutos chilaba alegremente Frankie y que ahora estaba todo babado sobre mi escritorio. Lo cogí y se lo tendí a Frankie, el cual dejo de llorar.

-Jefa.

-¿Si Eli?

-¿Quiere que cuide de él?

-Si, por favor.

Eli cogió a mi sobrino en brazos y se lo llevo de mi despacho mientras que yo, derrotada, me sentaba despatarrada en el sillón.

-Yo no valgo para esto.

Y era verdad, nunca había cuidado a un bebé y no creo que mi paciencia aguante mucho más.
Miro a mi escritorio y ahí estaba la única foto que tengo yo con mi hermana. Fue el dia de su boda. Se veía fantástica con ese vestido largo y blanco de encaje. En esa foto yo tenia siete años pero aún asi me acuerdo de todo.
Mi hermana y yo nos llevábamos nueve años pero siempre fue mi mejor amiga. Con dieciséis años se casó con Agustín y a los dos años siguientes vino Tristán al mundo. Mi hermana se empeño en que yo fuera la madrina ya que era su primer hijo y así se hizo.

Yo a mis nueve años ya tenía a un ahijado y un sobrino al que quería y sigo queriendo mucho pero con el tiempo fui abandonandolo hasta tal punto de solo verles a él, sus hermanos y a mi hermana en los cumpleaños y en Navidades, eso si no tenia algun examen o reunión.

Ahora me estaba arrepintiendo de no haber pasado más tiempo con mi hermana. Es verdad lo que dicen de que no te das cuenta de cuanto quieres algo hasta que ya no está.

Come with me tonightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora